Modernidad, capitalismo y exterminio: la crisis civilizatoria
- Mario Bravo - Saturday, 03 May 2025 23:55



Cristiandad y secularización
‒¿Qué claves aporta la teoría decolonial para entender la actual crisis civilizatoria?
‒El capitalismo es la economía de un sistema civilizatorio, es decir, la modernidad organiza al capitalismo, no al revés. La modernidad no es una superestructura del capitalismo, tal como creen la mayoría de marxistas. En el giro decolonial entendemos lo siguiente: la expansión colonial europea fue el punto de partida previo para la formación del sistema capitalista mundial. Hoy en día no es solamente un sistema económico el que está en crisis, sino que se trata de un sistema civilizatorio.
‒Según los estudios decoloniales, 1492 fue el inicio de la modernidad con la expansión europea más allá de sus fronteras geográficas.
‒Sí. A donde llegaban, ellos destruían las civilizaciones encontradas e imponían las suyas. ¿Qué hicieron al imponerlas? Traer un paquete de relaciones de dominación que, en ese momento, era parte de la cristiandad. La modernidad es la secularización de las narrativas y de las jerarquías de dominación de la cristiandad. Eso se pierde con la falsa idea moderna del binarismo secular/religioso: ¡todo lo que llamamos secular es realmente cristiandad camuflajeada de modernidad! La expansión colonial trajo consigo jerarquías raciales, patriarcales, dualistas entre hombre y naturaleza, así como eurocéntricas. Aclaro y defino: digo cristiandad y no cristianismo. La cristiandad es una teología de dominación que los poderosos inventaron para justificar lo injustificable, misma que precede al capitalismo por más de mil años.
“La tecnología no es neutral”
‒Usted ha teorizado que en el proyecto de la modernidad existe un principio organizador: el racismo, no en clave de pigmentación de piel, sino comprendiéndolo como procesos de inferiorización y deshumanización.
‒Sí. El principio organizador del capitalismo son las jerarquías múltiples y los relatos de la modernidad, es decir, el racismo; pero también el patriarcado de la cristiandad, el eurocentrismo y el dualismo de la cristiandad secularizado después en el dualismo cartesiano. La crisis civilizatoria no se puede entender sin dicho dualismo cartesiano. El problema no es sólo el afán de riqueza capitalista, sino que el gran conflicto ha sido la cosmovisión de la cristiandad: la separación entre humano y naturaleza. Me explico: en la cristiandad dicha naturaleza pertenecía al demonio, y en el otro extremo se hallaba el séquito del señor feudal y del monarca… esos eran los seres divinos, mientras que todo lo que allí no ingresara, se clasificaba en la naturaleza, lo cual significaba satanizarte.
‒Un demonio creado como figura temible en 1215 durante el IV Concilio de Letrán...
‒Exactamente. Allí se clasificaron a personas poseídas por el demonio y fueron colocadas en el lado de la naturaleza: judíos, pueblos originarios en Europa, comunidades exterminadas en ese continente porque eran de otras creencias, incluyendo a los cristianos unitarios. El cristianismo trinitario, inventado en el siglo IV, destruyó a los unitarios. No podemos comprender la crisis civilizatoria sin entender que el dualismo cartesiano es la secularización del dualismo de la cristiandad, el cual separaba a los seres divinos pertenecientes al séquito de los dominantes, por un lado, y en el otro extremo al diablo, la naturaleza y todo aquel ser humano que no entrara en el primer grupo. En el dualismo de la cristiandad, la naturaleza fue entendida como sinónimo de diablo; entonces, era necesario crucificar o quemar vivos a los seres humanos clasificados en ese apartado. La naturaleza vista como enemiga: animales, plantas, seres humanos disidentes. Una vez secularizado eso con el dualismo cartesiano, ya no se enunciaba al diablo, sino que se definió a la naturaleza como salvaje y violenta; por lo tanto, habría que dominarla, controlarla y explotarla. La misma cosmovisión, pero camuflajeada con lenguaje cientificista. Allí surge un problema: clasificas a la naturaleza y lo humano como dos cosas separadas, pues creíste la idea estúpida del dualismo cartesiano sobre que la vida humana se produce y reproduce separada de los ciclos de la naturaleza. No hay tecnología sin cosmología, pues la tecnología no es neutral. Desde la cosmovisión del dualismo cartesiano, el capitalismo mundial produce tecnología asumiendo que destruirá todo lo que se halla alrededor, y aun así la vida humana seguirá. Previo a la modernidad, todas las civilizaciones planetarias tenían una visión holística de la relación entre seres humanos y naturaleza, es decir, a la humanidad se le concebía como parte de un todo. Por lo tanto, en sus tecnologías cuidaban los ciclos de reproducción de la naturaleza y no los destruían porque significaba destruirse a sí mismos. Los seres humanos han vivido en el planeta Tierra durante miles de años y no destruyeron la vida como sí lo hace esta civilización.
