Artes visuales
- Germaine Gómez Haro | [email protected] - Sunday, 17 Nov 2024 09:11
Hay artistas imprescindibles que en su momento marcaron el hito de una época y que, por razones que no acabo de entender, con el paso del tiempo quedan un tanto invisibilizados en el maremágnum de lo que hoy se considera el mainstream del arte. Tal es el caso de dos grandes figuras que ocuparon un sitio en primera fila durante la segunda mitad del siglo XX y que hoy se reencuentran cara a cara en la exposición Gironella y Vlady: los pintores del tiempo, que se presenta en el Centro Vlady de la Universidad Autónoma de Ciudad de México (UACM). Tuve el privilegio de entrevistar a Vlady (Vladimir Viktorovich Kibálchich, 1920-2005) en 1992 y a Alberto Gironella (1929-1999) en 1993 para este suplemento, trabajos que dieron pie a una amistad entrañable, en particular con Gironella, que me permitió vislumbrar con claridad la importancia que tuvieron estos dos creadores a partir de los años cincuenta del siglo pasado. Junto con Héctor Xavier y Josep Bartolí, fueron los fundadores de la Galería Prisse en 1993, un espacio independiente que fue la piedra de toque de la revitalización del arte mexicano tras el peso “dictatorial” de la Escuela Mexicana y el muralismo nacionalista postrevolucionario. Que el Centro Vlady los reúna en esta exhibición es oportuno y relevante, y abre las puertas a una relectura y revalorización de su obra que ‒insisto‒ sigue siendo una asignatura pendiente. Así lo señala en el recorrido Fernando Gálvez, cocurador de la muestra y coordinador del centro: “Este dúo de creadores arman lo que se llamaría la Ruptura que básicamente significó la libertad del arte. No es que se opusieran a las temáticas sociales o históricas, sino que ellos querían hacerlo en el momento y en el estilo que se les diera la gana, sin seguir recetas ni lineamientos ideológicos, ni un programa didáctico impuesto. La prueba es que Gironella dedicó muchos cuadros a Zapata y Vlady su mural sobre las revoluciones e infinidad de pinturas reflexionando sobre la putrefacción del sistema ruso a raíz de la llegada de Stalin.” La muestra integrada por sesenta obras (pinturas, grabados, dibujos, ensamblajes, cuadernos de apuntes) revela al espectador el diálogo plástico entre los dos artistas a través de sus afinidades estéticas, literarias y filosóficas, presentes a lo largo de todo su quehacer artístico. Como parte del guión museográfico se dedica una vitrina con material hemerográfico y bibliográfico que da cuenta de la relación de Vlady y Gironella
con el surrealismo, lo cual resulta muy oportuno en el marco de la actual celebración del centenario de la aparición del manifiesto de Breton. Cabe recordar que Vlady llega a México en 1942 con su padre ‒el escritor anarquista Víctor Serge‒ huyendo del régimen estalinista, tras haberse exiliado en Bélgica y Francia, donde inició su carrera artística al lado de figuras clave del surrealismo, como Víctor Brauner, Wifredo Lam y André Masson, y se embarcan hacia América desde Marsella, con algunos de ellos y el propio André Breton. Gironella, por su parte, conoció en París a Breton, quien lo consideró un artista “admirable” al ver su exposición Muerte y transfiguración de la Reina Mariana en 1962, y sobre la cual la prensa francesa exclamó: “El surrealismo no ha muerto.” Entablaron una buena amistad y Breton conservó hasta el final de sus días obras del mexicano colgadas en los muros de su estudio. Si bien Gironella nunca se consideró propiamente un artista surrealista, es un hecho que abrevó en sus fuentes y se identificó con “la belleza convulsiva” bretoniana, por lo que resulta incomprensible que no esté presente en ninguna de las actuales exhibiciones del centenario del surrealismo, no sólo en México, sino a nivel internacional. Esta exposición, que se puede visitar hasta el 22 de noviembre, es una joyita que pone en alto el trabajo de estos dos artistas imprescindibles.