La flor de la palabra
- Irma Pineda Santiago - Monday, 28 Apr 2025 18:43



Una de las historias que como una flor aún se obsequia a las infancias zapotecas es la que cuenta que los binnizá descienden de los binnigula’sa, aquellos ancestros formados con las raíces de los árboles más poderosos, como la ceiba o pochote, en los que todas las fieras, como los jaguares u ocelotes, depositaron la valentía, así como las rocas les entregaron la firmeza del carácter.
Para la narración de estas historias se utiliza una forma de lenguaje conocida como didxazá do’, que literalmente se entiende como “palabra sagrada, profunda, reverencial”, es decir, un zapoteco mejor cuidado en la construcción de las imágenes, en la elegancia y pertinencia de las palabras escogidas. Es también el lenguaje ritual, el empleado por antiguos sacerdotes, por las actuales rezadoras, narradores y poetas, que ahora producen sus creaciones desde la escritura y en su propia lengua. Si bien la creación lleva ya una firma individual, no por ello está exenta del abrigo colectivo porque, quienes ahora usan las grafías para crear, lo hacen desde un pensamiento y una mirada que se ha formado a partir de la cosmovisión, la raíz, la filosofía, la religión, la historia y toda la profundidad de la cultura.
Existe también otra forma del lenguaje que es conocida como didxazá bata, que literalmente significa “palabra descalza”, cuya función es más práctica, la de comunicar, por lo cual se usa en las relaciones cotidianas, en el mercado, en la vida pública del día a día, pero no por ello carece de belleza o imágenes, como podemos observar en los siguientes ejemplos: para indicar que se nos fue el tiempo o se nos hizo tarde, usamos la frase guca’ huadxi, que literalmente quiere decir “me hice tarde”, lo que nos obsequia una bella imagen al pensar en la persona convertida en tiempo. Del mismo modo, para hablar de una pareja que se ama, se puede decir ridunaxhiicabe, que significa que se contagian mutuamente dulzura, que comparten un dulce aroma, no sólo se describe la acción del amor, sino que se describe al mismo amor como algo dulce.
En las dos maneras de usar el lenguaje podemos percibir imágenes, elementos poéticos que causaron asombro desde la época colonial, cuando los primeros frailes llegaron al Huaxyacac (hoy estado de Oaxaca), pues percibieron que este uso metafórico de la lengua podría ser peligroso para la conquista y la evangelización. Como ejemplo de esta percepción por parte de los colonizadores comparto el siguiente texto de Fray Francisco de Burgoa (citado en diversos escritos de Víctor de la Cruz), al referirse, en 1674, a los zapotecas: “Ni los egipcios, ni caldeos, fueron tan ciegos en esas vanidades, como estos, ya por preciarse de valientes, se hacían hijos de leones, y fieras, silvestres, si grandes señores, y antiguos, producidos de árboles descollados y sombríos, si invencibles y porfiados, de que se preciaban mucho, que los habían parido escollos, y peñascos, y como su lenguaje era tan metafórico, como el de los palestinos, lo que querían persuadir, hablaban siempre con parábolas.”
La zapoteca, como la mayoría de las poblaciones originarias, vive actualmente una época de crisis social, ideológica, ambiental, económica y política en la que su cultura y su lengua se ven mermadas frente a la cultura impuesta por el sistema capitalista, y es en este momento donde la literatura en la lengua local aporta elementos que pueden contribuir al fortalecimiento y persistencia de la cultura binnizá, a través de su difusión en las redes de comunicación comunitarias y masivas, las lecturas públicas, las publicaciones en soportes físicos y digitales, además de su incorporación cotidiana en la escuela. La literatura puede seguir aportando a la transmisión de los elementos culturales hacia las infancias y puede reforzarse como una forma de resistencia, como un medio que recurre al lenguaje estético para contarnos, y al mismo tiempo resguardar para el futuro, su historia, su filosofía, su sentir y su pensar.