La UNAM, el Poli, el futbol americano y el cine
- Rafael Aviña - Sunday, 02 Jun 2024 10:11



Pese a que el Instituto Politécnico Nacional se creó en 1936 con el impulso nacionalista de Lázaro Cárdenas, no fue sino hasta la creación de la Ciudad Universitaria en la zona sur del entonces Distrito Federal, en 1952, que se reemplazaron varias de las añejas ideas de la comunidad estudiantil observada por el cine. La cinematografía nacional se aventuró por nuevas temáticas que se desprendían de esos flamantes espacios arquitectónicos y por el imaginario social que surgía de las emociones, sentimientos y aspiraciones de aquellos nuevos estudiantes universitarios. Por supuesto, ficción y documental corrían en pistas paralelas. La realidad inventada por la ficción estaba muy lejos de empatar con la realidad inmediata de la gran mayoría de aquellos jóvenes retratados por la pantalla grande. No sólo eso sino que, además, Hollywood no pudo escapar a la fascinación del enorme y trascendental diseño visual de Ciudad Universitaria y aprovechó sus espacios para lucimiento de algunas de sus figuras y de tramas descabelladas donde
el suspenso, el horror y las deidades prehispánicas tenían como telón de fondo la innegable belleza de la UNAM y su arquitectura: Ansias de matar A life in the balance (Harry Horney y Rafael Portillo,1955), El escorpión negro/ The Black Scorpion (Edward Ludwig, 1957) o El ídolo viviente/ The Living Idol (Albert Lewin, 1957).
Los jóvenes universitarios, al igual que los politécnicos retratados por el cine en la segunda mitad de los años cincuenta, se movían en locaciones bien definidas: el hogar sacrosanto. La pensión de estudiantes atendida casi siempre por solteronas o viudas rellenitas, sonrientes, regañonas y dulces. La fuente de sodas o la cafetería juvenil impensable sin rockolas, ice cream y pista para bailar. En ocasiones, surgían a su vez los antros de mala muerte con billares o bodegas repletas de voluminosas cajas de cartón (vacías por supuesto). Los salones de baile y rara vez el interior de la biblioteca. En la mayoría de las veces la gradería, el exterior y el interior del nuevo Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria, así como las fachadas de sus recintos más representativos: la Rectoría, la Biblioteca Central, las islas, la Alberca Olímpica de CU, la Facultad de Arquitectura, de Medicina y de Filosofía y Letras, el estadio de prácticas y la lateral de Avenida Insurgentes Sur y, en el caso del Politécnico, el llamado Casco de Santo Tomás y el Estadio Wilfrido Massieu…
De cura a entrenador
Uno de los pilares no sólo en la historia deportiva del Instituto Politécnico Nacional sino de todo el futbol americano en nuestro país, fue sin duda el padre benedictino Lambert J. Dehner, quien había llegado a México hacia 1943 con el fin de ayudar a una comunidad campesina en Sahuayo, Michoacán, y para 1945 se sumaba al personal docente del Colegio Tepeyac en la Colonia Lindavista. Lambert había sido jugador de futbol americano en su natal Kansas, en un conjunto colegial muy exitoso y en esa ciudad empezó a trabajar como entrenador. Lo curioso es que Lambert intentó primero sumarse a los Pumas de la UNAM en la época del gran Roberto Tapatío Méndez, pero al no obtener respuesta acabó entrenando a los Burros Blancos del Politécnico, con la salida de Salvador el Sapo Mendiola y logró conformar un equipo triunfador. Se fue de México breve tiempo y regresó para completar la enorme labor que había conseguido con el equipo. Entre 1949 y 1952 el Poli alcanzó un récord de dieciséis victorias consecutivas con el sistema ideado por Lambert, consiguiendo incluso derrotar a sus invencibles y acérrimos enemigos, los Pumas universitarios que los habían humillado con un 43 a 0. Después el Poli les ganó 20 a 7, aunque no pudieron sostener el dominio mostrado a lo largo del juego en el clásico con el que se inauguró el Estadio de Ciudad Universitaria en 1952, cayendo ante la UNAM 20 a 19.
El cineasta español Miguel Morayta, afincado en México y un artesano eficaz para cualquier género fílmico, realizó en 1961 Juventud sin Dios (1961), llamada también Siempre hay un mañana (o La vida del padre Lambert), inspirada en la vida de Lambert, recopilados por Eva Larrañaga y el propio Morayta. Se trataba de un melodrama muy entretenido, orientado por supuesto a mostrar a jóvenes descarriados, iluminados por el buen ejemplo del piadoso y simpático Lambert, interpretado con enorme eficacia por ese gran actor mexicano que fue Joaquín Cordero, quien terminó sustituyendo al actor original elegido: Enrique Rambal.
