América Latina y el psicoanálisis: Entrevista con Ana María Fernández

- Mario Bravo - Sunday, 16 Mar 2025 08:40 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
A finales de 2024, la Universidad Pedagógica Nacional le organizó un homenaje a la psicoanalista Ana María Fernández (La Plata, 1944). La reconocida especialista argentina charló con 'La Jornada Semanal' para compartir su mirada sobre diversos aspectos de la vida contemporánea en América Latina.

 

Ana María Fernández cuenta con ocho décadas de vida. Doctora en psicología por la Universidad de Buenos Aires (UBA), esta psicoanalista es un referente del campo psi en nuestro subcontinente. Estas son las reflexiones de la autora de lúcidos libros como Las lógicas colectivas. Imaginarios, cuerpos y multiplicidades (2007) y Psicoanálisis. De los lapsus fundacionales a los feminismos del siglo XXI (2021), por mencionar algunos.

El sujeto y la ternura

¿Cuáles son algunas de las fragilidades psíquicas que encuentra en el ser humano tras escuchar muchísimos relatos a lo largo de su trayectoria profesional?

‒Hay fragilidades, pero también cosas muy feas que los humanos hacen: el fascismo, los feminicidios, el abusar de los niños… Eso no se relaciona en nada con las fragilidades y son actos inadmisibles. Puntualmente, en cuanto a fragilidades humanas ubico el miedo, el temor de hombres y mujeres que impide no animarse a jugar sus cartas existenciales, no luchar… Creo que la mayor fragilidad es no animarse y no ser honestos con uno mismo, es decir, no ser autocrítico.

 

‒“Frente a la crueldad, miramiento y buen trato”, dijo el psicoanalista Fernando Ulloa. Esa frase usted la ha retomado en varios escritos. Él habla entonces de una base ética del sujeto: existe una ternura de la infancia casi inherente al ser humano, pero algo nos sucede que nos podemos desviar y extraviar hacia la crueldad… ¿Por qué ocurre eso?

‒Ulloa dice que los bebés y los niños, al ser criados, necesitan miramiento y buen trato. Esa es la base ética del sujeto. Si vos no recibiste miramiento y buen trato, sólo tendrás crueldad y no se arma dicho basamento. El desamparo te impide construir la ternura. En la precariedad del nacimiento, el ser humano construye lo más humano del humano, esa es su riqueza porque ahí se le edifica la necesidad del amor. Cuando el humano es muy pequeño necesita que lo amparen; pero, posteriormente, también comprende que es fundamental devolver esos cuidados.

 

¿El sujeto cruel ha padecido entonces un desamparo?

‒Puede ser. La crueldad no viene en los genes, sino que quien la ejerce es porque ha sido abusado, pegado. Incluso, quizás, por caminos más oscuros ha podido armar la perversión de la crueldad… no necesariamente porque ha sido objeto de ella. Metodológicamente, evitemos afirmar que tal cosa es a causa de tal o cual factor.

Crueldad, patriarcado… y capitalismo

¿Cómo explicar las praxis de quienes fueron crueles en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) en Argentina durante la dictadura militar, de 1976 a 1983; y, asimismo, los actos de quienes perpetraron la barbarie en Ayotzinapa, México?

‒Ahí puede ser que los crueles hayan sufrido eso, pero también existe algo que el mundo psi olvida: la pulsión destructiva del poder. Cuando un padre abusa de un hijo, entonces, allí se comió un paso: todos los seres humanos sienten deseos sexuales por los bebés; sin embargo, hacemos un proceso mediante el cual producimos cultura cuando transformamos la pulsión sexual en ternura. Al hacer eso transitamos por un malestar, debido a que nos privamos de satisfacer la pulsión. En el patriarcado existen quienes abusan de sus hijos porque no tienen ganas de privarse de eso y cuentan con la posibilidad de hacerlo por el poder que tienen.

 

¿Se es cruel porque la sociedad te lo permite?

‒Un feminicida mata porque puede. Es más simple de lo que creemos.

Parece un callejón sin salida…

‒Lo es si pensás que no se puede destruir el patriarcado ni el capitalismo desde donde se construyen esos privilegios. ¿Quién dirá hoy que podemos derrocar al capitalismo y al patriarcado? ¡Nadie!

 

Solamente las feministas se han atrevido a decir, desde hace cuatro o cinco años, que abolirán al patriarcado…

‒Estoy muy de acuerdo, siempre que se acuerden del capitalismo.

 

Necropolítica y narcotráfico

El capitalismo, el colonialismo y el patriarcado viven de reproducir desigualdades. ¿Puede ahondar en cómo mira ese fenómeno en América Latina?

‒Terminada la etapa neoliberal, el actual capitalismo global es diez veces más sanguinario. Algunos, desde hace varios años, venimos hablando de que existe un pasaje de la biopolítica a la necropolítica. Se mata masivamente para resolver la migración en el Mediterráneo. Aquí, en México, el narcotráfico es parte de las necropolíticas. Allí también existe cierta alianza con el Estado.

