Saldos de la dictadura: los cuentos perdidos de Rodolfo Walsh / Entrevista con Facundo Pastor

- Mario Bravo - Sunday, 14 Apr 2024 10:06 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
El escritor y periodista Rodolfo Walsh (1927-1977) es una figura trascendental en la resistencia argentina durante la dictadura de Jorge Rafael Videla (1925-2013), autor de la famosa 'Carta abierta de un escritor a la Junta Militar' y de la novela 'Operación masacre', además de libros de cuento y dos obras de teatro. Facundo Pastor charla con 'La Jornada Semanal' acerca de 'Emboscada', novela que indaga el paradero de algunos cuentos cautivos de la autoría de Rodolfo Walsh. Dicha obra puede ser leída en México a través del formato digital.

 

En “Los dinosaurios”, Charly García advierte: “Los amigos del barrio pueden desaparecer,/ los cantores de radio pueden desaparecer,/ los que están en los diarios pueden desaparecer,/ la persona que amas puede desaparecer.”

En Argentina, desde el infausto 24 de marzo de 1976 hasta finales de 1983, los militares arrancaron a 30 mil personas de sus casas, de las calles y de sus trabajos, así como de la mirada de amigos, conocidos, vecinos, amantes y familiares. La dictadura cívico-militar encabezada por Jorge Rafael Videla sustrajo y escondió cuerpos, canceló futuros, así como –torpe e inútilmente– intentó borrar palabras no sólo alojadas en papel, sino también en la memoria de hombres y mujeres.

El gobierno de facto en aquel país, alevosamente, apostó a que sus enemigos mutarían en gris vacío, afasia eterna, silueta recortada en una fotografía… pero no sabían que siempre, siempre, algo de lo ausente queda, resiste, pervive, late y deja huella. Ante cada crimen cometido por la Junta Militar, un grupo de madres, algún escritor o una banda de rock parían lo opuesto al olvido instituido: los desaparecidos se multiplicaban en afiches, recuerdos, relatos y hebras de vida que nunca, nunca, se extraviaban del todo.

Vanguardia y camino

Facundo Pastor (Argentina, 1980) se define a sí mismo como alguien que desconfía de las historias oficiales. Dentro de esa curiosidad por revisar, a contrapelo, las versiones emanadas desde el poder político, recientemente dicho periodista investigó arduamente y creó Emboscada (2022), novela de no-ficción que pregunta por el destino de los cuentos inéditos de Rodolfo Walsh (1927-1977).

Pastor jala de ciertos hilos para hallar un indicio del paradero de esa literatura maniatada y cautiva, misma que fue robada tras el secuestro de Walsh quien, con osadía y una pistola calibre 22, el 25 de marzo de 1977 enfrentó a un Grupo de Tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), lugar que en la capital argentina funcionó como centro clandestino de tortura y exterminio.

 

¿Cuál es el legado literario del autor de cuentos como “Esa mujer” y “La aventura de las pruebas de imprenta”?

–Su aporte es innegable a la literatura latinoamericana, tanto por ser vanguardista como por iniciar un camino, el cual seguirían muchos cronistas y escritores: la no-ficción, ese mismo que consagró a Truman Capote con A sangre fría. La obra de Walsh, uno la podría dividir entre su literatura policial, Los irlandeses o muchos cuentos que aparecen en Los oficios terrestres, y sus textos al servicio de la denuncia, es decir: Operación masacre, ¿Quién mató a Rosendo? o El caso Satanowsky.

 

“Muchas vidas en una misma vida”

¿Cómo definiría cierta actitud en Walsh que le empujaba a ser incómodo y pelear batallas aparentemente ajenas?

–Mis libros los trabajo con una herramienta escolar que es la línea del tiempo. Cuando uno ve esa línea en la vida de Walsh, allí miras que, entre la publicación de Operación masacre en 1957 y su desaparición en 1977, tuvo muchas vidas en una misma vida. ¡Hay muchos Walsh dentro de esas vidas! Eso, lejos de convertirse en una crítica hacia él, habla de un hombre que aprendió a evolucionar. Lo último que Walsh hizo, antes de ser emboscado, fue ponerle punto final al cuento “Juan se iba por el río”. También concluyó un texto tan luminoso como Carta abierta de un escritor a la Junta Militar. Allí desplegó un análisis tremendamente lúcido de lo que sucedía en Argentina a un año del golpe de Estado.

 

Un retorno

“Eligió terminar sus días volviendo a su oficio de escritor. ¡Eso es maravilloso en Walsh!”, exclama Facundo Pastor al hablar sobre esa misiva enviada desde el corazón de las tinieblas, tal como fue Argentina durante aquellos años.

–Algo me interesa de ese texto, algo no sólo del contenido, sino en la elección que él hace en el título. Podría haber puesto Carta de un periodista, Carta de un ciudadano o de un militante, pero no lo hizo. Utilizaba mucho una palabra: repliegue. En marzo de 1976, le hablaba a la comandancia de Montoneros y les decía: “Hay que replegarse estratégicamente porque, si salimos, nos matarán a todos.” Creo que esa idea también se la estaba diciendo a sí mismo porque debía replegarse en el oficio de escritor. Se hallaba dispuesto a volver a la literatura que había dejado por la militancia.

 

“Juan se iba por el río”

Al remitir las copias de esa carta, ¿en él existía algún tono de despedida o ese acto –casi suicida– era parte de su peculiar resistencia ante el terror de la dictadura?

