Bemol sostenido
- Alonso Arreola | @escribajista - Sunday, 01 Dec 2024 09:02
Llegó entusiasmada. Dijo que mientras conducía en el tráfico se puso a escarbar la radio, primero con ocio y luego con angustia. Que tras largo rato sintonizando azarosamente, por fin escuchó algo que calmaba su desesperación. Se trataba de un guitarrista notable. No supo describirnos la música que abordaba, pero sí lo que sintió con su ejecución.
Apurada porque dieran el nombre del intérprete, se apresuró a desenfundar su celular. (Es la más veloz en ello.) Buscó Shazam. ¿Recuerda esa aplicación, lectora, lector? A los pocos segundos de encendida comenzó a perfilar una huella sonora. Como poner tinta en la punta de un dedo para después apretarlo contra un papel.
El resultado, como siempre, fue único. Claro, el programa no entiende la sustancia musical pero sabe que el contorno de sus ondas es inimitable. Así, el nombre que entregó la pantalla fue el de Guillermo Diego, guitarrista y compositor mexicano de gran trayectoria. Tras él apareció: “Suite mestiza II. Encanto de alhelí. Bambuco y clave”. El título del disco era De relato y fantasía.
Ya con las señas confirmadas, esta comprometida melómana esperaba que reprodujéramos la música en el equipo de casa. Desde el principio. Y así lo hicimos. Nos pareció fascinante. La conducción de voces en la guitarra de esa partitura, efectivamente, resulta magnífica. Los bajos juegan con ritmo latino, pero propiciando disonancias de resorte oxidado. La melodía superior es bella. Combina el rigor de la academia con el duende flamenco y, lo mejor de todo, exhibe herencia de bolero y requinto. Todo ello sucede a guitarra sola, como el resto de las piezas que nutren dicha obra. Destaca igualmente “De selvas, quebradas y gaviotas”, una chilena (a ritmo ternario) de condición virtuosa.
Por cierto, si usted fuera de los que tañen las seis cuerdas de vez en cuando, la reconocida editorial americana Mel Bay ha publicado el volumen Guillermo Diego. Album of Pieces for Solo Guitar. Libro a pentagrama y tablatura. Un logro que debe aplaudirse junto a las interpretaciones que de esas y otras composiciones han hecho destacados colegas, como Juan Carlos Laguna, Martín Madrigal, Roberto Limón, Víctor Pellegrini, Rosa Matos o John Goulart.
Hay que decir ahora que Diego, además, ha compuesto para grupos mayores sonando a manos de la Orquesta de Cámara de Bellas Artes, la Camerata de Coahuila, la Sinfónica Nacional de Cuba, la Sinfónica de Oaxaca, la Filarmónica de Chihuahua, el Trío D´Argent de París, la Orchestra Guiseppe Tartini de Italia y el Ensemble de Percusiones de Lyon, por mencionar algunos.
¿Cómo comenzó en la música? Leemos que fue gracias a su abuela, guitarrista aficionada, que tuvo instrumentos a la mano. Obsesionado, entró al Conservatorio a los catorce años de edad. Desde entonces “la guitarra ha sido una compañera inseparable”, como ha mencionado en una de las pocas entrevistas que encontramos. “Es algo vivo, como si tuviera un corazón que debemos cuidar.”
Maestro galardonado por renovar el repertorio del instrumento en México y Latinoamérica, Diego señala que muchos desconocen las enormes posibilidades que aún guarda la guitarra. “Tiene técnicas que la gente no imagina”, explica. “Hay sonidos y aproximaciones extendidas que son muy innovadoras” (verbigracia: El enigma del hombre síntesis).
Acaso sea por ello que Diego ha hecho homenajes al cubano Leo Brouwer, al mexicano Manuel M. Ponce y hasta a Sor Juana, artistas de diferente arte y tiempo pero con semejante sofisticación. Ello sin nombrar su trabajo escénico, en el que se cuentan óperas, recitales y experimentos como la opereta El despertar de las mujeres vampiro.
Mucho de su legado se halla en Spotify. Otro poco en YouTube. Todo vale la pena. Y sí. Le recordamos la existencia de Shazam para que el día que el aire se le vista de sorpresa, pueda usted enjaularlo y resucitarlo. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.