“El escritor y sus demonios”: Mario Vargas Llosa habla de su obra

- José Antonio Castro Urioste - Sunday, 20 Apr 2025 09:10 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
El rumor empezó un año antes –en 2016–: Mario Vargas Llosa estaría en Chicago. Sería invitado por la Universidad a dar una serie de charlas. El rumor se confirma. A fines de abril de 2017, Vargas Llosa llega a la ciudad de los vientos y bajo el título “El escritor y sus demonios” lleva a cabo semanalmente presentaciones sobre algunas de sus novelas.

 

La primera conferencia de Vargas Llosa en Chicago, en 2017, es sobre La ciudad y los perros, y en ella indica como premisa general que su obra surge de determinadas experiencias y, en el caso específico de su primera novela, por haber sido enviado por su padre al Colegio Militar. Confiesa, en tono de broma, que en cierto modo es allí donde se produciría su primera experiencia como escritor profesional: al escribir relatos eróticos que leían sus compañeros. También indica que el novelista posee dos tareas fundamentales al iniciar su trabajo: la elección del narrador y la construcción del tiempo, que puede diferir del tiempo real.

Para la segunda charla la novela escogida es Conversación en La Catedral y, en este caso, la experiencia que es la fuente de inspiración fue la dictadura del general Manuel Odría. Resulta sugerente su confesión sobre la elección del lenguaje en Conversación en La Catedral. En su novela inmediatamente anterior, La casa verde, el lenguaje se encuentra en primer plano, expresa Vargas Llosa. En contraste, en Conversación en La Catedral opta por un “lenguaje invisible” y también para que la técnica literaria tuviera la misma característica de invisibilidad. El motivo de esta decisión es darle mayor jerarquía a lo narrado, a que la historia estuviera en primer plano.

La guerra del fin del mundo es el tema de la siguiente charla. En este caso, Vargas Llosa expresa que la experiencia que le sirve de fuente de inspiración es literaria: la lectura de Os Sertões, de Euclides da Cunha. Para él, recrear la historia de fanatismo expresada por Da Cunha se transforma en una “obsesión” que se impone sobre ciertos obstáculos iniciales, por ejemplo, que se basara en personajes que se comunicaban en portugués y el ser un escritor hispanoparlante. A treinta y tantos años de la publicación de La guerra del fin del mundo, y por las características del contexto político actual, la novela tiene una total vigencia.

En la cuarta charla aborda La fiesta del chivo y comenta que la idea surgió en un viaje a República Dominicana, en el que constató que la dictadura de Trujillo poseía características de control, represión y denigración que la diferenciaban de otras dictaduras latinoamericanas. Durante la charla se refiere a la investigación histórica que realizó, la cual le serviría de base para su novela.

 

“...eso lo ven mejor los críticos”

Durante toda su estadía en Chicago las fotos abundan. Se le pregunta mucho más sobre política que sobre literatura; sobre Trump, sobre Macron, sobre los medios audiovisuales, sobre el español en Estados Unidos. Para todos hay una respuesta, con mucha calma, con paciencia. Le pregunto si, luego de vivir varias décadas en Europa, en algún momento sintió que Perú podría dejar de ser una fuente de inspiración.

–Yo creo que nunca un país –responde Vargas Llosa–, o una región o una ciudad se le agotan a un escritor. Pensé que siempre escribiría historias situadas en el Perú porque soy un escritor de vocación realista. Sin embargo, un día me encontré con un tema que me resultó muy fascinante, la guerra de Canudos, y desarrollar esta novela fue un reto diferente debido a que los personajes hablaban un idioma distinto del que yo escribo. Pese a esos obstáculos me lancé a escribir este libro, muy diferente de los anteriores, por estar situado no sólo fuera del Perú sino fuera del ámbito del español. Después he escrito novelas ubicadas en la República Dominicana y una en el Congo e Irlanda. La verdad es que no planifico esto. A veces surgen unos temas que me seducen muchísimo y me estimulan para fantasear alrededor de ellos. Por eso, no descarto la posibilidad de escribir novelas en otros ámbitos, pero las raíces siempre están en el Perú, que es donde yo pasé los años decisivos para la formación de la personalidad. Yo diría que aunque escriba sobre otras realidades, la experiencia peruana siempre se manifiesta en mi obra.

Posteriormente, le pregunto en qué medida su cambio de posición política puede haber afectado el desarrollo de su obra literaria.

–No creo –responde–. Pero eso lo ven mejor los críticos, los lectores, que uno mismo. Los autores no tienen suficiente distancia de lo que escriben para tener un juicio objetivo. Yo creo que puedo hablar con más seguridad sobre otros autores que sobre mi obra.

Entonces vuelven las preguntas sobre política, sobre Macron, sobre Venezuela, y el trabajo fundamental del escritor queda fuera de la lista de interrogantes. Luego vuelven más fotos. Queda pendiente la pregunta: ¿cómo se resiste ante ese acoso, ante esa solicitud de un minuto, de un apretón de manos, de una firma, de una foto y otra y otra?; ¿cómo se resiste para continuar escribiendo, que es, aunque tal vez decirlo sea como llover sobre mojado, la tarea principal de un escritor?

 

 

 

 

 

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