Cinexcusas
- Luis Tovar | @luistovars - Monday, 24 Mar 2025 07:23



Exhibida por primera vez hace año y medio en 2023, en el vigesimotercer Festival Internacional de Cine de Morelia –beneficiaria del programa Impulso Morelia 8, un año antes–, y después en otros festivales fílmicos, recientemente Lluvia (2023) tuvo su estreno en cartelera comercial. Se trata de la ópera prima largometrajista de Rodrigo García Saiz, egresado del CUEC (hoy Escuela Nacional de Artes Cinematográficas), la Universidad de Nueva York y la cubana Escuela de San Antonio de los Baños.
Luego de tres cortometrajes de factura más que aceptable –El hombre que murió de rumor y Un rudo oficio (corto documental), ambos de 1996, y Ciudad que se escapa, de 1998–, García Saiz se dedicó a la producción publicitaria, por la que ha obtenido numerosos reconocimientos; dos décadas más tarde acomete su primer largo, producido por él mismo en compañía de Paola Cortés y Araceli Velásquez, con guión a cargo de la muy experimentada y filmada Paula Markovitch, el estupendo diseño de producción de Sandra Cabriada y, dentro de dicho rubro, una selección de locaciones sobresaliente.
La protagonista omnisciente
Junto con el desempeño histriónico colectivo, los dos últimos rubros mencionados, diseño de producción y locaciones, son indudablemente lo mejor que ofrece Lluvia. En cuanto a lo primero, un casting que incluye entre otros a Cecilia Suárez, Bruno Bichir, Arcelia Ramírez, Hoze Meléndez, Karina Gidi, Martha Claudia Moreno, Tiaré Scanda y Dolores Heredia, es garantía de buen nivel actoral aunque, en este caso, es de lamentar que por ejemplo las dos últimas tengan una participación más bien marginal. Por cuanto hace a lo segundo cabe insistir en la eficiencia alcanzada pues, al igual que filmes como Los Caifanes –por sólo mencionar al más señero–, el protagonista constante y omnisciente de Lluvia es la otrora muy noble y leal Ciudad de México, antes DeEfe, hoy CDMX, que sin importar el nombre oficial asignado siempre será Chilangotitlán.
Consecuentemente con lo anterior, el filme abre con una panorámica del horizonte urbano en algún punto del Centro Histórico, para luego desplazarse hacia numerosos puntos no determinados pero, para quien vive o ha visitado el Defectuoso, inconfundiblemente chilangos: unidades habitacionales indistinguibles unas de otras, calles y avenidas ahítas de tráfico vehicular, pasos a desnivel, puentes peatonales, moteles por todas partes, así como constancia tenaz de grafitti, basura, ruido, charcos… estos últimos en abundancia porque, justificando al título, las seis historias que se cuentan transcurren todas bajo una lluvia pertinaz, intensa y tozuda como suelen ser en temporada en el Valle de México. Incluso con independencia de dichas historias, ese urbano paseo múltiple es una gozada visual que logra transmitir un estado de ánimo colectivo y, aquí sí en función de los personajes, un modo de ser y estar en el mundo.
Sale sobrando
Donde la cosa ya no funciona igual de bien es en el argumento: de suyo narrativamente sospechosas, al menos tres muy improbables casualidades merman la verosimilitud exigible a toda ficción. La primera: un taxista recoge a su pasaje que le pide ser llevado exactamente al domicilio del primero, donde habría de ser cometido un adulterio. La segunda: una profesora es asaltada por dos chakas, uno de los cuales fue su alumno en la secundaria. La tercera: un fuereño sinaloense aborda azarosamente a una travesti o transexual para requerir sus servicios, y no sólo resultan paisanos sino que tienen una historia amarga en común.
El resto de las historias –un matrimonio infeliz a punto de la ruptura, una enfermera nocturna que sin querer obtiene una buena lana, y finalmente una pareja/no pareja de felicidad fugaz–, bastante plausibles, hacen más deplorable todavía el mencionado recurso a la casualidad, mismo que, visto en perspectiva de conjunto, no hacía ninguna falta y, por el contrario, le sale sobrando a una película meritoria en muchos aspectos.