Miguel Guardia: poesía para la libertad
- Gerardo Bustamante Bermúdez - Sunday, 29 Sep 2024 09:14
En su poema “Aposentario VI”, el escritor sonorense Abigael Bohórquez interpele a su amigo Miguel Guardia (Ciudad de México 1924-1982): “Aquí entre nos, dime, Miguel,/ ¿qué se sintió no morir del todo,/ qué se sintió decir/ que ejerciste honradamente el verso/ para seguir viviendo?” El poema de Bohórquez dedicado a su fallecido amigo da cuenta de la hostilidad o indiferencia de los jerarcas culturales para difundir y comentar la obra de autores que buscaban en la palabra la forma de entender temas como la injusticia, el odio y la indiferencia inhumana.
Miguel Guardia fue maestro de arte dramático en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y en la Escuela de Arte Teatral del INBA; ejerció de forma permanente la crítica teatral, el ensayo, la dramaturgia y, sobre todo, la poesía, ámbito en el que despliega su ideología de hombre de su tiempo, inconforme por las injusticias que registra en varios de sus poemas de la década de 1960. Fue becario del Centro Mexicano de Escritores; director de la Revista de Bellas Artes del INBA, entre otras actividades. Guardia fue uno de los fundadores de la Asociación Mexicana de Críticos de Teatro; miembro de la Asociación de Escritores de México y asesor de la Dirección de Asuntos Culturales de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
A cien años de su nacimiento, sus colaboraciones en México en la Cultura de Novedades, El Gallo Ilustrado, de El Día o Diorama en la Cultura, de Excélsior, esperan el rescate hemerográfico para que sus lectores puedan completar la contribución de un hombre que estaba al día de los acontecimientos teatrales; sirvan como ejemplo los textos “La hermosa gente” (1959), en donde se elogia a Juan José Gurrola y Héctor Azar, dos jóvenes directores del programa Poesía en Voz Alta, o bien, “Marcel Marceau, el payaso de la cara blanca viene a México” (1959), que más que una semblanza del mimo francés es un texto entrañable sobre un artista que al paso de los años dejó discípulos en diferentes partes del mundo.
En términos generales la poesía de Guardia muestra un tono intimista, muchas veces a partir del recurso de la confesión y la interpelación al lector. Sus temas primordiales son el amor, la ausencia, el paso del tiempo, la soledad, el descubrimiento de la palabra, la muerte y la memoria. Su poesía de tema político/contestatario es su faceta más conocida, pues el poeta va ofreciendo un nudo en las palabras para quienes lo escuchen o lean. Guardia se pregunta constantemente “¿De qué escribe un poeta/ cuando vuelve a sentirse solo y se le cierra el mundo,/ cuando le nace el miedo a tanta soledad?” Su sentido social y coloquial recuerdan algunos poemas de Efraín Huerta, Mario Benedetti y Horacio Espinosa Altamirano, pero siempre desde la originalidad e incluso desde la escritura autobiográfica. En 1959, en “El retorno” hace una pregunta incómoda sobre la maternidad/paternidad, pues sostiene que los hijos resultan en una experiencia de dolores y amarguras: “Mira: sólo el amor no basta;/ tampoco basta con querer que nuestros hijos/ sean los más hermosos o los más inteligentes/ porque ahora sé que en ellos le daremos al mundo,/ únicamente/ más carne para el dolor”.
Dentro de su corpus poético se encuentran Ella nació en la tierra (1949), Tema y variaciones (1952), El retorno y otros poemas (1956), Sólo vine a despedirme (1969), Atentamente (1977), entre otros. La obra de Guardia ha circulado principalmente a partir de la antología Tema y variaciones con otros poemas. 1952-1977 (UNAM, Colección Poemas y Ensayos, 1968, 1978, 1993). En 2011 la Asociación de Escritores de México publicó la plaquette titulada simplemente Poemas y en 2015 Malpaís Ediciones reeditó El retorno y otros poemas en su colección Archivo Negro de la Poesía Mexicana, dirigida por Iván Cruz. Algunos de sus poemas han sido recopilados en antologías poéticas.
