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- José Rivera Guadarrama - Sunday, 10 Nov 2024 07:57 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
La compulsiva dependencia del 'scrolling'

 

Nunca antes el ser humano había tenido la compulsiva necesidad de mantener un mismo objeto entre sus manos, manipulándolo durante tanto tiempo, y que le produjera angustia olvidarlo o extraviarlo. En todo caso, lo que hacía era tomar artículos para defenderse, realizar algún trabajo o adaptarse
a su entorno, pero estas actividades no lo obligaban a permanecer sujeto o dependiente.

En la actualidad, con los dispositivos móviles conectados a internet, se estableció un nuevo concepto, el llamado scrolling, que se refiere al acto de deslizar los dedos sobre la pantalla táctil para interactuar con estos aparatos, ya sea para subir o bajar en busca de información, ir a la izquierda o a la derecha de la pantalla, además de aumentar o disminuir el tamaño de las imágenes digitales. De manera vertiginosa, esta actividad se ha convertido en un hábito cotidiano del que no podemos prescindir desde que despertamos hasta que dormimos.

En la actualidad es casi imposible separarnos de los teléfonos móviles o de cualquier aparato digital conectado a internet; hemos desarrollado de forma artificial e impuesta una alta capacidad de adaptabilidad a estos objetos; también podríamos decir que se nos ha impuesto una alta dependencia, similar a una adicción.

Estar sujetos a los teléfonos celulares es un acto reflejo, un impulso inmediato, aunque no tengamos ninguna llamada o mensaje nuevo, aunque no nos interese nada de lo que estamos viendo en redes sociales digitales o cualquier otra plataforma. Tenerlo entre las manos es lo primordial, el propósito es sujetarnos a algo material, algo que esté fuera de nuestra imaginación
y que nos interpele o nos confirme que hay algo cerca de nosotros, que desencadena movimiento o que se nos antepone.

El acto de scrollear proporciona una falsa sensación de estar insertos en la inmediatez, de estar actualizados e informados de todo lo que sucede en el mundo, al instante, sobre todo porque nuestro cerebro busca estar recompensado con el placer instantáneo que genera esta interacción, con lo novedoso que nos parece tal o cual suceso recreado mediante fotografías, videos u otra herramienta multimedia. De esta manera, el circuito de recompensa del cerebro se pone en alerta máxima y permanece en un estado de flujo.

La importancia de tocar, sentir esa materialidad externa a nuestro cuerpo, es significativa, como apunta el investigador Alfonso Puchades Orts; en su lección inaugural titulada La mano, admirable don del hombre (1992), dice que son “de tal trascendencia las funciones que de ella dependen en la vida ordinaria de cualquier persona, y tan graves las consecuencias económicas de su incapacidad”.

Es en las actividades prensiles en donde “la mano ha permitido al hombre desarrollar la mayor habilidad. Y es que la mano es un órgano prensil, una especie de instrumento universal”, que además “ha capacitado al hombre para dominar su entorno natural y crear alrededor de sí mismo una cultura de arte, ciencia y tecnología. Por ello se ha afirmado que con la creación del hombre aparece en la vida una nueva etapa, una nueva fase, distinta de todas las anteriores, la fase instrumental”, indica Puchades.

Este investigador reconoce que la mano ha sido decisiva para el desarrollo de los más variados aspectos de la civilización y la cultura, ya que la realización de nuestras ideas casi siempre se lleva a cabo mediante operaciones manuales; incluso se afirma que ella constituye, después del cerebro, el mayor tesoro de la humanidad.

Tan importante es el poder de la mano que incluso en la antigua Roma, con esta parte del cuerpo, se ordenaba el destino de otras personas; bastaba con elevar o bajar el pulgar para que los emperadores decidieran sobre la vida o muerte de los gladiadores. Ahora damos like o dislike para aprobar o desaprobar contenidos multimedia, obteniendo una falsa sensación de control que nos permita continuar reafirmando el poder gestual de las manos.

 

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