Entrevista | Gilles Lipovetsky: hacia una cotidianidad más estética
- Alejandro García Abreu - Sunday, 30 Mar 2025 10:24



A Laura, genial editora y connaisseur absolu du temps, eternamente agradecido.
Gilles Lipovetsky (Millau, Aveyron, 1944), el sociólogo de la hipermodernidad, conversa sobre sus libros El lujo eterno. De la era de lo sagrado al tiempo de las marcas –escrito con Elyette Roux–, Los tiempos hipermodernos –elaborado con Sébastien Charles–, El Occidente globalizado. Un debate sobre la cultura planetaria –realizado con Hervé Juvin–, La estetización del mundo. Vivir en la época del capitalismo artístico –en coautoría con Jean Serroy– y De la ligereza. Hacia una civilización de lo ligero. Publicados todos ellos por Anagrama, fueron traducidos por Antonio-Prometeo Moya. Los editores recuerdan: Lipovetsky es considerado “el heredero de Tocqueville y Louis Dumont”, según Luc Ferry –filósofo y exministro de Educación de Francia–, y, en palabras del poeta, periodista y pintor español Vicente Verdú –quien estudió la economía y la sociedad desde las guerras mundiales hasta la aparición del “capitalismo de ficción” luego de la caída del Muro de Berlín– el autor galo resulta “una estrella de los analistas de la contemporaneidad.” Lipovetsky es Caballero de la Legión de Honor y doctor Honoris causa por las universidades de Sherbrooke (Quebec, Canadá), Sofía (Bulgaria) y Aveiro (Portugal). En Gustar y emocionar. Ensayo sobre la sociedad de la seducción asevera: “La hipermodernidad liberal es inseparable de la generalización y la supremacía tanto del ethos como de los mecanismos de seducción.” Introduce en su teoría de la hipermodernidad un nuevo concepto: lo ultracontemporáneo. “Es el momento de la diseminación social de las operaciones de seducción que se han hecho tentaculares, hegemónicas, destinadas a la innovación permanente. Ya no se trata de constreñir, mandar, disciplinar, reprimir, sino de ‘gustar y emocionar’. Aquí es donde lo ultracontemporáneo halla un sorprendente punto de encuentro con la época clásica. Ya que es indiscutiblemente el lema clásico, ‘gustar y emocionar’, inicialmente relacionado con el teatro, el que se ha impuesto como una de las grandes leyes estructuradoras de la modernidad radicalizada. Esta ley se aplica a todos los ámbitos, a la economía, los medios de comunicación, la política, la educación. ‘Gustar y emocionar’: el principio se aplica a los hombres, las mujeres, los consumidores, pero también a los políticos e incluso a los padres: estos son ‘la ley y los profetas’ de los tiempos hipermodernos. Estamos en la sociedad del ‘gustar y emocionar’, la última manera de actuar sobre el comportamiento de los hombres y de gobernarlos, la última forma del poder en las sociedades democráticas liberales.”
–¿De qué manera contrasta la producción de lujo de alto valor creativo con la producción industrial en serie?
–A la producción de lujo de alto valor creativo se contrapone una producción industrial en serie que no posee singularidad, consignada al consumo de masas. Si contraponemos las dos instancias, el resultado es una dualidad que opone arte y producción en masa, estilo e industria, vanguardia y baratija kitsch. Y las marcas para el gran público copian los códigos del lujo.
–¿Cuál es la clave del capitalismo creativo y transestético, concepto incluido en La estetizacion del mundo. Vivir en la época del capitalismo artístico, libro escrito con Jean Serroy?
–La clave es el dominio del estilo, de la belleza y del espectáculo, que adquirieron mucha importancia en los mercados. La elaboración de objetos y el consumo se transformaron tanto que resulta imposible no reconocer la llegada de un genuino “modo de producción estético.” Este diferente estado de la economía es el capitalismo transestético. El capitalismo contemporáneo ha incorporado a grandísima escala las lógicas del estilo y del sueño.
–Usted plantea que arte, lujo y negocio son los lineamientos del hiperarte.
–Con el capitalismo artístico, el mundo del arte “a la antigua” fue desplazado por el hiperarte, en el que desaparecen las distinciones entre arte, negocio y lujo. Ocurre en el mundo de la alta relojería: objetos corrientes cuya belleza transforma en piezas de colección.
–¿Qué constituye el capitalismo artístico?
–Está constituido por empresas que combinan un polo económico y uno creativo.
–Usted afirma que en el capitalismo creativo se distinguen cuatro círculos que generan sinergias crecientes. En el segundo círculo está el lujo.
