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- José Rivera Guadarrama - Sunday, 30 Mar 2025 11:02



En los espacios limítrofes, en los umbrales, en las fronteras territoriales y creativas, el arte contemporáneo ha encontrado un espacio de fuerza productiva, un soporte de exploración propositivo, una especie de situación de canjes e intercambios, acuñado en el término arte liminal.
Estas actividades liminales, que pueden abarcar distintos campos, como un performance, una función de teatro, audiovisual, multimedia, un ritual, etcétera, tienen la particularidad de permitir que los participantes reflexionen y reformulen los símbolos o comportamientos habituales de lo que consideramos arte; es decir, estas propuestas buscan generar una transformación social y personal.
En ese sentido, Berta Jottar, videoartista y teórica mexicana, sostiene que la frontera, lo liminal, despliega relaciones de poder diferentes y contradictorias, puesto que media prácticas de acceso, cruce, prohibición del paso, de transgresión, pero también de representación, de traducción, reconocimiento, enunciación, incluso de (in)visibilidad.
En esos entrecruzamientos vale la pena destacar el trabajo de la creadora Ursula Biemann. En su obra Performing The Border (1990), Biemann filma el lugar fronterizo de Ciudad Juárez, Chihuahua, y Estados Unidos; en ella capta esta zona de libre comercio que se ha instalado a lo largo de todo el confín para operaciones de ensamblaje de la industria estadunidense.
El propósito del video es exponer y abordar las cuestiones en torno a las actividades laborales de esa región, la migración y la sexualización de los cuerpos femeninos en esa área específica territorial. En otras palabras, Biemann rastrea la inscripción espacial de las relaciones de género en un entorno postindustrial, analiza la conexión entre el cuerpo racializado y la alta tecnología, revela la patología urbana en la esfera pública y describe la construcción de fronteras tanto en un sentido metafórico como material.
Como se ve, el énfasis en la fase liminal está relacionado con el ciclo del drama social, lo que además repercute en una condición de indeterminación en la que se genera un estado emergente de valores nuevos, y es aquí en donde toma sentido la acción social de lo limítrofe.
Ursula Biemann define su trabajo audiovisual como un debate en el que convergen muchas cuestiones relacionadas con la economía, la identidad, la espacialidad, la tecnología y la política, y se colocan en una relación compleja entre sí. “El intento de unir estas capas conduce a la creación de un espacio imaginario, una especie de plataforma teórica en la que estas reflexiones pueden tener lugar y dialogar entre sí”, sostiene. En este sentido, el concepto de frontera, de liminal, de umbral, ha devenido en uno de los criterios centrales en el análisis de la formación del mundo artístico contemporáneo, relacionado a la nueva contextura del espacio territorial.
De esta manera, lo liminal, como lo fronterizo, “es de naturaleza procesual, es una situación de canjes, mutaciones, tránsitos, préstamos, negociaciones”, tal como apunta Ileana Diéguez en su libro Fronteras entre vida y arte. Teatralidad y performance en la escena latinoamericana (2004).
Por lo tanto, en esta sociedad hipertecnologizada, el aspecto relacional humano adquiere notoriedad al exponer las fronteras como un lugar de investigación y de creación de nuevas propuestas artísticas en busca de sentido, más allá de la sobreproducción digital y virtual.