 

Quién muere y cómo debe morir. Se eligen las maneras más crueles para eliminar al otro, que no es mirado como ser humano y es más un objeto desechable…

‒Esa crueldad disciplina y llena de miedo. La necropolítica es gobernabilidad y formas de la gobernanza que incluye acuerdos espurios con los narcos, los cuales son como paramilitares. El narco ayuda en las necropolíticas, pero no es el Estado. Tampoco les interesa ocupar al Estado como quien toma el Palacio de Invierno, sino que les importa tener a dicho Estado a su servicio.

 

Universidad pública

Hace veinticinco años usted teorizó sobre las instituciones estalladas en la Argentina, mismas que transitaban por un vaciamiento de sentidos…

‒Se agudizó el vacío de sentido, no hubo ninguna propuesta política que combatiera realmente a la corrupción y estallaron instituciones hasta llegar, ahora, al relato donde supuestamente ni siquiera debe financiarse a la Universidad de Buenos Aires.

 

¿Cómo se encuentra actualmente la universidad pública con respecto a pensar, teorizar y hacer algo críticamente en favor del cambio social?

‒En la Argentina hay un fenómeno positivo: las universidades nacionales fundadas en la época del kirchnerismo. Son muy conmovedoras esas instituciones del conurbano, aunque también cuentan con bastante sentido de la propaganda política, se investigan cosas sesgadas en muchos casos… todo lo que inventan se nombra Néstor Kirchner. La UBA tiene sus negociados corruptos. Eso ha desvirtuado la autonomía universitaria; aun así, es enorme. Yo asistía mucho a la Universidad Nacional de Moreno porque la vi fundarse en un sitio de pobreza y violencias extremas. Alguna vez estaba dando clase como profesora invitada y sonó un teléfono celular. Vi que una alumna contestó la llamada y dijo a su docente: “Era fulanita que tiene ganas de escuchar a la profesora de Buenos Aires; pero su patrona está con gripe y fiebre alta, así que no le dio permiso de venir.” Y la profesora que me invitó intervino: “Que no se preocupe, pues le juntaremos las grabaciones de las clases.” Eso conmueve. ¡Eso es una universidad del conurbano bonaerense!

Esas historias no se encuentran mucho, supongo, en las aulas de Buenos Aires. Existe un abismo entre la Universidad de Moreno y la UBA.

‒El mismo abismo de las diferencias de clase existente en la sociedad argentina; aunque, paradójicamente, la universidad pública es el único sitio que conserva la ilusión de ascenso social.

 

Pandemia y capitalismo extremo

¿Cómo habitamos nuevamente el espacio público tras el confinamiento a causa de la Covid-19?

‒Después de la pandemia llegó Javier Milei a la Argentina. Esa pandemia mostró lo indemostrable y generó una reivindicación que poco guarda relación con las luchas necesarias: exacerbó el individualismo en una postura antipolítica. Pero hay una relación de continuidad en algo que puede ser entendido desde cierta psicología política, pues después de la pandemia en varios sectores sociales fue muy natural votar a Milei al defender la idea de que los políticos son una casta y sólo roban, lo cual es cierto; no obstante, Milei fue el modo encontrado para vencer a esa casta horrible. Este personaje surge porque actualmente no hay nada por lo cual votar. En la pandemia quedó a la vista el capitalismo extremo y la voracidad del capital, misma que se halló por encima de la población. Quedó claro que a los gobiernos no les importaban los fallecidos, sino parar la economía. El tejido social fue destrozado cuando, en pandemia, nos dimos cuenta de que nos encontrábamos en un capitalismo mucho peor que el de Margaret Thatcher y no nos habíamos dado cuenta; pero le seguíamos llamando neoliberalismo. En Inglaterra, el primer ministro dijo que no pararía la economía y la gente siguió laburando hasta que el virus lo atrapó a él. Allí empezó a regular. Y la gente vio que, en los gobiernos, no había alguien velando por sus intereses. Vimos la desnudez de un capitalismo insaciable.

 

Del binarismo a la multiplicidad

Ante la voracidad del capitalismo y frente a la crueldad cotidiana en nuestros países, ¿cómo se mantiene la pulsión de vida en el sujeto dentro de sociedades como la argentina o la mexicana?

‒Lo más interpsíquico guarda cierta independencia de funcionamiento y no está tan ligado, por eso cuando veo lo psíquico… que sí lo miro pulsional… tiendo a pensar que se trata más de imaginarios sociales instalados en el psiquismo de la gente. Debiéramos repensar la idea binaria de pulsión: muerte o vida… Al contrario: ¡multiplicidad pulsional! Sigmund Freud era binario; pero, ¿por qué ahora debemos definir la pulsión en sólo dos términos? Las pulsiones varían de intensidades, de colores… ¡Reivindiquemos a Deleuze y no a Hegel!

 

¿Nuestra posible salvación como humanidad estaría en esa paleta de tonos, en vez de hallarla en el binarismo de las pulsiones de vida y de muerte?

‒No sé cuál sea nuestra salvación. Desde la actualidad pareciera no existir, pues predomina el imaginario de que sólo debemos tener una vida personal más o menos agradable, y una casa bien pintadita. Asimismo, tiremos a la basura una idea proveniente tanto del cristianismo como del marxismo: los pobres salvarán al mundo. ¡A los pobres les destruyeron la cabeza!

 

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