'Las midinettes': entre la moda y la conquista obrera
- Vilma Fuentes - Sunday, 19 May 2024 12:03



La midinette, tal como fue en sus orígenes, se ha desvanecido de la vida parisiense. Queda, sin embargo, la palabra, el concepto: joven romántica, soñadora, algo frívola, capaz de creerse cualquier patraña. El término, formado por la reunión de dos palabras en francés: midi (mediodía) y dinette (comidita), evoca la frugal comida a mediodía de las costureras francesas a fines del siglo XIX, chicas con pretensiones de elegancia, las cuales, lejos de sus domicilios y demasiado modestas para pagar un restaurante, se instalaban en un parque cualquiera a comer los alimentos preparados en sus casas.
Aunque el término midinette aparece sólo hacia fines del siglo XIX, principios del XX, el personaje de Fantine, creado por Victor Hugo en Los miserables, encarna con anticipación la idea de la trabajadora francesa en esa época. Alegre, coqueta, soñadora, Fantine es seducida y abandonada a su suerte de madre soltera, aunque por sólo unas cuantas horas, pues muere al dar a luz a Cosette.
El término fue empleado por vez primera en 1890, utilizado por un periodista para designar las costureras de las grandes casas de la moda parisiense, las cuales efectuaban a mediodía su comida en la banca de un jardín o una calle. Jóvenes mujeres, provenientes de las capas populares, siempre al corriente de las últimas tendencias y vestidas al grito de la moda. Uno de los jardines más frecuentados fue el de las Tullerías, cercano a muchas de las sedes y fábricas de la alta costura.
Aunque eran símbolos de frivolidad a principios del siglo XX, las obreras de los talleres de costura parisiense se convertirán en las conquistadoras de los nuevos derechos sociales, ventajas de las que se beneficiarán más tarde todos los asalariados. Antes de designar una joven ingenua con corazón de alcachofa, de un cándido sentimentalismo, el término midinette evocaba casi una clase social como empleadas de fábricas de costura. Personaje imprescindible del folclor parisiense que las caricaturiza como jóvenes sin cerebro, simpáticas y frívolas, cuando más bien son obreras explotadas.
En 1903, un periódico deportivo organiza una “marcha de midinettes”. Carrera de las jóvenes costureras que irá de “París… a Nanterre”. Puntos suspensivos y de interrogación: la ciudad de Nanterre es conocida a causa de su fiesta de la Rosière, creada en 1818 para recompensar cada año a una joven particularmente virtuosa. Una cualidad que no se asocia fácilmente a la midinette, conocida por su reputación de ligereza.
La carrera de las “midinettes” tendrá un éxito sensacional con dos mil quinientos y pico de participantes. La más viva animación reina en el mundo de la costura y la moda como entre el gran público. Además, la carrera culminará con la atribución de los premios más estrafalarios y no se otorgarán solamente a las tres primeras. En la lista de recompensas: una bombonera a la primera morena de ojos azules, una blusa bordada… Se murmura que las concursantes se disputarán sobre todo por la obtención de décimo séptimo lugar, cuyo premio es un paseo en automóvil con un deportista al volante… tal vez, el soñado príncipe azul. Las malas lenguas señalan que el conductor del auto podría ser, ¿por qué no?, un tipo viejo y feo.
La triunfadora de esta peculiar carrera fue la señorita Cheminel. Entrevistada por periodistas, declaró que no volvió hacia atrás la cabeza ni una sola vez. Como una joven no debe mirar hacia atrás para ver si alguien la sigue.
La midinette no entrará a la Historia por esta carrera ni como título de una película de Louis Feuillade y de un diario destinado al público femenino. Pasarán a la Historia como “la vanguardia olvidada del proletariado”, según el sociólogo Claude Didry, especialista de la historia del trabajo y las luchas sociales. En mayo de 1917, pretextando los esfuerzos requeridos por la guerra, se pide a las jóvenes costureras renunciar a la remuneración de una tarde de labor. Se desata una huelga en las casas de costura y se lleva a cabo una manifestación de poco más de dos mil trabajadoras el 15 de mayo. Más de una centena de fábricas de costura son paralizadas. Al cabo de dos semanas de protesta, las midinettes obtienen satisfacción: derecho a jornada y media de descanso sin amputación de salario. El 11 de junio, las cámaras de legisladores adoptan “la ley tendiente a organizar el reposo para las mujeres las tardes del sábado en la industria del vestido”. Victoria del feminismo, comenta un diario. Victoria obrera, completan otros: “cuando todas las obreras de Francia obtengan la semana inglesa, podrán recordar que este triunfo se debe a la huelga de la costura parisiense”.
Si la midinette ha desaparecido de la vida social, sus sueños e ilusiones siguen vivos. No son escasas las chicas que imaginan al príncipe azul capaz de despertar a la bella durmiente. Tal vez no llegue a caballo y aparezca en una carcacha. Transformable como los sueños de una joven capaz de asombro al ver la sorpresa esperada. El asombro de la juventud sin fin.