Miquel Barceló, lector y artista plástico
- Alejandro García Abreu - Sunday, 22 Jun 2025 09:34



Pintar, nadar, leer. Hago eso desde que tengo memoria. Pero también escribo. A veces. Lo menos posible, pero siempre demasiado, como por desgracia, ahora, aquí.
Escribo en francés, que leo bien y escribo mal. Mi latín particular. Si no, me vería obligado a escribir en catalán, mi lengua materna…
Miquel Barceló, De la vida mía.
La trayectoria de un gigante contemporáneo
Miquel Barceló (Felanitx, Mallorca, 1957), genio del arte, profundo lector e intérprete, estudió en la Escuela de Artes y Oficios de Palma. Posteriormente lo hizo en la Escuela de Bellas Artes de Sant Jordi de Barcelona. Inspirado por las creaciones barcelonesas, portuguesas, palermitanas, parisinas, ginebrinas, neoyorquinas, himalayas y malienses y, en particular, por su vocación nómada, según su editor Joan Tarrida, el artista plástico se ha dedicado a “la materialidad terrosa del Arte Informal, así como [realizó] composiciones que exploran los efectos de la luz y los cambiantes colores del mar. Experimentando siempre con materiales no tradicionales como cenizas volcánicas, frutas, algas, sedimentos y pigmentos caseros, sus obras llevan las huellas de la energía feroz que impulsa su proceso creativo.”
En la actualidad el artista trabaja entre Mallorca y París. Su obra se ha expuesto en múltiples recintos, como El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Museo del Louvre, el Irish Museum of Modern Art de Dublín, la Biblioteca nacional de Francia y el Museo Picasso de París, entre muchos espacios. Ha recibido cuantiosos premios, como el Príncipe de Asturias de las Artes (2003) y la Creu de Sant Jordi de la Generalitat de Cataluña (2020). Es Doctor Honoris Causa por la Universidad de Barcelona. Durante 2021 y 2022 realizó exposiciones en Japón (National Museum of Art Osaka, Mie, Nagasaki y Tokio).
El origen y el desarrollo a gran escala
Desde 1980, Barceló anuló los universos narrativos de sus obras y formuló un “lugar irreal”, “marcado por agujeros, grietas y transparencias”. La reducción consiguió su cúspide en 1988, dice Tarrida, cuando se trasladó a través del Sáhara y formuló sus pinturas blancas. El editor hizo hincapié en la inspiración surgida de la diversidad cultural y geográfica de su estancia en Mali, donde Barceló creó un taller.
Para el mallorquín “la pintura es una forma visceral de conectar con el mundo. Su obra traspasa los límites técnicos de la representación, lo que le ha llevado a aceptar encargos públicos muy ambiciosos y a gran escala, tales como la cúpula del Mercat de les Flors de Barcelona (1986), la capilla de San Pedro de la catedral de Mallorca (2007) y la sala de los Derechos Humanos y de la Alianza de Civilizaciones en la sede de las Naciones Unidas en Ginebra (2008)”.
La lectura y la ilustración pictórica
Barceló, lector ávido desde su infancia, retornó a la literatura tras el abandono de la narrativa en su obra. Ilustró la Divina Comedia de Dante Alighieri (2003), Fausto de Johann Wolfgang von Goethe (2018) y La transformación de Franz Kafka (2020) ‒editados por Galaxia Gutenberg, al igual que los mencionados a continuación.
Aparte de sus sublimes volúmenes Cuadernos de África (2004), Cerámicas (2004) –con un ensayo del poeta polaco Adam Zagajewski–, La catedral bajo el mar (2005), La capilla (2011) –que incluye textos de la historiadora del arte, curadora y escritora estadunidense Dore Ashton–, Cuadernos del Himalaya (2012) y De la vida mía (2024) –de carácter absolutamente autobiográfico–, su regreso a la literatura clásica –a través de la interpretación pictórica– es primordial en su trayectoria.
Miquel Barceló ilustró, en una edición bilingüe con la versión y las notas de Ángel Crespo, premio Nacional de Traducción, la Divina Comedia, en tres tomos que conforman las partes del poema: Infierno, Purgatorio y Paraíso. Más adelante se dedicó a Fausto. Quince años después de la audacia de interpretar a Dante, ilustró, tras la lectura de la traducción del clásico alemán de Helena Cortés Gabaudan, la pieza de Goethe. Se publicó en una edición bilingüe alemán-español en dos volúmenes.
Posteriormente el creador mallorquín se dedicó a trasladar La transformación de Franz Kafka a imágenes trascendentales basadas en su lectura de juventud, ahora apoyado en la traducción de Juan José del Solar. Escribió: “Leí La transformación cuando tenía trece o catorce años, en una noche, de un tirón. Tal vez incluso dos veces seguidas, como acostumbraba a hacer en ocasiones.” Queda claro que el artista plástico no volverá a separarse de la literatura y que su trabajo será un referente absoluto para aquellos que deseen reflejar de manera pictórica sus visiones literarias. Uno también debería dedicarse a nadar.