Pedro Valtierra: siete décadas de vida y medio siglo de imágenes

- Mario Bravo - Sunday, 29 Jun 2025 23:44 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
El 20 de abril de 1975, en las portadas de cuatro diarios mexicanos, aparecieron las fotografías hechas por Pedro Valtierra, un joven que apenas alcanzaba dos décadas de vida. Las imágenes, realizadas en un evento del entonces presidente de México, Luis Echeverría, se convirtieron en el primer trabajo publicado del experimentado fotoperiodista zacatecano que hoy, 29 de junio de 2025, cumple sus primeros setenta años.

 

Tras una larga carrera detrás de la cámara y ante el mundo, sobre todo en su faceta conflictiva y oscura, el ganador del Premio Internacional de Periodismo Rey de España en 1998, afirma con serena certeza: “La fotografía no es la cámara. Puedes tener el mejor equipo, pero te haces fotógrafo mediante aquello que quieres decir y a través de tus ideas.”

La verdad, todo lo veo en formato fotográfico: ahora mismo te miro y percibo un encuadre”, confiesa Pedro Valtierra (Fresnillo, 1955) quien, en 1969, junto a sus padres y hermanos migró a la capital de México, urbe en donde buscó el sustento diario en diversas faenas como la albañilería. Atrás quedó entonces la sensación en cada centímetro de la piel al recostarse sobre un verde campo en su natal Zacatecas; también distantes –aunque indelebles en su memoria– se hallaron otros cielos y el aroma de la tierra mojada. El hijo de Socorro Ruvalcaba y de Juan Valtierra, autodidacta, bolero de 1971 a 1972, conserje de 1973 a 1975, fotógrafo en el diario unomásuno y jefe del departamento fotográfico de La Jornada en dos etapas (1984-1986 y 1995-2000), así como fundador tanto de la agencia como de la revista Cuartoscuro, en abril de 2025 cumplió medio siglo de encuadrar instantes, postales y retratos del mundo.

 

Caminar, ver y observar

¿Cómo se aproxima el fotógrafo a un grado de invisibilidad para que la gente note la cámara lo menos posible?

‒Es una buena pregunta. La mejor manera de ser invisible es a través de la discreción, no llamar la atención, moverte con sigilo, observar y respetar las normas de cada evento que cubres. Así he sido a lo largo de mi vida, incluso asistiendo no sólo a protestas, sino en reportajes con las personas: allí necesitas empatía y no alterar las circunstancias ni la escena, pues la cámara es muy agresiva. Si llegas y disparas antes de cualquier otra cosa, hallarás que la gente cambia de actitud y con tu presencia alteras la escena. Es un tema de actitud. Si arribas a una comunidad recomiendo que hables, preséntate, acepta si te invitan a comer algo… Y no contamines el ambiente, lo cual haces disparando fotos, llegando allí con tres o cuatro cámaras. Guarda respeto si ingresas a un lugar marginado: socializa, no andes como turista disparando con varios equipos, establece un diálogo a través de tu actitud. Siempre procuré no ser agresivo. Uno debe caminar, ver y observar.

 

El sufrimiento del prójimo

¿Cómo lidia con las emociones emanadas de la propia cobertura de conflictos bélicos, guerrillas en Centroamérica, resistencias, rebeldías, y demás estadías en zonas con dolor y sufrimiento humano?

‒Desde mis veintitrés años de edad estuve en lugares de conflicto en donde ves demasiado dolor y sufrimiento. Hay algo que me ofende mucho: la niñez y los ancianos pagando los costos de la guerra. Ese dolor se transmite y acumulé bastante al ver tanta tristeza… Y nunca he sabido cómo sacarlo. Los periodistas recurrimos bastante al alcohol porque evadimos el tema de haber estado en un conflicto armado. Junto a Carmen Lira, por ejemplo, cubrí diversos eventos violentos y, al evocarlos, concluimos que nunca atendí esa sensación. Vas guardando el dolor ajeno. Uno aprende a vivir con eso sin dramatizar. Miras dolor en la guerra, pero también yendo al municipio más pobre o al ir a una comida en donde se reúnen los más ricos de México, pues no sólo en batallas armadas se sufre, sino también al ver la opulencia si la comparas con la vida del resto de la población. Los periodistas somos raros. En casa no sólo leemos las crónicas de Ryszard Kapuściński, quien escribió acerca de la guerra, sino que acudimos a ella. ¿Eso nos hace superhombres? ¡No! Asumamos nuestro oficio: somos los ojos de quienes no pueden estar ahí.

