Qué y cómo pensar: Leonardo da Vinci, el curioso insatisfecho

- Alejandro Montes - Sunday, 18 May 2025 09:04 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Del genio inmenso de Leonardo da Vinci (1452-1519) se ha dicho mucho y seguramente se dirá aún más. Este artículo indaga en el qué y el cómo de su pensamiento y para ello acude a otros estudiosos de la obra del gran renacentista, y muestra su método que, entre otras cosas, vinculaba el arte con la ciencia.

 

I

¿Qué pensaba Leonardo da Vinci? Esta pregunta obliga a reflexionar no sólo sobre los procesos cognitivos del polímata italiano sino revisar cuáles fueron sus temas, sus obsesiones, su postura artística y científica, sin olvidar las condiciones históricas que lo permitieron. La anterior cuestión es central pero parcial, pues necesita su complemento: ¿Cómo pensaba Leonardo?

¿Qué y cómo pensaba Leonardo?, interrogantes vitales para comprender el perfil intelectual de este renacentista. Sólo él sabía lo que habitaba en su mente, así como su posible desciframiento o solución. El mundo intelectual interior del autor de El hombre de Vitruvio se revela en sus cuadernos de notas, los cuales señalan que Leonardo tenía claros dos principios de indagación científica: objeto de estudio y metodología de análisis.

El qué y el cómo se piensa son integrales para el nacido en Anchiano. Leonardo fue un gran observador de la realidad y, principalmente, de la naturaleza. Distinguió el mundo como interconexión de partes (el Todo no es la suma de sus elementos: es la relación funcional de ellos), y se percató de la necesidad de saber focalizar sus objetos de estudio (aquellas partes de la realidad por entender) para establecer la manera o el procedimiento más óptimo de comprensión de propiedades y alcances por medio de un entendimiento estructurado. Con ello perfiló su propio método de estudio para descifrar cómo funcionan las cosas, tanto internas como externas, que acompañan al ser humano. En su obra, titulada simplemente Leonardo da Vinci, Luis Racionero apunta:

Leonardo, que no quiere tomar nada prestado, comienza por inventarse un método de conocimiento; si ha decidido guiarse por la experiencia y no por los libros, tampoco puede usar un método de investigación tomado de otros. Para entender su método conviene conocer sus propósitos y éstos son claros: quería un método creativo que le permitiera competir con la naturaleza. Su intención era extender la naturaleza, ampliarla, dando cuerpo y materia a las “infinitas razones que no fueron nunca una experiencia”. En este propósito están implícitos dos axiomas que dan al método original características: la fusión de la ciencia y arte como aspectos inseparables de un mismo proceso generativo, y la sumisión de la ciencia al arte como instrumento alumbrador del acto creativo.

Comprender las causas y los alcances de las cosas que le rodeaban, donde entender –por medio de la ciencia– para crear –a través del arte– fue una constante central en su labor. Él, como renacentista, se vinculó con el mundo a partir del conocimiento. Hombre-conocimiento-mundo hacen una triada dinámica, pues generan relaciones donde el conocimiento enlaza a los otros dos. Leonardo sabía que hombre-conocimiento-mundo cambian, pues son dinámicos en sí mismos: si en algo convergen es en su capacidad de transformación constante.

Siempre tuvo claro el anterior dinamismo. Sus inquietudes reflejadas en pintar la mecánica –entendida como movimiento– de la naturaleza biológica –tanto humana como animal y vegetal–, indican su interés por comprender cómo funciona el mundo, cuál es su motor, cómo son las conexiones de sus piezas, cómo se organizan… Un ejemplo se encuentra en sus estudios botánicos, como menciona Alexander Ortiz Ocaña en La investigación según Leonardo da Vinci:

Leonardo mostró ávido interés por copiar fielmente la naturaleza. A lo largo de su vida dibujó plantas, cuyas proporciones estudiaba cuidadosamente. Llegó a la conclusión de que la diversidad de formas en la naturaleza no era fortuita, como parecía: “Una planta, por ejemplo, reflejaba su transformación de una pequeña semilla a un brote, y luego a una planta con hojas de mayor tamaño.”

Por ello, el conocimiento también es cambiante pero en sentido doble: en lo interno y lo externo; es decir, el conocimiento se modifica a sí mismo porque sus componentes propios no son estáticos y, hacia lo externo, tiene la facultad de cambiar el mundo. El conocimiento se transforma y transforma al mundo. En consecuencia, al aplicar su método de análisis, Leonardo reflexionó sobre el origen de las cosas a partir de comprender la vida, por la observación de la naturaleza.

