Artes visuales
- Germaine Gómez Haro | [email protected] - Sunday, 04 May 2025 00:13



En 1994 la editorial Artes de México dedicó su revista-libro número 23 a Luis Barragán, máxima figura de la arquitectura mexicana moderna, cuya obra conforma un capítulo fundamental de la historia de la arquitectura universal del siglo XX. La bibliografía sobre este creador de renombre mundial, merecedor del Premio Pritzker en 1980, era aún escasa en esos años y la publicación pionera El mundo de Luis Barragán se convirtió en una de las referencias más citadas en las numerosas ediciones que fueron apareciendo posteriormente. Treinta años más tarde, y paralelamente a la celebración de los veinte años de la inscripción de la Casa Estudio en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO (2004), en la revista-libro Artes de México número 138 recién aparecida bajo el título “La casa como manifiesto de Luis Barragán” propone una nueva lectura de la Casa Estudio, considerada por su creador una obra “autobiográfica” y síntesis de sus conceptos artísticos y filosóficos. Cinco reconocidos autores con miradas frescas y actualizadas nos invitan a recorrer el recinto como un ámbito a la manera de un “manifiesto de sus propuestas estéticas, la expresión de un programa claramente reiterado a través de las contadas alocuciones y entrevistas en que quiso hacer explícitas sus aspiraciones, tanto personales como artísticas”, a decir de Alfonso Alfaro, autor de varios trabajos cruciales sobre el artista, entre ellos su biografía intelectual Voces de tinta dormida, y cuyo luminoso ensayo es el eje central de esta publicación. La escritora y periodista Adriana Malvido se adentra en la investigación de documentos, testimonios y correspondencia amorosa del Archivo Barragán en su fascinante texto titulado “Las afinidades electivas”, un sutil vaivén de analogías entre las obras de arte de tema femenino que el arquitecto coleccionó para su disfrute personal en su casa, y las diversas mujeres que ocuparon su corazón, un tema que hasta la fecha ha permanecido en la sombra de sus biografías. Se sabe que el arquitecto siempre protegió su intimidad; nunca se casó pero sostuvo relaciones intensas a lo largo de su existencia con mujeres que dejaron huellas indelebles en su creación y en su vida sentimental. Adriana nos revela los claroscuros de los encuentros eróticos con sus amantes y el constante retorno a la soledad que Barragán defendió hasta el final de su vida. Como una historia paralela a las “afinidades electivas”, Xavier Guzmán Urbiola, en el capítulo “Los encuentros fecundos”, se refiere a los lazos “amistosos, empáticos, entrañables” que el arquitecto tejió con sus amigos más cercanos, grandes personalidades de su época con quienes compartió gozos lúdicos, brotes de creatividad e intercambios intelectuales que aderezaron su imparable fuerza creativa. “Habitaciones para mirar adentro” es un poema de Lucía Cornejo que esboza un sutil acercamiento a los entresijos del alma de la casa que se nos escapan a simple vista. En su sugerente ensayo titulado “Por las sendas de Tacubaya” ‒en alusión a la obra Sendas de Oku (1689) del artesano del haiku Matsuo Basho‒ Guillermo Eguiarte, profundo conocedor de la estética japonesa, revela los viajes imaginarios de Barragán a través de los libros de jardines y paisajes nipones que constituyen un considerable corpus en su biblioteca: “La impermanencia del momento es ‘capturada’ en los muros y espacios para el disfrute momentáneo de su hermosura/sublimidad. La presencia oscilante de reflejos, sombras y luces evoca el Wabi efímero de la belleza, y el Sabi que ‘anuncia’ el gozo anticipado del hondo dolor que causará su inminente ausencia.”
Descubrimos nuevos rincones en la vida y obra de Luis Barragán en esta imperdible publicación, enriquecida con numerosas imágenes fotográficas inéditas que expresan la miríada de posibilidades de recorrer y admirar la Casa Estudio, obra de arte que ya forma parte de la eternidad.