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- Luis Tovar | @luistovars - Sunday, 20 Apr 2025 09:28 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
La palabra es “resistencia”

 

En 1964, la mañana del primer día de abril se tornó trágica y sangrienta: João Goulart, presidente constitucional de Brasil, era derrocado por un golpe de Estado militar que –como iba sucediendo en toda Latinoamérica–, contó con el auspicio de Estados Unidos, resuelto a reprimir el más mínimo brote progresista que, según su visión, significara una amenaza a su hegemonía regional.

Traicionada la democracia y, de ese modo, suprimidas las mínimas garantías individuales, muchos brasileños tuvieron que autoexiliarse; entre ellos, el ingeniero civil y político Rubens Paiva, uno de los diputados que se opuso a la instauración de la dictadura. Seis años más tarde, en 1970, Paiva vuelve a Brasil y, con su esposa Eunice y sus hijos, se instalan en Río de Janeiro, a unos cuantos metros de la muy turística playa de Leblon. Pese a las apariencias, según las cuales no se dedicaba sino a la ingeniería, Rubens –necesariamente de manera clandestina, sin comunicárselo ni siquiera a su núcleo familiar– prosigue con sus actividades políticas que, con la dictadura en pleno, eran consideradas subversivas.

En enero de 1971, mientras medio Brasil vive todavía en la ebriedad de haber ganado un tercer campeonato mundial de futbol, con casi siete años de régimen militar que le han generado la triste costumbre de vivir bajo vigilancia gubernamental permanente, así como una sorda y reiterada represión, a Rubens lo detienen en su propia casa, se lo llevan y jamás es vuelto a ver con vida. No es el único: Eunice y su hija son igualmente detenidas, ésta durante horas y aquélla poco menos de dos semanas, durante las cuales es sometida a tortura psicológica y física, prácticas barbáricas con fines políticos que los gorilatos –así como los gobiernos “democráticos” latinoamericanos de los sesenta, setenta, ochenta...– aprendieron en Estados Unidos.

 

La memoria colectiva

Lo que se narra en los párrafos anteriores corresponde a los antecedentes –no diegéticos– y a las primeras secuencias de Aún estoy aquí (2024), el más reciente largometraje del realizador brasileño Walter Salles (Central de Brasil, Diarios de motocicleta), quien contaba quince años de edad cuando estos hechos tenían lugar, tan reales como el resto de un guión que sigue puntualmente lo que Eunice decidió hacer desde que fue liberada de las mazmorras gubernamentales: por su propia seguridad y la de sus hijos, mudarse a Sao Paulo; dar con el paradero de su esposo y, en consecuencia, resistir el asedio policial ininterrumpido; titularse en derecho a sus casi cinco décadas de vida y, con el paso de los años, ya finalizado el régimen militar, hacerse experta en derechos indígenas y asesora jurídica gubernamental.

Debió transcurrir un cuarto de siglo para que Eunice tuviera la certidumbre de lo que le hicieron a su esposo: asesinado desde el 21 de enero de 1971 –casi inmediatamente después de haber sido detenido–, su cadáver fue escondido, trasladado de un lugar a otro y finalmente arrojado al mar, como sucedió con tantísimos disidentes en toda América Latina. Identificados, los perpetradores de éste y una cifra inconocible de crímenes de Estado no fueron siquiera procesados.

Con ocho décadas y media, enferma de Alzheimer, Eunice encarna todo lo que la palabra “resistencia” puede significar: ni la dictadura y su represión, ni las exasperantes dilaciones y trabas jurídico-burocráticas, ni el olvido o la molicie colectivas, ni el simple pero poderoso paso del tiempo, absolutamente nada la apartó de una búsqueda de justicia que, siendo personal, se alza como símbolo de la Historia reciente de América Latina. Salvo la ventaja de tener mayor alcance mundial en virtud del premio, poco importa que Aún estoy aquí haya obtenido un Oscar o cualquier otro galardón; el verdadero éxito del filme es que se cuenta entre los más exitosos en su país de origen, convirtiéndose en testimonio de una época no del todo superada y en necesario vehículo de memoria colectiva.

 

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