'Quetzalapanecáyotl' el expoliado “penacho de Moctezuma”

- Miguel Ángel Adame Cerón - Sunday, 28 Jul 2024 09:07 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Larga y penosa es la historia del penacho de Moctezuma, 'Quetzalapanecáyotl', una muestra más de la triste práctica de saqueo y despojo de piezas de gran valor histórico y cultural originarias de Mesoamérica en general y de México en particular, por parte de uno u otro país de Europa, en este caso del gobierno de Austria, donde se encuentra el penacho.

 

La misión frustrada

Como parte de los preparativos de las celebraciones históricas de 2021 que el Gobierno de México tenía contemplados, se comisionó a Beatriz Gutiérrez para realizar un viaje a Europa en 2020 para entregar cartas, hacer gestiones y solicitar préstamos de documentos a los jefes de gobierno de España, al papa Francisco y al presidente Van der Bellen de Austria. Se detalló que esta última visita fue con el propósito central de obtener en préstamo el “penacho de Moctezuma” que se encuentra en el Weltmuseum Wien de Viena para ser exhibido en México. La misión fue infructuosa, como otras en sexenios anteriores, en este caso alegando las autoridades austríacas que dicho penacho podría sufrir graves daños por el viaje. El curador del Weltmuseum, Van Bussel, enfatizó que el penacho no podría ser trasladado a México “al menos en los próximos diez años”, pues “es demasiado frágil” y cualquier vibración “en el aire o la carretera lo destruiría”, y siguió diciendo que haría falta “un avión de 300 metros para compensar las vibraciones”. Finalmente hizo el reto siguiente: “Me gustaría conocer a la persona dispuesta a asumir esa responsabilidad.” Sin embargo, en generosa consolación, las autoridades del museo dijeron que “los ciudadanos mexicanos que presenten su pasaporte a la entrada pueden ver el penacho de manera gratuita”.

Después de la misión del “préstamo” fracasada y ya pasados los eventos de 2021, en febrero del siguiente año Andrés Manuel López Obrador recordó que Beatriz Gutiérrez fue tratada por las autoridades con desprecio y de forma “desagradable”, a pesar de ir con una carta escrita por él mismo. Comentó que ya no se dio seguimiento al tema ante la negativa del gobierno austríaco: “Es una actitud muy prepotente, pues no hay justificación de que no pudiera trasladarse”, sentenció. Incluso, lanzó un llamado al gobierno de Austria a cambiar de pensar y que, para “reivindicarse”, regresen a México el penacho del emperador azteca.

Cabe recordar que a diferencia de los sexenios de Zedillo, Fox y Calderón, en los cuales a través del poder legislativo y/o de las autoridades de Cultura y del Instituto Nacional de Antropología e Historia se hizo la solicitud formal de la devolución de dicho penacho, esta vez se confió en la representación directa y en la misiva dirigida al presidente de Austria, solicitando la “donación” o en su defecto un trueque de préstamos: el penacho por piezas del “Segundo Imperio Mexicano”.

 

Devolución: una petición legal

El experto Miguel Gleason se ha pronunciado por que al menos sean aquellos objetos únicos en su categoría los que sean devueltos: “Los objetos deben estar, de preferencia, allá donde aparecieron y cerca de los descendientes de quienes los hicieron. Al menos los que se puede probar que salieron ilegalmente”, ya sea como botín, como producto de saqueo o extraídos por los colonialistas. Señala que si es posible probar la ilegalidad de su salida se deben realizar acuerdos diplomáticos. Sobre todo, por un lado, porque los países despojados del sur global han obligado a la Unesco al funcionamiento del Comité Intergubernamental para Fomentar el Retorno de los Bienes Culturales a sus Países de Origen o su Restitución en Caso de Apropiación Ilícita. Por otro, porque la Ley federal mexicana sobre Monumentos y zonas arqueológicas, artísticos e históricos, vigente desde 1972, señala que “Son propiedad de la Nación, inalienables e imprescriptibles, los monumentos arqueológicos muebles e inmuebles producto de culturas anteriores al establecimiento de la hispánica en el territorio nacional, así como los restos humanos, de la flora y de la fauna, relacionados con estas culturas.”

Respecto a la manera en que el penacho de Moctezuma llegó a Austria, tuvo que haber sido mediante el archiduque Fernando II, quien en 1567 llegó a Innsbruck para tomar posesión como príncipe reinante del Tirol, siendo sobrino del emperador Carlos V; fue a través de éste que lo obtuvo aquél. Seguramente fue el invasor-conquistador Hernán Cortés quien se lo envió desde Mesoamérica a dicho rey y a la reina Juana. Así, hay dos posibilidades históricas de haberlo tenido Cortés en su poder: la primera como un regalo que Moctezuma II envió en una de sus primeras embajadas en 1519. La segunda es que este personaje y sus huestes, estando alojados en las residencias de México-Tenochtitlan en 1520, lo haya robado junto con otras joyas.

 

La prueba histórica del hurto

En lo que toca a la primera posibilidad, en una Carta de Relación Cortés menciona los presentes que le envió Moctezuma II, y entre ellos estaba un penacho. Era “una pieza grande de plumajes de colores que se pone en la cabeza en que hay en la redonda della sesenta e ocho piezas pequeñas de oro, que será cada una como medio cuarto, e debajo dellas veinte torrecitas de oro”.