–El lujo está en el segundo círculo porque comprende los elementos que articulan un marco de vida –el life & style–, una existencia diaria más estética. Y los cuatro círculos no carecen de interconexiones.
–¿Qué ocurre con el mercado en la era hipermoderna, época estudiada en colaboración con Sébastien Charles en Los tiempos hipermodernos?
–La era hipermoderna acopla la tradición y la marca, lo sempiterno y lo efímero, el patrimonio y la vanguardia, los orígenes y la creación contemporánea.
–El mestizaje de géneros es una característica de nuestros tiempos. ¿Cómo lo percibe?
–La industria se convierte en moda, por consiguiente el lujo y la moda proclaman una imagen artística.
–El lujo eterno. De la era de lo sagrado al tiempo de las marcas, escrito con Elyette Roux, resulta un análisis de tradiciones e innovaciones.
–En el libro escrito con Roux planteo que el lujo no se reduce a lo superfluo. Es inherente a la historia de la especie humana.
–En “El reino de la hipercultura: cosmopolitismo y civilización occidental” –ensayo incluido en El Occidente globalizado. Un debate sobre la cultura planetaria, libro en el que discute con Hervé Juvin– afirma que las humanidades ya no atraen a las élites y que el lujo está de moda, incluido su vínculo con el mundo del deporte.
–Actualmente las humanidades no atraen a las élites. Las grandes escuelas de comercio se impusieron. El lujo está de moda. Las fortunas se exhiben sin obstáculos en el mundo del deporte. La edad hipermoderna aclama la unión del dinero y el deporte. Evidentemente se convierte en un sector económico: el deporte business desplazó la idea del deporte como muestra de una esforzada magnanimidad en emprender las cosas.
–¿Percibe el declive de las humanidades como resultado del “maremoto de las marcas”?
–Europa tiene más tiendas de lujo –30 mil– que librerías. Nada escapa del tsunami de las marcas. Relojes, joyas, gafas de sol o correctoras de la vista, marroquinería, equipo deportivo, teléfonos celulares y muebles de diseño pertenecen al reinado de una moda.
–En El Occidente globalizado dice que la cifra mundial de negocios del lujo pasó de 90 mil millones de euros en 2000 a 170 o 180 mil millones en 2008. ¿Cómo explica el crecimiento?
–Vivimos en una economía de consumo que funciona con el elemento compositivo híper por delante: es una economía excesiva, más rápida por el e-commerce. Su crecimiento se debe, en parte, al surgimiento de más marcas de gama alta. Influye en el incremento de los gastos de lujo.
–La “cultura-mundo” da auge a la individuación. ¿Cómo distingue el fenómeno de manera global?
–La cultura-mundo impulsa la individuación en la medida en que esta forma de proceder asciende en todos los continentes, aunque no tenga la misma fuerza ni acoja las mismas formas. En la actualidad, tanto en China como en Rusia se extiende el individualismo posesivo, la exaltación por el lujo y la moda, el dominio del modelo empresarial.
–En nuestros días los artistas y las corrientes se lanzan como marcas, por consiguiente los coleccionistas buscan “marcas” artísticas. ¿De qué manera ocurre “la hibridación transestética de lo artístico y lo comercial, de la vanguardia y la moda”?
–Actualmente son varios los artistas que colaboran con marcas para elaborar colecciones o piezas únicas. Un ejemplo en el mundo de la relojería es Swatch. La marca solicitó a Keith Haring, Sam Francis y Victor Vasarely la concepción de algunos modelos de relojes.
–En este caso el reloj es la exhibición de un símbolo de lujo bajo el signo del arte. “Los mismos artistas se vuelven actores de la escena hype”, afirma en De la ligereza. Hacia una civilización de lo ligero.
–Andy Warhol fue el pionero. Fue un gran actor de la escena hype. Impuso un nuevo modelo artístico al mezclar vanguardia y star system. Siempre dijo: “soy un artista comercial.” Desacreditó el concepto del artista bohemio. Combinó las áreas del arte, la moda y la publicidad. Le interesaba el artista que quería darse a conocer y se opuso a la idea de que la miseria fuese la clave de las creaciones genuinas. Apareció al artista que quiere ganar mucho dinero y volverse muy famoso. Un acoplamiento transestético de economía, frivolidad y seducción caracteriza la ligereza hipermoderna.
–¿Qué significado le da a la compra en el marco del mercado de lujo?
–Comprar es jugar, es conseguir un sutil cambio en la vida diaria. Es el sentido del mundo hiperconsumista. A la vez se trata de alcanzar el “gran estilo”: la legítima elegancia de las formas y el lujo de la belleza.