La Casa Luis Barragán, nuevas lecturas

- Xavier Guzmán Urbiola - Sunday, 23 Feb 2025 07:56 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
'Artes de México', Número 138, enero 25, Artes de México, México, 2025.

 

El número 138 de Artes de México está dedicado a la casa que Luis Barragán erigiera como su hogar, refugio, jardín y taller. Ubicada en Francisco Ramírez 14, Tacubaya, el año pasado cumplió veinte años de su inclusión en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO. La ocasión fue propicia para confeccionar esta entrega, ¿Cómo celebrarla? La Fundación de Arquitectura Tapatía Luis Barragán, Margarita de Orellana, así como Alberto Ruy Sánchez, editores por más de treinta años de Artes de México, pensaron que era improcedente repetir las afirmaciones desgastadas sobre el arquitecto tapatío: el poeta del espacio, el autor de las casas desarrolladas hacia su interior, el esteta solitario de las terrazas que se abren al cielo. Por lo tanto, si se querían privilegiar enfoques novedosos era imperativo disponer de fuentes de igual carácter. Fue la invitación y el reto que recibimos Alfonso Alfaro, Lucía Cornejo, Adriana Malvido, Guillermo Eguiarte y un servidor. Sólo por eso sería interesante este número de Artes de México, pero hay más.

Ruy Sánchez se demoró contemplando cómo la lluvia invade el jardín, como las luces del día iluminan sus diversos ámbitos, o como las hojas de los árboles tocan los ventanales y lo explicó con su asombro de poeta y su mirada de estratega.

Alfaro aportó, sin duda, el texto más sugerente de la revista. Él lee los espacios de la casa como un “manifiesto” e invita al lector a hacer un itinerario diferente, que se torna, como consecuencia, excepcional. ¿Qué encontró? Excentricidad, nostalgia, modestia, azar, pero también el tiempo sosegado, las sorpresas paulatinos, esclusas escenográficas, “el espacio sideral” y tantos otros valores o recursos que propone como claves para aproximarnos de manera fresca a su casa, a su arquitectura.

Cornejo escribió un bello poema que nos propone cerrar los ojos para recorrer la casa imaginando, por ejemplo, un árbol que camina desde el jardín y “tienta” el vidrio soplado de las jarras artesanales mexicanas reflejándose en un mantel o el color de los muros tomado de los “frutos que se abren”.

Malvido ofrece, por fin, una elegante radiografía de las presencias femeninas que rodearon a Barragán en vida. En su artículo narra esas historias secretas, a la vez que recorre la casa detectando sorprendentes figuras femeninas: Adriana Williams, vírgenes diversas, María Luisa Lacy, Las tres gracias, Valerie Luandahl, el precioso busto en madera de Lupe Hermosillo Pacheco, Rosenda Monteros y tantas más.

Eguiarte, conocedor como el que más de la cultura japonesa, hizo una lectura desde los libros de arquitectura de aquel país ‒atesorados en la biblioteca de la casa‒ sobre la forma en que Barragán asimiló esos conocimientos ancestrales (el Wabi o belleza efímera) para cifrarlos en sus soluciones y la forma en que dialogó con fotógrafos y visitantes nipones para enriquecerse como jardinero y arquitecto.

Por último, un servidor, a partir de poemas, cartas, dedicatorias y fotografías, muchas de ellas desconocidas, exploré de qué manera las amistades de ciertas personas, no arquitectos, construyeron con Barragán una complicidad, la forma en que ellos se involucraron en su trabajo y él colaboró en el suyo: Edmundo O’Gorman, la Güisa Lacy, José Gaos, Justino Fernández, Gloria Cándano, Salvador Novo, Carlos Pellicer y tantas otras y otros.

¿Qué más puede hallarse en este número? Así como Juan Segura no es importante por su arquitectura de apariencia art decó, o Antonio Rivas Mercado no fue sólo un ecléctico, tampoco el trabajo de Barragán puede reducirse a sus paredones de colores mexicanos deslavados, pues las superficiales visiones, etiquetas o adjetivos han terminado por explicar poco o incluso ocultar lo que está por descubrirse. “Sumar al asombro de contemplar el placer de comprender”, es uno de los lemas de Artes de México, sin olvidar documentarlo de maneras imaginativas y compartirlo con generosidad. Ese fue nuestra aspiración. Bienvenidas las nuevas miradas.

 

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