Entre Heidegger y Los estridentistas / Entrevista con Evodio Escalante
- Leopoldo Cervantes-Ortiz - Sunday, 19 May 2024 11:24



–Acabas de publicar dos libros, uno sobre José Gaos como traductor de poesía y otro sobre el estridentismo. ¿Cómo los ubicas en el marco de tu producción crítica?
–Estimo que se trata del encuentro, espero que feliz, entre el ejercicio de la crítica literaria, a la que me he dedicado por muchos años, y un interés por la filosofía a la que llegué de manera un tanto extemporánea. En ¡Viva el mole de guajolote! Nuevos asedios al estridentismo, reúno diversos textos acerca de este movimiento de vanguardia que ha sido, y sigue siendo “ninguneado” en muchos sectores de nuestra cultura, pero que trastornó para siempre el escenario de la época. Los estridentistas acabaron de golpe con la poesía de los modernistas, ya para entonces un tanto anacrónica, que capitaneaba Enrique González Martínez, y abrieron un espacio de transformación cuyos efectos no pueden menospreciarse. Son nuestros primeros y auténticos vanguardistas y, de cierto modo, podría decirse que preparan el terreno para que un poco después Diego Rivera y los pintores del muralismo se adueñen del escenario. No es una casualidad que la revista Irradiador. Proyector Internacional de Nueva Estética, que publican los estridentistas en Ciudad de México en 1923, esté codirigida por el poeta Maples y por el pintor y muralista Fermín Revueltas, hermano del gran Silvestre. José Gaos, traductor de poesía, aunque es resultado de un hallazgo en una librería de viejo, me permite desenterrar y dar a conocer una traducción de un pequeño libro aforístico y poetizante que publicó Martin Heidegger, personaje por el que Gaos tenía apego y admiración. Gaos es el autor, como se recuerda, de la que fue por más de cincuenta años la única traducción completa disponible en castellano de El ser y el tiempo (1951) de Martin Heidegger. Hago un breve balance, en mi libro, de la significación de esta traducción y valoro las habilidades de Gaos, no sólo para verter espesos tratados de filosofía, sino para lidiar con la alada ligereza del verso y de la prosa del pensador de la Selva Negra.
Desde la experiencia del pensamiento: “este librito anómalo”
–La traducción de poesía es una tarea sumamente exigente. ¿Lo que hizo Gaos tuvo que ver con sus traducciones filosóficas?
–Gaos era súper riguroso en todo lo que emprendía: dar clases, dirigir tesis, impartir conferencias y escribir sus múltiples libros, entre los que yo destaco sus Confesiones profesionales. Era una bestia de trabajo, pues tradujo además cerca de... ¡cincuenta libros de filosofía! La traducción que aquí rescato de Desde la experiencia del pensamiento, de Heidegger, se desprende de su prolongada afición por este pensador. En la “cárcel” heideggeriana permaneció por cosa de veinte años, por su entero gusto, sin duda. Yo estimo que se despidió de ella al traducir, por último, este librito anómalo de Heidegger, escrito poco después de la derrota de Alemania ante los Aliados. Lo que poco se sabe es que el filósofo Gaos tenía una afición secreta por la poesía, se mantenía muy atento a lo que publicaban por ese entonces Pacheco y Paz, como se advierte en sus diarios. Es este “amor secreto” el que le permite realizar una, no por modesta, menos estupenda traducción de este texto en que Heidegger hace un balance de su “marcha” por la existencia. Cosa inusitada, Heidegger abre y cierra su pequeño libro con dos secciones en verso de su propia autoría.
–¿Qué tanto ha influido Martin Heidegger en la comprensión del fenómeno poético en México?
