Narrativa del dolor y la vulnerabilidad / Entrevista con Samanta Schweblin
- Alejandro García Abreu - Saturday, 05 Apr 2025 22:23



Los editores de Seix Barral rememoran: Samanta Schweblin nació en Buenos Aires en 1978. Sus dos primeros libros de cuentos, antologados en Pájaros en la boca y otros cuentos, obtuvieron los premios Fondo Nacional de las Artes y Casa de las Américas 2008. Su primera novela, Distancia de rescate (2014), fue nominada al Premio Booker Internacional, obtuvo los premios Shirley Jackson y Tournament of Books como mejor libro publicado ese año en Estados Unidos y fue llevada al cine por Claudia Llosa para Netflix. En 2018 publicó su segunda novela, Kentukis. Su siguiente libro de cuentos, Siete casas vacías (2015), obtuvo el Premio Narrativa Breve Rivera del Duero y el National Book Award en 2022. Su más reciente libro es El buen mal (2025). Ha obtenido también importantes galardones por su carrera, como el Premio Konex de Argentina por su trayectoria como cuentista, y el Premio Iberoamericano José Donoso. Algunos de sus cuentos han sido publicados en revistas como The New Yorker, Harper’s Magazine, Granta, McSweeney’s y The Paris Review, y han sido galardonados, entre otros, con los premios Haroldo Conti, Juan Rulfo y O’Henry. Traducida a cuarenta lenguas, Samanta Schweblin reside desde hace más de diez años en Berlín, desde donde escribe y enseña escritura creativa.
En Kentukis –nominada al Man Booker Prize– se lee: “La cámara estaba instalada en los ojos del peluche, y a veces el peluche giraba sobre las tres ruedas escondidas bajo su base, avanzaba o retrocedía. Alguien lo manejaba desde algún otro lugar, no sabían quién era. Se veía como un osito panda simple y tosco, aunque en realidad se pareciera más a una pelota de rugby con una de las puntas rebanadas, lo que le permitía mantenerse en pie. Quienquiera que fuera el que estaba del otro lado de la cámara intentaba seguirlas sin perderse nada, así que Amy lo levantó y lo puso sobre una banqueta, para que las tetas quedaran a su altura. El peluche era de Robin, pero todo lo que tenía Robin era también de Katia y de Amy: ese era el pacto de sangre que habían hecho el viernes y que las uniría para el resto de sus vidas. Y ahora cada una tenía que hacer su numerito, así que volvieron a vestirse.”
Esta conversación versa sobre el dolor, la creación literaria y la vulnerabilidad.
–En Kentukis se plantea: “Los kentukis no son mascotas, ni fantasmas, ni robots.”
–Planteo, en esta distopía, que se trata de ciudadanos reales.
–Te refieres al dolor en Distancia de rescate: “Tenés que entender que Nina no iba a aguantar muchas horas más. –¿Dónde está Nina? –pregunto.”
–Escribí que múltiples alfileres de desconsuelo se trasfieren desde la garganta hasta las extremidades del cuerpo del personaje.
–El dolor prosigue en el texto: “¿Cómo que puede ‘leerla’? –Puede saber si alguien está enfermo y en qué parte del cuerpo está esa energía negativa.” ¿Cómo asumes la curación?
–Afirmo que se pueden curar el dolor de cabeza, la náusea, las úlceras en el cuerpo y los vómitos con sangre. Es la manifestación del
sufrimiento.
–Dentro de las posibilidades de tu escritura, te preocupa Nina. ¿Cómo percibes la angustia en Distancia de rescate?
–Verdaderamente me preocupo por Nina. Dije: “Cómo puedo medir mi distancia de rescate si no sé dónde está. Salgo y camino hacia la casa. Hay algo de brisa, la siento en la espalda y en las piernas traspiradas por el asiento.” Resulta doloroso.
–Utilizaste una metáfora importante: “Escribir es como bailar con el lector.”
–Cuando ocurre la danza con el lector también existe lo que se omite. El autor o autora invade cierto espacio. Los espacios corresponden a la imaginación. El baile y la literatura recurren a emociones urgentes. Procuro que exista una especie de unión con el lector.
–En El buen mal, el mal y el bien se vinculan estrechamente.
–El mal es lo insólito, la identificación, la otredad, lo ignoto, lo amenazador, lo dificultoso. La extrañeza del mal desordena lo habitual.
–Conversaste con Marta Peirano sobre la llegada al lector de tu obra.
–Pienso –se lo dije a Peirano– en la potencia orgánica de la literatura. Hay una conexión emocional, pero siempre cavilo sobre la situación de los personajes. Existen esfuerzos logísticos. Dejo pistas en mis textos.
–¿Cómo percibes la relación entre el autor o la autora y el lector o la lectora, tema abordado también con Marta Peirano?
–Dije que la relación entre el escritor y el lector se construye desde las dos partes. Se trata de un vínculo cercano. Es una maquinaria narrativa. Percibir emociones resulta el eje de la literatura.
–La vulnerabilidad es parte de tu obra.
–Es correcto. Primero me conecto con los personajes, como le dije a Marta Peirano. Desde la vulnerabilidad y la porosidad literaria es más fácil conectarme con los lectores y las lectoras.