La fotografía artística de Saul Leiter
- José Rivera Guadarrama - Sunday, 14 Jul 2024 06:58



Lo artístico de la fotografía radica en la complejidad de capturar la pausa material de un instante, pero en esa particularidad no reside un absoluto congelamiento; al contrario, su esencia está en la capacidad de suscitar una continuidad de sensaciones, de percepciones, formas y colores más allá del objetivo captado.Para el fotógrafo profesional, lo que transcurre a su alrededor contiene una dualidad entre rapidez y paciencia. Esta última consiste en la forma de pensar en la composición fotográfica, mientras que la primera, al mismo tiempo, es un juego de decisiones importantes, ya que en una milésima de segundo el fotógrafo debe captar al instante aquellos sucesos que retendrá, en formas y colores, lo que él busca expresar y asir.
En cada pausa y movimiento está el momento oportuno del clic de la cámara fotográfica. Esa mirada subjetiva es característica de Saul Leiter (1923-2013), fotógrafo nacido en Pittsburgh, Estados Unidos, hijo de un rabino talmúdico, aunque él no siguió esa tradición religiosa y prefirió dedicarse al arte. Su incursión en la fotografía comenzó a los doce años, cuando su madre, en 1935, le regaló una cámara Detrola.
Como era de esperarse, durante los primeros años de su actividad Leiter comenzó su obra fotográfica en blanco y negro, pero a partir de 1948 experimentó con la fotografía en color, un recurso que durante aquellos años era considerado poco ortodoxo, ya que la mayoría de los fotógrafos serios preferían el blanco y negro. Sin embargo, Leiter continuó desarrollando sus composiciones en ese otro formato cromático, posicionándose como uno de los primeros profesionales interesados en usar el color. Más adelante, en 1953 fue uno de los fotógrafos seleccionados para una exposición en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Su formación inicial había sido en la pintura, de ahí que Robert Smith, crítico de arte, escribiera que “Leiter fue menos un fotógrafo de gente que de la percepción misma. Su instinto de pintor le funcionó muy bien para enfatizar la superficie, la ambigüedad espacial y una paleta rica y cuidada.” Además, Smith destacaba que las cualidades abstractas de la obra leiteriana no se basaban en un foco suave, en una táctica fotográfica persistente, a menudo irritante, o el aislamiento de los detalles, a la manera de Aaron Siskind o de Harry Callahan, sobre todo porque Leiter capturaba “las ilusiones pasajeras de la vida cotidiana con una precisión que casi parecía científica, si no fuera tan poética resonante y plena de capas visuales”, afirmaba el crítico de arte.
En buena parte de su obra, Leiter busca retratar elementos húmedos, el clima, las calles, las ventanas que utiliza como entornos de abstracción. Con estos elementos busca generar atmósferas cromáticas. En los aspectos de composición, pareciera que Leiter coloca todos esos objetos de manera premeditada, milimétrica, con un cálculo preciso, sin permitir que nada quede fuera y que no haya exceso o saturación de objetos. Da la impresión de que hay una exactitud telepática entre él y las escenas que lo circundan.
Saul Leiter interpone la entonación o ensoñación del enfoque suave en las superficies de los cristales, difuminada por lo traslúcido de las ventanas. Utiliza recursos con mucha pertinencia, motivos visuales recurrentes como carteles con letras impresas, con mensajes incompletos pero que se complementan con las imágenes captadas. En sus composiciones prevalecen los encuadres verticales, dotando de una mayor actividad a los objetos, generando mayor cercanía entre ellos y quien los contempla.
Leiter estaba lleno de recursos técnicos, utilizaba las sombras, ángulos inusuales y, con frecuencia, teleobjetivos para lograr la mayor compresión de las escenas, generando contrastes con el estilo de gran angular que suelen preferir los fotógrafos de paisajes o de elementos callejeros. Además prefería utilizar rollos de fotografía caducados, porque decía que le gustaban sus cualidades “descoloridas”.
Saul Leiter comenzó a exponer su trabajo con mayor difusión a partir de la década de los años noventa, luego de la muestra de su trabajo en la Howard Greenberg Gallery, de Nueva York; para 2006, la editorial alemana Steidl publicó el libro Early Color, uno de las primeras recopilaciones de fotografías de Leiter a color en el mundo; también llevó su trabajo a la Fondation Henri-Cartier-Bresson, el Museé de l’Elysée, Lausana, y el Diechtorhallen, en Hamburgo, entre otros países.
Sin duda, los encuadres difusos, las sensaciones abstractas, los sugerentes planos cerrados, entre otras técnicas y cualidades, hacen de Leiter un fotógrafo dual, en donde la rapidez y paciencia revelan la belleza del mundo ordinario.