Bemol sostenido
- Alonso Arreola | Redes: @escribajista - Saturday, 05 Oct 2024 12:35
Vemos, leemos y escuchamos a gente triste, acongojada por el término de un gobierno y, desde luego, por la partida de su presidente. Vemos, leemos y escuchamos a gente muy contenta por lo mismo, también. Y es normal, nos decimos mientras hacemos una ensalada con los pros y los contras que le vemos al período concluyente. Hallando más de los primeros que de los segundos, según nuestra indómita miopía, igualmente nos preguntamos las consecuencias de proponer estas líneas a nuestros finos y tolerantes editores.
Sucede que en plan revisionista y de manera inevitable, deseamos compartir algo que nos ha sacado ronchas: tenemos varios colegas músicos ‒amigos o simples conocidos‒, que apostaron por la Transformación; que atendiendo a un fervor más o menos súbito, se sumaron a la creación de narrativas y contenidos positivos o auspiciados por el régimen.
Yendo más lejos, algunos compusieron temas cien por ciento panfletarios o con francos objetivos de campaña, ofrendando su nombre a una posteridad explícita. Con ello cancelaron, acaso para siempre, la licencia crítica que tanto les costó construirse en el pasado. A cambio aseguraron, eso sí, exposición, poder, ganancias, obra editada, discos grabados, invitaciones, premios y demás cosechas que no llamaremos injustas, sino simplemente huesos negociados.
Ya metidos en el ajo, a estos personajes no les importó desecar las raíces de una carrera cuyo espíritu parecía ingobernable y a prueba de balas. Dicho de otra forma: su ser contestatario duró hasta que sobrevino un aire que convino lo contrario. Entonces dieron la espalda a un tótem de credibilidad sagrada y mostraron otras cartas.
Y aquí cabe recordar algo: muchos foros, festivales, medios impresos y electrónicos, programas de radio, televisión e internet, les dieron voz y pluma a estos artistas cuando otros gobiernos regían las órbitas planetarias. Hoy, empero, son ellos quienes conforman otra élite, negando oportunidad a sus contrarios. La viga del ojo propio les impide hallar una sola paja en el iris palaciego. ¡Nada que no haya sucedido antes con libertades limitadas!
Entonces, ¿es malo que los músicos expresen sus creencias políticas? Por supuesto que no. Mucho lo hemos celebrado desde aquí, cuando sucede. ¿Es indeseable que, en el caso de quienes se dedican al arte, sus obras sean expresamente panfletarias? Nosotros preferimos formas que exhiban creencias con mecanismos de mayor complejidad, sutileza y reflexión. ¿Eso fue lo que en su tiempo hicieron Diego Rivera o Manuel M. Ponce, sumergidos en el nacionalismo orgulloso? No. Ellos fueron hijos y eco de sus circunstancias. Y lo entendemos.
Nosotros, verbigracia, votamos por Andrés Manuel López Obrador y, aunque no estamos arrepentidos, celebramos que se vaya. No ahondaremos en ello. Diremos que creemos en las proporciones estadísticas y en las matemáticas de aliento extendido; en los pacientes cálculos de la astrofísica; en las líneas y sistemas que el ajedrez propone a largo plazo. Es decir: pensamos lo mismo de hace seis años. Había que pasar a través de este sexenio, por doloroso que haya sido para los pobres que siguieron siéndolo; para las madres que siguieron buscando; para los estudiantes que siguieron desaparecidos; para el poeta del sombrero; para la escritora en el exilio; para las chicas con martillos; para los periodistas derribados; para las instituciones desmontadas; para los árboles talados; para los gritos envilecidos con arengas populistas.
Dicho ello, ¿cuánto durará la inercia del meteoro? No tenemos la menor idea ni nos preocupa. Confiamos en que juntos rebajaremos el encono; en que cambiaremos la trama divisionista por la tolerancia y lo diverso; en que veremos renacer espacios hoy vedados a quienes se atreven al disenso. A ello sumaremos nuestros intentos más genuinos; la música y la escritura con que aspiramos avistar al huidizo venado del arte. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.