Pero tú, Rimbaud, ¿sabías a dónde querías ir?

- Marco Antonio Campos - Sunday, 11 Aug 2024 08:12 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
El libro 'Un verano con Rimbaud', de Sylvain Tesson (París, Francia, 1972), viajero y escritor que se adentra con acierto en el mundo del gran Arthur Rimbaud (1854-1891), cuya obra ha sido y será objeto de innumerables estudios, es el motivo de esta reflexión sobre la compleja personalidad y talento del autor de 'Una temporada en el infierno'.

 

El año pasado, dentro de las celebraciones de los 150 años de la publicación en Bruselas de Una temporada en el infierno, la editorial Taurus publicó en Barcelona Un verano con Rimbaud, de Sylvain Tesson, traducido por el español Juan Vivanco Gefaell, que contiene páginas y párrafos explosivos. No conocemos la versión original en francés.

Desde Rimbaud en Abyssinie, de Alain Borer, libro rigurosísimo que se lee asimismo como una iluminación desgarradora, aparecido en el año del centenario de la muerte del ardenés, no habíamos leído una obra acerca de Rimbaud que nos atrapara como el volumen de Tesson: una bomba que dispara esquirlas hacia todos lados. Tesson coincidió con Rimbaud más de un siglo después en una de sus facetas: explorador y caminante ilímite.

Dividido el libro en tres partes (“El canto de la aurora”, “El canto del verbo” y “El canto de los caminos “), con una sucesión de breves capítulos cada uno, Tesson va siguiendo muy a su manera la vida y obra de Rimbaud: desde la infancia del niño genial en una pequeña ciudad sombría y casi olvidada del noreste de Francia, pasando luego por la fulgurante aventura literaria, hasta los años abisinios y el lento y pavoroso cáncer óseo que lo consumió.

De la poesía Tesson se detiene en algunos poemas en verso (“Mi bohemia” y “Las vocales”), en las Iluminaciones y ante todo en Una temporada en el infierno: una obra que resultó una aventura verbal que duró apenas seis años (1869-1875). Después, misteriosa y dolorosamente, Rimbaud no escribiría una palabra que tuviera que ver con poesía y literatura. En Adén y en el África, a quienes llegaron a saber algo de su fama, repuso contundente, deshaciéndose del tema, que aquello escrito en su adolescencia y primera juventud eran “enjuagaduras”.

Cuando alguien, desde muy joven, se adentra a la obra del ardenés, diría Tesson, se contagia de la enfermedad progresiva llamada rimbauditis. Pero ¿por qué seguimos leyéndolo? Porque en medio de oscuridades y luces, contradicciones y ambigüedades, hay claves deslumbrantes que nunca se descifrarán o se descifrarán como cada lector quiera hacerlo, o mejor, crea hacerlo, porque como escribía René Char: “Si yo supiera lo que es Rimbaud, sabría lo que es la poesía y no tendría por qué escribirla.”

A cada quién su Rimbaud, y nos incluimos a nosotros mismos, según nuestra edad. En cuestión de su poesía, desde mis veinte años, sigo como entonces prefiriendo Una temporada en el infierno, y en cuanto a su persona, de joven me sentía atraído por el poeta maldito, en la madurez por el caminante, y después, al adentrarme mucho más a su vida, por ese joven atrozmente desdichado que lleva su soledad desesperada adonde lo lleve el viento y que regresa a Francia con su fracaso vital y su ruina física a morir en un largo desgarramiento en una cama de un cuarto del Hospital de la Concepción, en Marsella, desde cuya ventana veía el paso del verano y la llegada del otoño. Rimbaud, luego de 1875 hizo de la fuga y la aventura un desdichado arte, y él mismo acabó viviendo desde 1880 su temporada en el infierno en Yemen y en Harar, y fatalmente terminó por aceptar el dolor, la fatiga, el hastío. Las cartas enviadas a su hermana Isabelle y a su madre Vitalie son un largo, largo lamento, una letanía de ahogo de quien huyó muchas veces, pero que en los años finales ya no sabía cómo y adónde huir.

A cada quién su Rimbaud, pero como escribe Sylvain Tesson, hay frases definitorias que se han repetido al infinito. Salidas como un relámpago en la velocidad de la escritura parece como si hubieran sido calculadamente pensadas: “Yo es otro”, “He aquí el tiempo de los asesinos”, “Hay que reinventar el amor”, “La verdadera vida está ausente”, “Me convertí en una ópera fabulosa”, “Yo sólo tengo la clave de este desfile salvaje…”

Quiso reinventar el lenguaje, ¿pero en Adén y Harar, al otro Rimbaud, le importó eso? ¿En Adén y Harar recordaba que anheló una “lengua del alma para el alma” que resumiera todo? ¿Recordaba que había inventado el color de las vocales? O para preguntarlo con Tesson ¿tenía conciencia de que “imaginó palabras, amoldó imágenes, coloreó el alfabeto, pintarrajeó las expresiones, modeló la forma, estampó sentencias en la memoria colectiva, talló a golpe de martillo profecías herméticas y esculpió con buril expresiones sublimes?”

No importa comprender el significado de sus libros, dice Tesson. Ya lo irá diciendo el tiempo, incluso con nuevos significados.

Si el soneto de “Las vocales” le parece a Tesson “una caja de sueños, una lámpara de Aladino”, las Iluminaciones, así tituladas por Verlaine, que también las estructuró como creyó entender, son bellamente un Museo Imaginario. Están hechas para encantarnos, no para entenderlas. “Rimbaud prende fuego al Verbo, propaga el incendio sobre todas las cosas que abarca su mirada. Luego desaparece.”

Se trataba de crear un nuevo lenguaje. Rimbaud quiso hacerlo y lo hizo, pero después de 1875 lo olvidó para siempre y se olvidó para siempre. “Pero tú, Rimbaud ¿sabías adónde querer ir?”, Tesson formula esta pregunta esencial en vocativo al ardenés, como si lo tuviera enfrente, al recordar los años africanos.

Pero Rimbaud, ya de vuelta a Francia en mayo de 1891, con cáncer de huesos, será hospitalizado, amputado de una pierna, vivirá meses de dolorosa agonía, y después de muerto y enterrado en noviembre, empezará el mito y se prolongará ‒se ha prolongado‒ por cosa de ciento treinta años. En cuanto a nosotros, además de su poesía, hemos leído acerca de él cuatro o cinco espléndidas biografías, lúcidos libros de ensayos y miles de páginas con una infinidad de estupideces l

 

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