Franz Kafka dibujante

- Alejandro García Abreu - Sunday, 23 Jun 2024 07:34 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Este año se cumple el centenario del fallecimiento de Franz Kafka (Praga, 1883-Kierling, 1924). Murió el 3 de junio. Evocamos a uno de los escritores más importantes de la historia de la literatura universal a través de una de sus facetas menos conocidas: el gran dibujante.

 

Aquí se repasa la historia del arte visual de Kafka y se constata que sus dibujos son trascendentes e inusitados. En palabras del editor español Joan Tarrida, “sobre todo en sus primeros años, Franz Kafka dibujó intensamente y con ambiciones artísticas. A su muerte, sin embargo, no sólo quiso destruir su legado literario, sino también todos sus dibujos. Después de que su amigo Max Brod lograra salvar muchos, la mayor parte de ellos se mantuvo oculta durante décadas.”

 

Dibujo y escritura: dos formas de arte autónomas

El interés de Franz Kafka (Praga, 1883-Kierling, 1924) por las manifestaciones artísticas fue temprano y persistente. Resultó uno de los ejes de su condición intelectual. “¿Te gusta mi dibujo? Debes saber que tiempo atrás era un gran dibujante. […] En aquella época, ya han pasado muchos años, esos dibujos me satisfacían más que cualquier otra cosa”, escribió Kafka en una misiva a su prometida Felice Bauer (Prudnik, 1887-Rye, Nueva York, 1960). Esa pasión rigió su obra pictórica. Uno de los más significativos e importantes escritores del siglo XX fue un sobresaliente artista plástico.

En 2019 salieron a la luz más de cien dibujos de Kafka pertenecientes a una colección privada que durante décadas fue celosamente protegida –antes de ese año se conocía una breve parte de su producción. Los dibujos muestran que Kafka fue un hombre de considerable habilidad artística. “[El escritor] solía involucrarse intensamente con el arte visual,” dijo el ensayista y profesor Andreas Kilcher (Basilea, 1963), editor del libro de gran formato Los dibujos de Franz Kafka –volumen lanzado en múltiples lenguas y países, cuya primera edición fue publicada por C.H. Beck Verlag en Alemania. La edición española sigue puntualmente los lineamientos de la versión original. Los dibujos (Franz Kafka, edición de Andreas Kilcher y Pavel Schmidt, textos de Judith Butler, Andreas Kilcher y Pavel Schmidt, dibujos de Franz Kafka pertenecientes al Literary Estate of Max Brod en The National Library of Israel, traducción de Carlos Fortea y Amelia Pérez de Villar, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2021) muestran el desarrollo del creador visual. Kilcher incluyó los textos “Transmisión y catálogo” y “Dibujo y escritura en Kafka”. Judith Butler (Cleveland, 1956) escribió “Pero… ¿qué suelo? ¿Qué pared? Kafka dibuja el cuerpo” y Pavel Schmidt (Bratislava, 1956) se encargó del catálogo descriptivo. Incluye ciento sesenta y tres piezas, cuyo último esbozo es de 1922.

En sus años formativos, Kafka dibujó enérgicamente y con plenas tendencias artísticas. Ante la cara de la muerte no sólo ambicionó destruir su obra literaria, sino también sus dibujos. Su amigo y colega Max Brod rescató muchos. La mayoría de los dibujos estuvo oculta durante muchos años. Fue Brod quien conservó y recopiló los manuscritos literarios y los dibujos de Kafka desde el momento en que fueron producidos. Kafka dibujó mucho mientras estudiaba en “la Universidad Alemana de Praga, entre 1901 y 1906, y de forma simultánea a su inicio en la escritura se ejercitó en el dibujo, tomó clases, acudió a cursos de Historia del arte y buscó el contacto con los círculos artísticos de Praga. Sin duda sus dibujos, realizados con un manifiesto y serio interés por el arte, le parecieron poco dignos de ser conservados, pero sí se lo parecieron a Brod, que por su parte, hacia 1900, dibujaba con algunas ambiciones, promovía a los artistas contemporáneos y coleccionaba con plena conciencia sus obras”, escribió Kilcher, conocedor profundo de la obra del artista praguense. Comprueba que en los primeros semestres de Kafka en la universidad, entre 1901 y 1902, junto a las clases de derecho, asistía a las de Germanística y Filosofía, e incluyó en su plan de estudios la clase de Historia del arte. En ese departamento cursó Historia del arte alemán, Historia de la arquitectura e Historia de la pintura neerlandesa. En Los dibujos se publican las piezas del escritor completas por primera vez. Se convierte en un acervo de gran valor artístico y editorial constituido por obras magistrales.

