La otra escena
- Miguel Ángel Quemain | [email protected] - Sunday, 02 Feb 2025 07:52



Arrancamos una nueva temporada para el teatro mexicano en 2025 con coincidencias de enorme calidad. No da el calendario para ocuparse de todas antes de que salgan de cartelera.
Itzhel del Razo. Una de las puestas en escena más interesantes es resultado de un gran trabajo de creación y asimilación de un periplo intelectual, emocional y físico que la bailarina, estudiosa y actriz de enormes capacidades, Itzhel del Razo ha puesto en escena. Se trata de una meditación desconstructiva sobre la feminidad y sus ritos, obra de su autoría que además dirige y es parte de los proyectos del Sistema de Teatros de la Secretaría de Cultura de la CDMX. Carne de cañón. Carnicería escénica sobre
la deconstrucción de lo femenino (Teatro Sergio Magaña, hasta el 9 de febrero) desdibuja las fronteras del teatro, la danza y el performance con elementos rituales inspirados en la única comunidad matriarcal que sobrevive en el mundo en la isla de Sumatra, Indonesia, donde Del Razo se entregó al aprendizaje y meditación profundos sobre lo emocional y lo escénico. Itzhel del Razo se sabe acompañada y, formada en la comunidad de lo teatral, convocó a seres semejantes en poder, fuerza y ejecución precisa para vivir y sudar con estos arquetipos de lo femenino (madre, anciana, rezagada, doncella) en los cuerpos educados y flexibles de Angélica Baños, Samantha Nevarez y Aline Bernal.
Clásicos entre nosotros. Lo que caracteriza este inicio de año es también el riesgo que algunos directores toman con textos clásicos que se han montado entre nosotros, con puestas en escena memorables, como Emigrados de Slawomir Mrozek (polaco naturalizado francés, Borzecin, Polonia, 1930-2013) del exigente y riguroso David Psalmon, hace poco más de quince años.
Emigrantes: dejar el hogar y resistir. Ahora la compañía Teatro Emergente (en residencia en el Foro Shakespeare) del venezolano mexicanizado Jesús Delgado ha puesto también en escena Emigrados (con un nuevo título) para recordar lo maltratado que fue Mrozek en México, pero cuyo espíritu clásico lo ha hecho indemne a la indiferencia sistematizada de esta fobia disimulada de algunos mexicanos contra los migrantes y la soledad existencial de quienes dejan atrás su patria. Además, montaron en el mismo escenario para todo febrero su obra hermana Los policías.
Arturo Ríos en El Milagro. En esa misma dirección está Días felices (1961) de Samuel Beckett, que dirige y actúa uno de nuestros grandes actores mexicanos, Arturo Ríos, acompañado de Mónica Torres, en un dúo que es una manera fascinante y conmovedora de compartir la experiencia y el conocimiento de lo escénico de modo (si vale la expresión) transgeneracional, como lo hizo Mauricio Davison con la estupenda actriz Mar Aroko en La exageración de David Olguín.
Civilización Boris Schoemann. Teatro La Capilla no deja de ser un escenario por excelencia de producciones sugerentes, críticas que ponen en juego elencos jóvenes, obras de dramaturgos mexicanos o traducciones que hacen del espacio territorio cosmopolita, sobre todo francófono, que es parte de la materia prima que compone literariamente su sostén, el actor, director y escritor Boris Schoeman. Esta vez, en una cortísima temporada, pone Civilización, una obra compleja, muy rica y ácida de Luis Enrique Gutiérrez Ortíz Monasterio, dirigida por Boris Schoeman y David Barrera Bautista. Schoemann no niega su enorme afición a la obra de LEGOM, que tuvo oportunidad de vivir intensamente cuando compartió la dirección de la Compañía de la Universidad Veracruzana. Es una puesta en escena que pone en evidencia la estupidez y la ambición de quienes, en el ejercicio del gobierno y el poder, tratan de crear monumentos a su voracidad. La calderonización, sandracuevización y foxificación de la ciudad y el municipio que ya Ballard había anticipado en Rascacielos y La isla de cemento, dos novelas hermanas de esta pieza.