Guardia utiliza la forma del poema largo y el verso libre, aunque también recurre al soneto, el romance y el terceto. Las figuras retóricas empleadas con más frecuencia son la antítesis, la metáfora y la anáfora. Una lectura de su obra nos permite conocer al poeta que mira la desesperanza como tópico recurrente; Guardia es un hombre de su época, crítico y muchas veces fúrico con los acontecimientos políticos y sociales que observa a nivel mundial, en donde la desigualdad, la alienación de la sociedad y el abuso de poder generan un panorama desolador en donde la libertad de las personas queda suprimida, por lo que lo único que le queda a la gente de a pie es esperar la muerte, como lo expresa en “Unas palabras”, en 1956: “Para todos los que han renunciado/ diré estas humildes palabras:/ Hermanos, amigos, mis queridos amigos:/ que la muerte sea benigna para todos nosotros.”
El poeta describe la impiedad del presente; en el discurso del autor subyace un alegato poético sobre el abandono humano; el poeta contempla la marginalidad en la que media la estrategia de la reproducción humana que perpetúa dicha condición, además de la violencia, la falta de educación, el empleo mal pagado, el sentido individualista del hombre condenado a la soledad. La mirada crítica de Guardia le valió el calificativo de escritor de protesta, poeta contestario o autor de poesía social; sin embargo, sus registros temáticos son más amplios: el paso del tiempo, la memoria, el amor, la familia, la muerte, la poesía y la existencia.
Un tema particular y de gran factura literaria lo encontramos en sus poemas que hablan sobre la importancia de la libertad humana, la injusticia y la importancia de la palabra para poder entender lo que sucede en el mundo y los peligros que supone la disidencia con el poder: “Que todo siga igual, que cada cosa se conserve/ en el sitio que le ha marcado la costumbre:/ no cometamos el error de ser sentimentales,/ porque ningún hombre es lo bastante fuerte/
para alterar, él solo, Los Designios.”
En la poética social de Miguel Guardia coexisten el amor y el odio; el yo poético se manifiesta en contra de la sumisión y en favor de la memoria del pasado/presente. Guardia comparte su visión sobre un mundo desesperanzado. Sus poemas son una canasta de palabras al alma y a la conciencia, a la lucha y la posibilidad de existir de manera digna. Guardia sostiene que el miedo y la libertad son equidistantes, pero la conciencia debe llevar a la lucha y, por tanto, a la verdadera libertad, que inicia en el pensamiento del hombre crítico: “Miedo: turbio cristal de aumento,/ desacompáñame, vete, déjame solo,/ quiero mirar de frente,/ lanzarme de cabeza a la gran aventura/ de la reconstrucción.”
La poesía de Miguel Guardia surge a partir de la rabia y la inconformidad, por eso justifica su protesta y resistencia ante el peligro de la represión. La memoria y el reconocimiento del héroe social lo registra en “Oración fúnebre”, poema dedicado al luchador Rubén Jaramillo, considerado por muchos como el último zapatista: “Te ganaste la tierra que te cubre,/ Rubén, estoy seguro./ Pero a ellos les pesará la tierra, como a todos nosotros, asesinos/ y cómplices de asesinos.”
Miguel Guardia falleció el 22 de septiembre de 1982. A cien años de su nacimiento, conviene recordar el final de su “Oda al miedo” para evocar la sencillez poética que enaltece el espíritu y el diálogo rebelde del poeta con sus lectores: “Que no estoy muerto, diles. Pero toma/ el teléfono y comunícaselos. Además/ diles que estoy vivo, que pasará/ una pequeña eternidad ‒mi vida‒/ antes que me derroten.// Que estoy vivo, diles.”