Se trata de un hermoso penacho o quetzalapanecáyotl, pero no se compara con el de Moctezuma, pues éste es mucho más rico: mide 1.26m de altura y 1.75m de diámetro, contiene plumas de cuatro tipos de aves: verdes de quetzal hasta de 55cm, espátula rosada, pájaro vaquero marrón y charlador turquesa, con mil 544 piezas de oro con plata y cobre en forma de medias lunas, discos y escamas teocallis; fue confeccionado por amantecah con un mecanismo móvil con varillas de madera, hilos de agave y algodón, papeles de fibra y cuero, y contaba con un pico frontal de ave hecho de oro. Fue elaborado para representar al quetzal macho en movimiento: una alegoría alusiva al sol. La investigadora María Olvido afirma que el penacho es como un “códice andante”; es decir, transmite un simbolismo cosmogónico arraigado en la historia no sólo de los mexicas, sino de toda la civilización mesoamericana.

Una pieza cosmovisionaria para dicha tradición de la que el tlahtoani es custodio, definitivamente no pudo haber sido entregada voluntariamente como regalo. Más bien dicha pieza fue expoliada. Así pues, respecto a la segunda opción, a partir de indicios históricos está la demostración de que Hernán Cortés y su gente la robaron como parte del saqueo perpetrado en la colección de valiosísimos objetos que resguardaba el tlatocan mexica-tenochca y que específicamente estaba bajo la custodia del tlahtoani, ya sea en las casas de Axayácatl (donde se alojaron las huestes españolas y sus aliados) o en su propia residencia.

El cronista López de Gómora narró cómo Cortés exigió a Moctezuma, ya preso, que éste le mostrara sus riquezas porque el rey de España necesitaba más oro. Así, le tuvo que mostrar las cámaras donde estaban los tesoros que resguardaba, entre ellos “muchas y ricas ropas de algodón y plumas, tejidas a maravillas, [que] no tenían igual en colores y figuras”.

Cortés y sus compinches supieron dónde estaban las piezas codiciadas y quedaron libres para hurtar. Entonces, dice Gómora, fueron separando las piezas de oro, apartando y robando las que les gustaban más. Cortés sustrajo de ahí el magnífico penacho, cuando se dio cuenta de que era un objeto único en su género.

Los quetzalapanecáyotl se utilizaban en importantes ceremonias por parte de guerreros y dignatarios, por eso eran apreciados y guardados en lugares especiales. Específicamente para el de Moctezuma, muy probablemente se trataba de una herencia de Ahuizotl, que gobernó de 1486 a 1502, extendió el dominio de la triple alianza a varias regiones de Mesoamérica, y lo tenía entre los tesoros que guardaba.

La etnohistoriadora Frances Berdan menciona que en las batallas los guerreros iban ataviados con parafernalia simbólica y que, durante el reinado de Ahuizotl, “los guerreros mercaderes ganaron un penacho de plumas de quetzal, y lo presentaron directamente ante su gobernante. Tanto le gustó que lo incorporó a su vestimenta militar”. Creo que ese es el penacho en cuestión y puede ser que Ahuizotl lo haya mandado a perfeccionar; otra opción es que haya mandado hacer otro parecido pero más rico. Se sabe, por los informantes de Sahagún, que Ahuizotl era aficionado a esos significativos objetos, así como a las indumentarias vistosas ceremoniales y de guerra.

 

Una misión pendiente

Estando a unos días del fin del presente gobierno y estando el quetzalapanecáyotl en Viena apropiado indebidamente y expuesto como el gran atractivo principal del Museo del Mundo, siendo que es producto de saqueo y robo en un proceso de invasión y colonización, y siendo un bien patrimonial y un monumento arqueológico, artístico e histórico de incalculable valor para nuestro país (se dice que está valuado en 500 millones de dólares), es primordial, por una parte, que las autoridades mexicanas del próximo gobierno negocien con fundamentos y firmeza, y exijan su restitución a nuestra nación y sus pueblos originarios. Por otra parte, es importante seguir apoyando la lucha de los activistas que desde México y desde Austria siguen llevando a cabo acciones como ganar para la causa a congresistas de ese país como Petra Bayr, o como hacer audioguías alternas para explicar a los visitantes del Welt Museum la importancia y el valor que tiene para los mexicanos ese penacho.

Respecto a su traslado, como señala la página del activista mexicanista Xoconoxtletl, que si se han hecho traslados a grandes distancias de objetos delicados (ballenas, TNT, desechos nucleares, órganos para trasplantes, objetos antiguos y frágiles) usando tecnología del transporte de primer nivel, con los adelantos técnicos de hoy día el quetzalapanecáyotl de Moctezuma sí se podría repatriar a Ciudad de México, su lugar original, para que se conserve como mínimo quinientos años más, ya sea en el Museo Nacional de Antropología o en el del Templo Mayor, para resguardo, reafirmación de la memoria e identidad de los mexicanos.

 

 

Versión PDF