–Creo que muy poco. Que yo sepa, sólo Alberto Constante y Mauricio Beuchot, en algunos de sus libros, han abordado el tema de las relaciones de Heidegger con poetas como Rilke y Hölderlin. No olvido que hay notables toques heideggerianos en El arco y la lira (1956) de Octavio Paz, pero permanecen más bien implícitos y creo que no alcanzan a desarrollarse. Al regresar a México, para mala fortuna, Paz se convierte al neoliberalismo y le dice adiós para siempre a las propuestas heideggerianas. Estimo que, si se quisiera insistir en el tema, estaríamos obligados a acudir a algunas de las fuentes del propio Heidegger, entre las que se encuentran, si no me equivoco, el “Monólogo” de Novalis y las Contribuciones a una crítica del lenguaje del hoy completamente olvidado Fritz Mauthner.
–Eres un buen conocedor de la filosofía. ¿Cómo impacta ese conocimiento en tu labor poética
y crítica?
–¡Brincos diera! Me considero, si mucho, un aficionado. Gaos dice, y dice bien, que para ser filósofo hay que estudiar la historia de la filosofía. Llegué demasiado tarde para conocerla como se debe. No obstante, algunos momentos y algunos autores han ocupado mi atención. Creo que sería pedante mencionar nombres, pero no olvido que hace algunos años la UAM me publicó una Breve introducción al pensamiento de Heidegger. Mi reciente librito sobre Gaos está en línea de continuidad con él.
Contemporáneos vs. estridentistas: el fin de la disputa
–El estridentismo, igual que otras vanguardias mexicanas, siempre te ha interesado. ¿Qué puedes decir de esta corriente después de tanto tiempo de incomprensión y aislamiento?
–Las vanguardias producen un “cambio de terreno”, como diría en otro tiempo Louis Althusser. El estridentismo sepultó al modernismo, que por cierto ya daba sus últimos estertores en López Velarde. En este acontecimiento ellos fueron los grandes iniciadores y se adelantaron a lo que años después harían sus rivales, los Contemporáneos. No hay que olvidar que estridentistas y Contemporáneos pertenecen en realidad a una misma generación. Esto explica sus diferencias y sus afinidades. Les tocó pelear desde trincheras diferentes y ambos tuvieron sus momentos de hegemonía. Los años veinte no se explican sin los estridentistas; en cambio, los años treinta y los cuarenta les pertenecen por entero a los Contemporáneos. Los estridentistas se nutrieron sobre todo del ultraísmo español, en el que también militaba por entonces Jorge Luis Borges; los Contemporáneos se apegaron a la nueva poesía francesa e introdujeron, a través de Salvador Novo, a los grandes poetas estadunidenses de vanguardia, como Carl Sandburg, Edgar Lee Masters, Amy Lowell y el tremendo Ezra Pound. El pleito entre estas dos grandes vanguardias es hoy en día algo anacrónico y que no tiene sentido continuar. Estridentistas y Contemporáneos son a fin de cuentas los forjadores de una nueva manera de hacer literatura de la que todavía el día de hoy somos
tributarios.
–¿Consideras que el estridentismo es la mayor vanguardia en el ámbito literario mexicano?
–Por sus efectos inmediatos, sí. Como afirmaría Arqueles Vela, que no sólo es un narrador sino también un crítico notable, los estridentistas le dieron un sentido estético a la Revolución Mexicana, que durante sus primeros años navegó a la deriva y sin tomar conciencia de sí.
–El año anterior diste a conocer un libro de poesía. ¿Cómo dialoga en tu trabajo el poeta con el crítico?
–Es cierto, publiqué una breve colección de Salmos sueltos que no intentan ser sino “imitaciones” o ejercicios de paráfrasis. Lo más característico de un escritor, así lo creo, son sus puntos ciegos. Yo creo que todos trabajamos en la penumbra, y que avanzamos tanteando, sin saber bien a bien cuál es el objeto al que nos enfrentamos o al que nos dirigimos. ¿La crítica reobra sobre la poesía, y la poesía a su vez sobre la crítica? Sin duda tiene que ser así, con buenos o malos resultados, pero nunca me detengo a explorar esa dimensión. No porque no quiera, o no lo crea necesario, sino porque no me puedo ver “desde afuera” l