Hacia una nueva izquierda socialista en el mundo

- Enrique Semo - Sunday, 11 May 2025 09:17 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Intenso repaso de los avatares de la izquierda durante el siglo XX en todo el mundo, desde el ’68 global y la Primavera de Praga, hasta el desmantelamiento de la URSS y el triunfo “del Consenso de Washington y la globalización neoliberal”, en el que Francis Fukuyama anuncia “el fin de la historia”.

 

1968 fue un año memorable, la juventud estudiosa en todo el mundo se rebeló contra el orden establecido, la cultura dominante, los valores discriminatorios, la moral patriarcal y los gobiernos autoritarios, señalando nuevos objetivos para los movimientos libertarios. No hubo excepciones, el París y Berlín del Viejo Mundo, Chicago, Memphis, Tennessee y Los Ángeles en Norteamérica, la Revolución Cultural en China, Tokio y Nihon en Japón, la capital en México, Córdoba en Argentina, Sao Paulo en Brasil, todas fueron escenario de la revolución estudiantil y juvenil. Fue un evento mundial con pocos antecedentes, quizás sólo comparable a la ola de revoluciones de 1848.

Prohibido prohibir, Las libertades no se dan, se toman, ¡La imaginación al poder!, se gritaba en París, Los derechos no se piden, se exigen. El silencio no significa ceder. ¡Aquí nadie se rinde! se exclamaba en México. En Estados Unidos se exigía Fin de la guerra en Vietnam, Derechos iguales para todos, Fin a la brutalidad policíaca. El ’68 abrió las puertas a nuevos movimientos que marcan la realidad del mundo hasta nuestros días: feminismo, antirracismo, lucha contra la guerra y el calentamiento global, respeto a las comunidades indígenas y los migrantes.

Reprimidos en todas partes, marcados a veces por el asesinato o la desaparición de los miembros o sus dirigentes, el movimiento juvenil de 1968 marcó un cambio drástico en la vida política, las universidades, la moral sexual y el pensamiento crítico.

Casi al mismo tiempo se produjo el movimiento de la Primavera de Praga en Checoslovaquia en donde el Partido Comunista estaba perdiendo el apoyo popular y en febrero de 1968 una nueva dirección encabezada por Alexander Dubček y Ludvík Svoboda fue electa. Dubček declaró que la misión del Partido era “construir una sociedad socialista avanzada sobre bases económicas sólidas, un socialismo que corresponda a las tradiciones democráticas históricas de Checoslovaquia”. En abril lanzó un “Programa de Acción” en el cual se incluía el aumento de la libertad de prensa, la libertad de expresión y la libertad de movimiento, énfasis económico en los bienes de consumo y la posibilidad de un Gobierno multipartidista. “El socialismo no puede significar sólo la liberación de los trabajadores de la explotación de clase, sino que también debe hacer provisiones para una vida más completa de la personalidad que cualquier democracia burguesa.” También ideó un plan de transición de diez años para que se hicieran elecciones generales y se estableciera un socialismo democrático que remplazaría el statu quo.

Los soviéticos con el apoyo de los otros países del “socialismo realmente existente” acabaron oponiéndose violentamente a esos cambios. En la noche del 20 al 21 de agosto de 1968, los ejércitos de cuatro países del Pacto de Varsovia ‒la Unión Soviética, Bulgaria, Polonia y Hungría‒ invadieron la República Socialista Checoslovaca. La dirección encabezada por Dubček fue sustituida por gente totalmente fiel a Brézhnev. Siguió una depuración masiva de los simpatizantes de la Primavera de Praga

El 18 de octubre de 1991 se acuerda desde arriba sustituir la URSS con una Comunidad de Estados Independientes que ya no incluía a todas las repúblicas ni tenía instituciones colectivas importantes. El 25 de diciembre del mismo año el desmembramiento de la URSS quedó legalizado por iniciativa de Boris Yeltsin seguida de la renuncia de Mijaíl Gorbachov a la presidencia de la Unión Soviética y poco después a la Secretaría General del Partido Comunista.

Con la caída de la URSS llegó a su fin el mundo bipolar y el domi­nio de Estados Unidos se impuso en todo el mundo. El Consenso de Washington y la globalización neoliberal triunfaron. El movimiento anticolonial y de liberación nacional que había encontrado en la re­volución rusa inspiración y apoyo durante décadas sufrió un retroce­so. La desaparición o decadencia de los partidos comunistas debilitó las fuerzas progresistas en Europa y en algunas partes de América Latina. Esto significó un gran triunfo para las fuerzas de derecha, sus ideologías y el capitalismo en general. El neoliberalismo se impuso en todo el mundo.

El gran intento de construir el socialismo en Rusia y los países de Europa del este llegaba a su fin y su lugar fue ocupado por un regreso al capitalismo que en cada país tuvo formas y consecuencias diferentes. Un derrumbe de esa magnitud no había sido previsto ni siquiera por los think tank norteamericanos que estudiaban la URSS y el Bloque del Este. Francis Fukuyama declaró el triunfo definitivo del capitalismo “El fin de la historia”. Como ideal el socialismo y el camino que lleva a él comenzaron a ser investigados de nuevo.

Versión PDF