Artes visuales

- Germaine Gómez Haro | [email protected] - Sunday, 26 Jan 2025 07:01 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Ángela Gurría. La forma en el espacio

 

Angela Gurría (1929-2023) ocupa un lugar en la primera fila de la creación escultórica mexicana del siglo XX hasta el presente. Fallecida hace apenas dos años permaneció activa hasta el final de sus días. En sus más de seis décadas de creación, Gurría recorrió los más diversos caminos en su quehacer artístico marcado por la renovación del lenguaje escultórico con tendencias nacionalistas de sus antecesores, hacia la búsqueda de un estilo muy personal de esencia poética que entreveró la figura humana, el paisaje, la fauna y la flora, así como la sutil evocación de nuestro pasado prehispánico, en una constante exploración de la forma y de los materiales. El Museo del Palacio de Bellas Artes (MPBA) rinde homenaje a esta destacada creadora con la magnífica exposición Ángela Gurría. Señales, abierta hasta el 9 de febrero: una muestra imperdible que reúne 165 obras de casi cinco décadas, integrada por esculturas, dibujos, bocetos, así como fotografías y maquetas que conforman el registro del proceso de creación de sus obras monumentales concebidas para diversos espacios urbanos en nuestro país.

En una entrevista con Merry Mac Masters, en 2003, en el marco de la exhibición Naturaleza exaltada, en el Museo de Arte Moderno (MAM), Gurría comenta algo muy significativo: “El arquitecto Parra hacía unas casas cerca de la mía y usaba mucho la piedra. Al oír a los canteros, los fui a ver laborar. Les compré un marro, un cincel y me puse a trabajar. Luego, de allí, a estudiar.” Me gusta pensar que fue precisamente el sonido de la piedra en contacto con las herramientas lo que avivó la sensibilidad de Ángela quien, repetidamente a lo largo de su trayectoria, insistió en que las voces del material la llamaban y le marcaban el camino a través del cual la cantera, mármoles, metales y otras piedras le daban la pauta de los temas a desarrollar. En sus inicios quiso estudiar teatro, pero su familia no se lo permitió. Una vez que las voces de la piedra la encandilaron, no titubeó y buscó la formación artística con maestros tan notables como Germán Cueto, Mario Zamora y Abraham González.

Ángela Gurría fue una mujer que practicó su libertad en todos los sentidos, intuitiva y de naturaleza audaz, consiguió expresarse con un sólido fundamento conceptual y estético, lo que le valió ser la primera mujer en formar parte de la Academia de las Artes en 1974. En su discurso de ingreso señaló la importancia de la forma en el espacio en su creación escultórica, concepto fundamental que está presente en toda su obra, especialmente en las esculturas urbanas, y a lo que con tino respondió su gran amigo Juan O’ Gorman: “Sus manos son antenas que pretenden captar la sensualidad del universo. Como en un sistema de vasos comunicantes, esas manos van nivelando el lenguaje del escultor con el del espacio.” Forma y espacio tejen la dicotomía indisoluble en el arte de Ángela Gurría, cuyo trabajo denota una impecable maestría, acorde a su propósito estético o ideológico. En este sentido, es interesante observar que sus obras inspiradas en el mundo natural ‒sus árboles y hermosas cactáceas‒ son ejemplo de su preocupación precursora de una conciencia ecológica en el siglo XX, así como su diálogo con el universo cosmogónico prehispánico dio lugar a la representación de las calaveras, y la fauna sagrada ancestral como los jaguares y las mariposas.

Algo que no podemos perder de vista es que Gurría fue una artista que permaneció fiel a sí misma a lo largo de prolífica creación, ajena a la presión de las modas y las exigencias del mercado. Su incansable curiosidad la llevó a explorar toda suerte de materiales que la llevaron a realizar piezas muy variadas, tanto en su forma como en su contenido. Una escultora que supo escuchar las voces de sus materiales para dialogar íntimamente con ellos. Su obra atrapa por su belleza y emociona por su naturalidad: equilibrio, armonía y coherencia son el fundamento de su identidad.

 

Versión PDF