Parque Valverde (23/02/2025)

- Marco Antonio Campos - Sunday, 19 May 2024 11:19 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp

 

Es el día de mi cumpleaños

Estoy en el mínimo parque de Guadalupe Inn

Árboles marchitos El kiosko en el centro

Las flores de la jacaranda no brotan aún

Apenas el estallido cárdeno de las buganvillas

Oigo las campanas de la iglesia Llaman

¿Las cenizas de mi padre aún

duermen a un costado?

El tiempo quieto El aire quieto

¿Cierro los ojos o los abro?

 

Desde una de las bancas, al lado del kiosko,

miro reír muchachas y muchachos

de los verdes años de la preparatoria, pero

el azul de mi vista se ha vuelto gris

Los veo ahora en plena adolescencia,

me ven, los veo pasar por el parque, saludan,

me alzo, saludo desde cerca hacia muy lejos

Varios fueron, o fuimos, o quisimos ser parte de esa

generación furiosa e iconoclasta de los sesenta

que quiso descreer del mundo y arrebatar el cielo

 

Subo por calle Juventino Rosas, doblo

por Revolución, paso por Las Flores y el Metro,

prosigo hacia lo alto en Barranca del Muerto,

topo con pared, doy vuelta a la derecha y

llego a la preparatoria Ocho

 

Me detengo

Entreveo los llanos ásperos de hace décadas,

y allá, hacia el norponiente, se alzaba

el manicomio, donde los locos subían al filo

de la cerca para vernos con mirada quebrada

 

Entro a la preparatoria

Miro el auditorio vacío, la dirección vacía,

desciendo a patios de aire, a pasillos en fuga,

entro a salas de clases, a la cafetería sin habla,

salgo de nuevo a los patios desolados,

rodeo las jardineras donde nos sentábamos

a conversar con las muchachas leves

para inventarles personajes que no éramos,

allá, allá la adolescencia que cae, que caía,

y yo soñaba una vida muy otra a la que tuve

 

Subo a los salones de clase de los sextos

Me encuentro a Gilda en clases de italiano,

pero recuerdo, o me parece que es así, que

su bello rostro y su cuerpo de incendio

no volvieron a clases por septiembre

En vida, al caminar, una sombra sigue a otra sombra

hasta que las sombras se integran en Una

 

Yo, por esos años no leía o escasamente

y no sabía lo que hacer con la palabra porvenir,

si alguien sabe lo que es el porvenir

Aún la felicidad quería tener sentido,

y era algo que se podía vivir e imaginar

pero no especular con ella

 

Hacia octubre del ’67 comencé

a leer férvidamente, ocho, diez horas,

y empecé –más mal que bien– a escribir poesía

Anhelaba –soñaba– escribir libros hermosos,

hallar una lengua o robar el fuego

e hice mía desde joven la máxima de Hemingway:

“Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado”

 

La niebla se disipa ¿Cierro los ojos o los abro?

Pero ¿dónde estuve? Me veo de nuevo

en el mínimo parque de Guadalupe Inn

y no dejan de oírse las campanas de la iglesia

¿Por quién doblan? ¿Por nosotros o el tiempo que fue?

¿Por los que se han ido? ¿Por lo que no fuimos y

no podíamos ser? ¿Por una generación rebelde

que se rompió en pedazos, pero legó el coraje?

Y lo sé, lo sé sin engañar, que para mí hubo

variados períodos de variada hermosura

pero no conocí la paz en esta tierra.

 

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