Gaza, el exterminio
“Si me preguntas qué podemos hacer, diría que superar a la modernidad y construir un nuevo sistema civilizatorio, lo cual Enrique Dussel en su último libro llamó el ecoceno: una civilización que tome en serio la producción y la reproducción de la vida”, cavila el profesor del Departamento de Estudios Étnicos de la Universidad de California en Berkeley.
‒¿Trascender el antropoceno y arribar al ecoceno?
‒Sí, aunque no le llamaría antropoceno porque eso es un concepto occidentalocéntrico y eurocéntrico del problema. A la civilización moderna occidental le encanta atribuirse sus éxitos, pero sus fracasos se convierten en humanistas. Se dice “la humanidad destruyó la naturaleza”; no obstante, los humanos hemos estado en este planeta desde hace miles de años con muchísimas civilizaciones que no devastaron la vida como sí lo hace esta. Superamos esta civilización y construimos otra en donde el principio sea la vida, o tendremos los días contados.
‒En medio de la crisis civilizatoria ocurre un genocidio en contra del pueblo palestino. ¿Cómo entender dicho crimen desde la categoría Zona del No Ser, articulada por Frantz Fanon, pensador caribeño muy leído en la teoría decolonial?
‒Ese concepto se refiere a humanos clasificados como no humanos, vistos como parte de la naturaleza en el ya referido dualismo cartesiano, es decir, seres inferiores a exterminar, controlar, dominar y explotar porque la naturaleza es violenta, según el concepto moderno de Francis Bacon y René Descartes. Así, pasamos de “cristianízate o te mato”, en el siglo XVI, a “civilízate o te mato” en el XIX. Después, “desarróllate o te mato” en el XX y “democratízate o te mato” en el siglo actual; pero ahora estamos en otra etapa: ya ni siquiera enarbolan la democracia, sino que en Palestina es “te extermino y te mato”.
Al-Ándalus y Palestina
“Existe una diferencia entre el colonialismo de población y el de explotación; el segundo, desde el siglo XVI a la fecha, asume que el colonizador utiliza a los colonizados y los obliga a trabajar forzadamente con la intención de obtener ganancias al vender mercancías en el mercado mundial. Así se formó el sistema capitalista con formas de trabajo coercitivas, no salariales. En cambio, el colonialismo de población, iniciado desde el siglo XV con la conquista de al-Ándalus, no requiere de los colonizados para explotarlos, sino que desea las tierras, las propiedades y las casas de esos sometidos. No interesan los colonizados, excepto para exterminarlos. Eso inició en al-Ándalus y continúa hasta hoy en Palestina”, explica el profesor universitario.
Ultraderechas
‒En todo este entramado, ¿cómo analiza el surgimiento de las ultraderechas en el mundo?
‒Hay dos tipos de ultraderecha, una nacionalista y fascista con Donald Trump, Marine Le Pen y Geert Wilders, que son bomberos del capitalismo, pues quieren salvarlo. Entran cuando el capitalismo está en fuego, desvían y canalizan el descontento de la clase trabajadora blanca ante la crisis y lo dirigen contra un obrero o trabajador en peor situación, considerado racialmente inferior. Y así el sistema queda intacto. Otra facción es el capital financiero de Davos. Ellos dicen que el capitalismo colapsará y no se salvará. Una parte de la élite del capital financiero trasnacional acepta que el sistema caerá e inventan entonces un nuevo sistema económico peor que el actual, algo que cierta gente llama tecnofeudalismo. Quienes integran el Foro Económico Mundial de Davos reconocen la crisis económica y las desigualdades, así como los derechos LGTB y la crisis ecológica; también hablan de transhumanismo, etapa en la cual se robotizará a los seres humanos. Si los miras superficialmente crees que son progres, pero enarbolan un proyecto fascista y perverso. Les llamo ecomalthusianos porque, así como el economista británico Thomas Malthus afirmó que el desempleo y la pobreza se debían a un exceso demográfico, con lo cual negaba el problema estructural del capitalismo, estos ecomalthuasianos argumentan que la actual crisis ecológica no responde a un problema estructural ni civilizatorio, sino a un asunto aritmético: demasiados seres humanos. Plantean que, de los 8 mil millones habitantes del planeta Tierra, esa cifra debe reducirse a 2 mil millones. A los 6 mil millones de humanos que sobran se les debe exterminar, según esta mirada, y los restantes serán robotizados. Gaza es un laboratorio de Davos para la etapa próxima.