Un fragmento de verdad que aboliese la duda: la poesía de Thierry Pérémarti
- Philippe Cheron - Sunday, 12 Jan 2025 07:31
Por añadidura, tiene dos pasiones: la de las palabras en cuanto autor, traductor, corrector de estilo; y la de la música como cronista y crítico de jazz –a las cuales puede añadirse una tercera: su interés por la fotografía. No es de sorprender que su gusto por el jazz se refleje en su poesía, que es entrecortada, abrupta a veces, syncopée, elíptica, eliminando lo superfluo: sin una palabra de más, con versos breves, sinuosos, se limita a lo esencial.
Empezó a escribir poesía desde muy joven, en 1976, y ha vuelto a ella después de un silencio de varios años. Esta pausa ha sido el teatro de muchas experiencias enriquecedoras, como el hecho de trabajar para revistas musicales francesas y estadunidenses, de publicar un imponente libro sobre músicos de jazz (Visiting Jazz, 2009), pero también dolorosas como la pérdida de un ser querido. Los poemas aquí traducidos son una muestra de su búsqueda tenaz por intentar expresar lo imposible. Pérémarti esculpe, cincela las palabras, su voz vibra con intensidad: “guijarros ebrios/ somos/ sin ofrecer ya/ resistencia alguna// en el pesado lienzo de la noche”.
Una edición bilingüe está en preparación, que reunirá otros poemarios de este autor.
La ausencia interior
(L’Absence intérieure, Gros Textes, 2018)
quietud de la arena esperando
en tu mano antes llovían
mis lágrimas suspendidas
y el enjambre de la noche fructífera
demasiado ancha para tus ojos
yo moraba entonces en tus labios
seguro de nosotros
los días antiguos todavía desconocidos
nuestros cuerpos al golpe-corazón
envejecían a escondidas
con el pulso del amor
en mi mano antes llorabas
instantes inaudibles
y detrás de tu espalda ese vacío
la trenza del tiempo
nada más
quizá el vano solar
de una mirada
la vida aún no había
jugado sus malas pasadas
quietud de la arena
esperando
* * *
sea cual sea la charla
de las hojas al suelo caídas
la temporada nos respira
nos escucha
tus brazos se me adelantan
cargados de un horizonte desconocido
al que me remito
¿de esos charcos mudos
hay que deshacerse
absolver por lo tanto
el otoño quieto?
paseo mis venas trastornadas
vivo en el hueco
de una página sin nombre
donde las ofrendas presentan bien
en el espejo
sólo me veo de espaldas
desasosegado y soñando
con desposar el vivero
de tus labios pródigos
aunque sólo fuese con un beso
que cantaría
largamente en mí
* * *
tan lejos
si fuera necesario ir más lejos
que las referencias desgastadas
de nuestros improbables rostros
superarnos
bocas cosidas con saña
para no regurgitar nada
revolviendo rutas y mares
bajo nuestras suelas minúsculas
y hacer lentamente
este viaje en lo despierto
del espíritu
sentándonos aquí y allá con las bestias
insidiosas
protegidos contra cualquier desengaño
entonces se necesitaría
acercarnos al corazón
fértil de las cenizas
y echar raíces
ahí donde sangran las olas
en el centro de todo comienzo
de la imperceptible desgarradura
de toda génesis
esperar la mordedura de la mañana
cuando el cielo se escribe
ciegamente
así podríamos
cribar
nuestras almas celebrantes
esa sensación de siempre
moverse
en toda instantaneidad
convencidos de que no hay otro abismo
que aquel que llevamos por dentro
Noches en nosotros ya no tenemos
(Des nuits en nous nous n’avons plus, Douro, 2023)
Tan surgido de la espera, has matado esos vestigios de una esperanza, el azul en devenir de tu dedo colmado. Yo no era más que un halo de espinas, ofrenda sepultada, anuncio de un fin refulgente y ahora tu silencio ínfimo por triturar en él recae. Enigma que debe mascarse, y allá acepto otros.
* * *
Apaga las siluetas, los desnudos nuestros, el cielo calvo donde me enraízo. Tráeme la hierba cortada que aún canta, sorbida niebla estridente bajo la lengua –para cumplir mi promesa, adornar el mundo por edificar, volver a convertirme en el hueco donde viviste. Arrancada del corazón, ¿quién selló nuestra luz? Inviértenos el tiempo pasado. Vuelve a coser nuestras manos: aúllan. Que nadie se equivoque.
uuu
¿En qué creímos? En la hierba despierta bajo nuestros pasos acercándose, en los desiertos durmiendo su presunción. En el canto oxidado de los columpios. ¿Estaba yo en el hueco del que no regresa recuerdo alguno? Todo volvió a la vida, todo aquello en nosotros con cielo cerrado, mar por beber hasta las heces, adarve por serpentear. En adelante no pido nada salvo el punto de origen, la exactitud. Pues a la desatadura del atardecer, palabras inútiles. Nada sabes de lo que fue.
* * *
De pie en el íncipit, en lo que más grita de lo oscuro, sombra mía en lo negro. Apenas frágil tu labio. Lo justo ceñido con respecto al universo. Buscaba el espacio donde nada muere, se invierte, se olvida, un aliento incompleto donde continuarse.
Un día más lejano en el día
(Un jour plus loin dans le jour, Carnets du Dessert de Lune, 2024)
en la mirada de las palabras
¿qué se inscribe
que atrae
lo desnudo, sus luces?
soy el labio
de tus primeros besos
la ebriedad magullada
vuelta a abrir la llaga
que no sabe
callar
* * *
y si
nos hubiéramos apartado
de lo que se incendió
en nuestros corazones
al favor de un beso
una esperanza
boca arriba
¿a qué vivencia
hubiéramos consentido?
* * *
esa eternidad
entre nosotros prometida
silenciosa
y vacía
en nuestras manos
¿vendrá a nuestro encuentro
exhumar nuestras caricias
a qué jardín
estaremos destinados
a qué flores, para siempre regaladas?
* * *
encordado
con mi sombra
protegiéndonos
alrededor nuestro
lo que calla, o
se ha olvidado
¿quién de ambos
sigue al otro
sabe ya
lo que es preciso ser?
* * *
al camino olvidadizo
no le importan
nuestros pasos
tan invisibles
como nuestras palabras
en la hoja
dolores de brazas tranquilas
ahí está todo
sin
estar
* * *
fuera de campo
sustraerse a los límites
de tal permanencia
pedazos de universo sin respuesta
que han sido bien mascados
buscando
un testimonio, uno solo
un fragmento de verdad
que aboliese
duda.