Entre “Goyas” y “Huelums”
La película abre con un álbum fotográfico de 1944 de Ciudad de México: el Zócalo, Avenida Juárez, Reforma y un encuentro de futbol americano entre Politécnico y Universidad, con triunfo de la UNAM. En las calles, las porras de ambos conjuntos festejan y son observados por un sacerdote estadunidense que llega de provincia a la Terminal del Norte para reunirse con los socios del Colegio Tepeyac, que lo invitan a formar parte de sus profesores, entre ellos don Vicente (Enrique García Álvarez), padre de Patricia (Elvira Quintana), universitaria, y Manuel (Félix González), estudiante del Politécnico. En una cafetería, jóvenes del Poli y de la UNAM riñen y se citan más tarde para una batalla campal. Varios de ellos llegan a sus casas golpeados: Raymundo (Julio Alemán), joven humilde cuyo padre es un alcohólico (Pancho Córdova) y Andrés (René Cardona Jr.), que vive con su madre viuda y que ha abandonado a su novia Emma (Arcelia Larrañaga), embarazada sin que él lo sepa. El padre Lambert conoce al joven profesor Salvador (Alfonso Mejía), estudiante del Poli y jugador de los Burros Blancos que le pide los entrene. Los muchachos primero se burlan, pero Lambert los pone en su lugar y les demuestra cómo lanzar un balón. Acepta entrenarlos con una férrea disciplina, que lleva a la banca a Raymundo por llegar tarde. Bajo su tutela, la escuadra del Politécnico va obteniendo triunfos y, además, logra ayudar a los jóvenes en sus distintos problemas.
Lambert logra que el papá de Raymundo deje el alcohol y convierte a Andrés en hombre al reunirlo con Emma y el pequeño hijo de ambos; coincide con la afectación de un mal degenerativo que va minando la salud del sacerdote benedictino. Antes de regresar a Estados Unidos, Lambert lleva a su equipo a enfrentarse una vez más a la UNAM en la inauguración del Estadio de CU. Los Burros Blancos dominan el juego pero pierden en el último minuto 20 a 19, en un encuentro colosal. El Padre Lambert se siente mal físicamente y pide al aguador Camilo (Fernando Soto Mantequilla) que guarde silencio y entregue unas cartas que recibirán los muchachos cuando regrese a su país, luego de oficiar misa en la Basílica de Guadalupe. A la ceremonia religiosa asisten tanto los jugadores del Poli como los de la UNAM, ya que Camilo desobedece las indicaciones del reverendo. Es despedido en la estación de trenes de Buenavista y entrega una medalla religiosa al hijo de Gloria (María Eugenia San Martín) y Salvador, recién fallecido en un accidente.
Lambert/Cordero dice frases como: “La juventud de hoy es una juventud sin Dios”, o “el deporte es salud, nobleza… prepara a los jóvenes para la vida”. Entre las escenas curiosas puede verse, además de la presencia de tres extraordinarios locutores de la época: Jorge Sonny Alarcón, Ángel Fernández muy joven y Rafael Mago Septién, las ceremonias de los seguidores del Politécnico, que queman a un monigote vestido de jugador Puma. Asimismo, destacan varias escenas de archivo de encuentros entre la UNAM y el Poli, algunos llevados a cabo en el Estadio Olímpico de la Ciudad de los Deportes. Sin embargo, lo más valioso son las imágenes reales del encuentro que marca la inauguración del Estadio de Ciudad Universitaria, aquel sábado 29 de noviembre de 1952, a las 15:30 horas.
Pueden verse los miles de fanáticos de los Pumas y de los Burros. Se escuchan los “Goya” y se aprecia el puma real, mascota del equipo, con una capa que cubre su lomo con la U de la Universidad. Y por supuesto las bellas porristas. Una escena curiosa es aquella en la que se aprecia por algunos minutos a una atractiva porrista de la UNAM enfundada en una ceñida falda y una blusa ajustada con la U sobre su pecho, quien ejecuta varios movimientos para dirigir las tribunas en un “Goya”. Las escenas del Estadio de CU son imponentes. Se aprecia una eficaz panorámica del Estadio y al fondo se aprecia Rectoría, la Biblioteca Central, Filosofía y Letras, mientras el Mago Septién comenta: “En el Pedregal, en el corazón de Ciudad Universitaria que será orgullo de México.”
Asimismo, cuando la cámara capta el tablero del marcador puede apreciarse el estacionamiento afuera del recinto, a reventar como el interior del propio Estadio de CU. El Mago Septién menciona al entrenador Tapatío Méndez, y a varios jugadores, como Bravo, Patiño, Romero, Sosa. Se observan las miles de antorchas encendidas (periódicos a los que les prenden fuego), primero de los seguidores del Poli en los minutos finales y después de los partidarios de la UNAM, cuando el equipo Puma remonta el marcador para derrotar a los Burros 20 a 19. Al inicio de créditos un letrero dice: “Cooperaron en la filmación: El patronato de Foot-Ball (sic) Americano de la Universidad Nacional Autónoma de México, Colegio Tepeyac, Colegio Franco Español y Club Deportivo de los Ferrocarriles Nacionales de México” y “Los estudiantes que figuran en esta película son personajes imaginarios y sus historias son ficticias, cualquier parecido a personajes o historias de la vida real es coincidencia, exceptuando al Padre Lambert y al Tarzán Saldaña”… l