–Se ha dicho que lo secuestran a causa de dicha carta pero eso requiere de un error cronológico porque, minutos antes de haber sido emboscado, él despliega seis, siete o diez misivas en distintos buzones. ¡No hay tiempo de que lleguen a sus destinatarios! A Walsh lo perseguían meses atrás y ya estaba acorralado desde el momento del golpe militar. Ese 25 de marzo de 1977 no solamente desapareció su cuerpo, sino que también tal secuestro abrió la puerta para el saqueo de varios materiales literarios suyos, entre ellos el cuento “Juan se iba por el río”. Es uno de los textos robados por los marinos y uno de los escritos inéditos que busco en mi novela. El original entra a la ESMA y algunos prisioneros lo ven. Uno de ellos, Martín Grass, se propone tratar de recordarlo… lo lee y lo lee… sobrevive y después, exiliado en Madrid, se encuentra con Lilia Ferreyra –compañera de Rodolfo–, quien corrigió ese cuento durante la noche previa a la emboscada. Martín Grass le dice a ella:

 

–Yo vi un cuento de Rodolfo…

–¿Cuál? –interroga Ferreyra.

–Uno que hablaba de un personaje que cruzaba
el río…

 

Facundo Pastor reconstruye lo que sabe acerca de tan potente diálogo, casi cinematográfico:

–Martín evoca. Y Lilia se une relatando el comienzo. Lloran y recitan la misma idea. Creo que, para Walsh, “Juan se iba por el río” fue un cuento de despedida… mucho más que la Carta. Por eso, mi obsesión en la búsqueda que continúa.

 

La habitación prohibida

–Visité la casa en el barrio de Saavedra, en Capital Federal, a donde se llevaron los textos robados de Walsh. Es el último lugar donde esos cuentos estuvieron. Allí había una habitación que, en mi novela, llamo La habitación prohibida. A varios prisioneros los sacaban de la ESMA para llevarlos a ese domicilio. Hacían algunos trabajos especiales y, luego, los volvían a encarcelar. Veían que había una habitación, en la planta baja, en donde los militares salían, entraban y dejaban cosas. Tras el descuido de un guardia, dos secuestrados se animan a ingresar en el cuarto y descubren un montón de objetos de los desaparecidos: cuadros, vajillas, ropa, camperas, abrigos y, en un costado, miran una biblioteca metálica. Hurgan y del estante bajan unas cinco cajas. En una de ellas encuentran las iniciales: R.W. Se dan cuenta de que los marinos conservaron el material de Walsh. Abren las cajas, ven manuscritos, papeles y archivos. Al percatarse de que corrían el riesgo de ser detectados… tapan la caja y se van. Meses después, esa casa fue desarmada. Allí había un prisionero que estaba como quebrado y ya trabajaba para los marinos. Él desinstaló la casa y tuvo un último contacto con esas cajas.

 

Curiosidad y observación

¿Cuál fue la finalidad de usted, como escritor, con respecto a ir a ese sitio?

–Un día redactaba ese capítulo y sentía que escribía… borraba…escribía… borraba. Había algo faltante. En mi ordenador puse la dirección de la casa y me di cuenta que estaba a doce minutos de donde trabajo diariamente. Cerré la computadora y me fui. Eso fue durante una tarde de sábado, muy calurosa. Escribía sobre un lugar sensible en mi novela de no-ficción y no sabía si se trataba de un inmueble con tejas, enrejado o de qué época era realmente. Y fui. Paré el automóvil. Me quedé en silencio, mirando. Bajé del coche y noté que ya estaba subdivida en tres viviendas. Tomé esto como una suerte de metáfora sobre la complejidad de reconstruir la memoria. Sabía que no encontraría nada cuarenta y cinco años después. Ahí había un matrimonio tomando mates. Saqué fotos y el hombre, bastante fornido, se levantó de su sitio y le expliqué en qué consistía mi investigación. Repentinamente, preocupado, preguntó: “¿Han matado a alguien adentro de mi casa?” Me dejó espiar un poco. Fue una necesidad vinculada a la curiosidad de todo escritor por no perder la capacidad de observación.

 

Dudar y cuestionar

¿Ha pensado que, tal vez, nunca se encuentren esos textos?

–Recién publiqué una novela sobre Isabel Perón. Varios colegas, escritores y reseñistas coinciden en que, entre Emboscada e Isabel, hay cierto rasgo de un perseguidor… un buscador… Soy un desconfiado de las historias oficiales. Dudo y las cuestiono. De Walsh se han dicho muchísimas cosas. He pensado si esas cosas no habían sido construidas por sectores de derecha buscando instalar una historia oficial que lacere una figura emblemática de la izquierda latinoamericana.

 

Acerca de quien conserva la caja con los textos, ¿cuáles podrían ser sus motivaciones para no darlos a conocer?

–La desaparición de una persona, al igual que la desaparición de un texto, es un crimen que se sostiene en el tiempo. Estoy convencido de que esos cuentos existen por el comportamiento de los marinos a la hora de tomar contacto con dichos papeles: clasificaron y archivaron. En algunos casos, también microfilmaron documentos. ¿Para qué hicieron todo eso si no había un plan de preservación? Esos cuentos están, alguien los tiene y en algún momento aparecerán .

 

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