 

La negativa de Brod

Brod se opuso a la desaparición artística y literaria de Kafka. Los dibujos eran muy significativos para el autor de El proceso. Deseaba, paradójicamente, a pesar de la importancia que les dio, que junto a los escritos, también los trazos fuesen destruidos. Brod hizo caso omiso de la petición de su amigo: “Queridísimo Max, mi último ruego: todo lo que se encuentre en mi legado (es decir, en el baúl de los libros, armario ropero, escritorio, en casa y en la oficina, o cualquier otro sitio en que pudiera estar y se te ocurra) en cuanto a diarios, manuscritos, cartas propias y ajenas, dibujos, etc., debe ser quemado sin excepción y sin ser leído, igual que todo escrito o dibujo que tú u otros, a los que deberás pedirlos en mi nombre, tengan en su poder. [...] Tuyo, Franz Kafka.”

Kilcher asegura que Kafka “respetaba el dibujo y la escritura como dos formas de arte autónomas.” Brod dijo: “Él era aún más indiferente, o mejor dicho, aún más hostil respecto a sus dibujos que en su relación con sus producciones literarias. Lo que yo no he salvado, ha sucumbido. Hacía que me regalara sus dibujos, o los sacaba de la papelera… incluso he recortado cierto número de ellos de los márgenes de sus libros jurídicos.” Para Kilcher, la relación entre escritura y dibujo “debe ser iluminada desde la perspectiva de la imagen”. Hubo estudiosos que percibían los dibujos como ilustraciones de su quehacer literario. El ensayista nacido en Basilea destaca que se trata de una equívoca interpretación. Aboga por las independencias de sus manifestaciones creativas.

 

Primacía del dibujo respecto a la escritura

Andreas Kilcher recuerda un pasaje onírico que concentra la trascendencia que Kafka otorgó a sus dibujos: en una carta a Felice Bauer fechada en 1913, Kafka relata un sueño que siguió al recuerdo de Felice de su primer encuentro en Praga, en agosto de 1912. “Kafka escribe que en su sueño ambos iban ‘más cerca el uno del otro que cuando se va del brazo’ por el Altstädter Ring de Praga, pero luego se topa con los límites de la descriptibilidad de esa imaginación: ‘Dios mío, qué difícil es describir sobre el papel cómo me las ingeniaba para no ir cogido de tu brazo, para no llamar la atención, pero poder ir pegado a ti’. Acto seguido repite: ‘¡Cómo describir la manera en que íbamos en el sueño!’, para luego encontrar un camino: no describiendo, sino dibujando. ‘Espera, que te lo dibujo. Ir cogidos del brazo es así: [Dibujo]. Nosotros, en cambio, íbamos así: [Dibujo]’.” Esta alternativa expresa “una sorprendente primacía del dibujo respecto a la escritura en el intento de transmitir una imagen: la imagen de un sueño. Más aún: el sorprendente empleo del dibujo se convierte para Kafka en ocasión de acordarse de sus antiguos dibujos.”

En su ensayo “Pero… ¿qué suelo? ¿Qué pared? Kafka dibuja el cuerpo”, Judith Butler dice que “el dibujo comienza cuando la escritura se detiene”, e interpreta las piezas: “Esta cosa, siempre en movimiento, que no se puede atrapar, se encuentra también en los dibujos en los que el cuerpo se separa de su propia forma, la correcta, y emprende el vuelo, dejando a la vista ‘lo correcto’, que es precisamente lo que cubre las fisuras que impiden que el cuerpo se consolide, que muestran que el cuerpo se está desgajando, cuando éste busca disolverse y ser línea, movimiento, aire… una figura fugitiva imposible de atrapar.” Las ideas de la fuga, del derrumbe corporal y psíquico y de la anulación acompañaron al escritor de Praga durante toda su vida.

 

 

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