En esto se refleja el objeto de estudio o el qué pensar (comprender la vida) y el método de análisis o el cómo pensar (observando la naturaleza).

II

Leonardo fue empírico: se formó a sí mismo a lo largo de los años. No pisó universidad alguna pero siguió una pauta de autoaprendizaje: dolce far niente (dulce hacer nada), que aplicó para observar y pensar sin tutela o presión alguna (sólo acompañado de su mente). Claro está que la experiencia, a sus quince años, como aprendiz en el taller de Andrea del Verrocchio lo determinó, pero sólo fue el principio de una larga trayectoria basada en ensayo y error. El razonamiento lógico y la divina proporción de Luca Pacioli también marcaron un sentido matemático en el pensamiento leonardiano.

Su inquietud por conocer el funcionamiento del mundo y el ser humano –explorado en la naturaleza y en el cuerpo humano– lo perfiló a desarrollar el sentido de la observación al máximo. Las notas sobre la visión y el ojo humano muestran razonamientos muy bien logrados. La observación llevó la experiencia, es decir, después de observar algún aspecto de la realidad, Leonardo procedía a comprobar experimentando con su objeto de estudio. Son famosas las disecciones de cadáveres o necropsias que hizo para comprender el funcionamiento del cuerpo humano (el cual consideraba una máquina perfecta) y ver por él mismo la mecánica de la biología humana. La dimensión empírica de este autor se abrevia en el conocimiento como resultado de experiencia sistematizada. En Las máquinas bélicas de Leonardo y otras historias científicas sobre ciencia y guerra, Enrique Díaz León dice:

Da Vinci considera que la vista es el principal instrumento de conocimiento humano, sosteniendo que a través de una atenta observación de los objetos debía reconocerse su forma y estructura de una forma exacta, científica. De hecho, en sus apuntes podría decirse que el texto está para explicar los dibujos, y no estos para ilustrar aquellos.

El propio Leonardo escribe: “Si tú dices que las ciencias que empiezan y terminan en la mente son verdaderas, ello no puede concederse, sino, antes bien, negarse, por muchas razones, y ante todo porque en tales discursos mentales no interviene la experiencia, sin la cual no existe ninguna certeza.”

Leonardo equilibró los principios fundamentales del qué y el cómo pensar: la concepción mental y la ejecución procedimental, es decir, conjugó el plano del saber con el plano del saber hacer. Así forjó un perfil intelectual sólido, que focalizó a diversos temas. Sus estudios sobre flujos del agua, vuelo de las aves e insectos, causas de muerte… lo llevaron a una concepción mental y ejecución procedimental para comprender y demostrar que lo pensado puede ser concretado por medio de la acción.

La visión parcial de la realidad es insuficiente para alguien con un intelecto como el de Leonardo. La mente de ese hombre fue sensible a la transformación de las cosas o, más bien, del Universo. El tejido significativo de las causas y las consecuencias configura una estructura unificada llamada Universo, el cual puede percibirse por medio de la observación. Por ejemplo, en sus apuntes destaca algunas características del movimiento del agua, que advirtió desde la observación del dinamismo natural:

Observad cómo los movimientos de la superficie del agua se asemejan al del cabello, que tiene dos movimientos, uno de los cuales proviene del peso del cabello y el otro de las ondas y los rizos. De la misma manera el agua tiene sus rizos turbulentos, una parte de los cuales sigue la fuerza de la corriente principal, y otra obedece al movimiento de la incidencia de la reflexión. (Michael J. Gelb, Cómo pensar como Leonardo da Vinci.)

Leonardo, el empírico, entre más observaba la realidad, más crecía su curiosidad y, en consecuencia, su necesidad de concebir mentalmente aquello que podía explicar cabalmente por la razón.

La determinación de pensamiento y acción lo acompañó a lo largo de su vida, pues era necesaria para alcanzar sus metas (las cuales fueron complejas). Por ejemplo, los planos para la estatua del caballo en honor al padre de Ludovico Sforza, el Moro, son atendidas desde el arte y la ingeniería. Es natural que el perfil intelectual de Leonardo tenga pilares científicos pero con enfoque sistémico. Relaciones directas e indirectas, surgidas del entramado de la naturaleza, perfilan la multidimensionalidad de la realidad. Leonardo miró hacia la organización de unir todos los puntos para encontrar o, mejor dicho, dibujar modelos de solución. En La ciencia de Leonardo, Fritjof Capra comenta:

Leonardo da Vinci fue lo que hoy en día, en nuestra jerga científica, denominaríamos un pensador sistémico. Para él, comprender un fenómeno significaba ponerlo en conexión con otros fenómenos mediante una semejanza de modelos. Cuando estudió las proporciones del cuerpo humano, las comparó con las proporciones de los edificios de arquitectura renacentista. Sus investigaciones sobre músculos y huesos lo condujeron a estudiar y dibujar engranajes y palancas, interrelacionando así fisiología animal e ingeniería. Los modelos de turbulencia en el agua lo llevaron a observar modelos similares en la corriente de aire: y de allí pasó a explorar la naturaleza del sonido, la teoría de la música y el diseño de instrumentos musicales.

Esta habilidad excepcional para interconectar observaciones e ideas procedentes de distintas disciplinas anida en el corazón mismo del enfoque que Leonardo tenía del conocimiento y la investigación.

Leonardo aplicó un pensamiento sistémico, pues el anhelo por saber (curiositá), el escepticismo positivo (dimostrazione), la cognición corporizada (sensazione), la realidad sin bordes (sfumato), la interdisciplina (arte/scienza), la unidad mente-cuerpo (corporalitá) y la transdisciplina (connesione), configuraron su método de comprensión y transformación del mundo. Dichas pautas le ayudaron a comprender de manera lineal y no lineal las razones de la naturaleza.

III

Otra característica leonardiana radica en la innovación, resultado de la concepción mental y la ejecución procedimental que aplicó en el aprendizaje de su propia experiencia. Comprender y transformar el mundo por medio de la innovación fueron ejes de acción: si innovación implica hacer las cosas de diferente manera para lograr soluciones heterogéneas a problemas concretos, así como lograr avances en la materia en cuestión, entonces Leonardo fue un gran innovador. Aplicó variables en soluciones de problemas para alcanzar resultados distintos; ideó muchísimos inventos con artilugios singulares para resolver ciertos tipos de tareas. El Códice Atlántico testimonia lo anterior. El propio Leonardo incluyó explicaciones en sus dibujos de inventos. Por ejemplo, en El Códice Atlántico, en la representación de una máquina para trefilar, apuntó con su escritura invertida (de derecha a izquierda) –quizá elaborada así porque era zurdo y para no manchar el texto con la tinta, como sería de izquierda a derecha, más que encriptar la información o leerla frente a un espejo–, lo siguiente:

De dibujo uniformemente deformado.

Este instrumento tiene que ser movido por agua, porque si tuviera que ser movido por la mano del hombre, sería tan tarde que el trabajo sería de poco fruto. Y no digo que este instrumento haya perdido su valor, sino por el paso del tiempo. Por eso el agua añade perfección al inmenso poder de los gusanos que se intercalan en este movimiento. Pero si el dibujo uniformemente deformado de la cosa de cuatro lados dará como resultado un lado cóncavo uniforme, es necesario quitar la rueda B, y con A harás lo que se muestra a continuación.

En La última cena, como ejemplo elemental, innovó en la tradición de la pintura religiosa. ¿En dónde se encuentra la innovación leonardiana? En algo sutil: dar movimiento a las imágenes de los apóstoles para crear dinamismo y, en consecuencia, sensación de vida.

La curiosidad provocada por la observación, la concepción mental y la ejecución procedimental (qué y cómo pensar), entre varios rasgos, le permitieron algo central: interconectar diferentes disciplinas entre sí para obtener resultados integrales, es decir, interdisciplinarios. Leonardo utilizó hasta su máxima consecuencia el principio de Obstinato rigore (rigor obstinado) para articular conocimientos de áreas distintas y, con ello, generar un pensamiento sistémico.

Bajo la conessione, Leonardo instrumentalizó principios interdisciplinarios en todo su quehacer. La conessione leonardiana antecedió a la interdisciplina, pues le acompañó desde niño, a lado de su tío Francesco, al observar la naturaleza bajo el lineamiento del dolce far niente en Vinci, hasta su muerte en el castillo de Clos Luce, en Amboise, Francia, a los sesenta y siete años de edad.

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