A toda velocidad

La gente muere a diario, el tiempo avanza inexorablemente, y el fotógrafo insiste en pausar un acontecimiento. ¿A qué velocidad labora quien se dedica a dicho oficio?

‒El fotógrafo debe trabajar tan rápido como para ser capaz de ganarle al tiempo. Antes, uno iba a una orden de trabajo, tomaba las fotos y regresaba velozmente al periódico para revelar; nuestro enemigo principal era el tiempo. Ahora, en 2025, los chavos inmediatamente envían sus fotos al periódico o a la agencia. Remiten las fotos casi previamente a que los hechos ocurran… El tiempo influye y te hace ver de manera diferente porque, al llegar a un evento, sabes que necesitas hacer cinco o seis fotos. Debes pensar rápido. Al ser periodista, la exigencia de la prontitud siempre está encima de ti, eso genera que actúes diferente a la hora de hacer tu trabajo.

 

“La fotografía no es la cámara”

Las dosis de sufrimiento ante el dolor humano seguramente se soportan al experimentar altos grados de regocijo alojados en el quehacer profesional del fotógrafo. ¿Usted en dónde halla placer dentro de su oficio? ¿En el disparo? ¿Al revelar? ¿Mirando su fotografía publicada?

‒El placer es que no se te vaya la foto: llegar, observar y disparar. En la prehistoria, también el placer estaba al revelar y constatar que la imagen había quedado bien; aunque ahora eso ya no ocurre. Una tercera forma de placer se da cuando ves tu foto publicada. Para un fotógrafo de prensa no hay goce más grande… y si es en portada, mejor. Es cierto lo que dices: uno sufre, sí, pero en el fondo hay un placer.

 

¿Cómo se nutre el olfato del fotógrafo?

‒Con información. Al ver, saber, hablar con la gente, pensar y mirar fotografías. La cámara no te da todo, sino que el concepto y la idea provienen de tus lecturas, así como de las reflexiones hechas sobre el tema que cubres. Por ejemplo: en una cobertura de Carlos Salinas de Gortari o de José López Portillo, debes contar con información y saber quiénes asistirán, quiénes están peleados, quiénes son enemigos, quiénes se llevan bien. Con esa investigación estructuras tu pensamiento y puedes darle forma a las fotos. La fotografía no es la cámara. Puedes tener el mejor equipo, pero te haces fotógrafo mediante aquello que quieres decir y a través de tus ideas. Y, si tienes información, dices más cosas.

 

Chivas y nubes

“Hace muchos años, en Fresnillo, Zacatecas, me entró un sentimiento intenso sólo por oler la tierra mojada y pensé: ‘nada más la tierra mojada y la tinta de los periódicos me hacen llorar’,” expresa Valtierra al evocar el lugar de su nacimiento. Así, pausa los ajetreos de su vida como habitante de Ciudad de México y, momentáneamente, posa la mirada en otros calendarios, otras geografías, próximas a la infancia de este destacado periodista.

 

Si pudiera retornar a ese Fresnillo de su niñez, ¿existe algo que quisiera fotografiar?

‒Sueño con retratar el cielo. En esa región del país, entre Zacatecas y Durango, el cielo es muy bello y me gustaría retratar las nubes porque, cuando fui niño, jugaba imaginariamente con ellas; aunque después me daba miedo al verlas tan bonitas y al mirar ese cielo tan azul. En mi infancia cuidé chivas, y al acostarme bocarriba en el campo veía todo azul y temía: pensaba que caería o que esa inmensidad me absorbería. En Zacatecas, a veces te da miedo voltear hacia lo alto de tan azul que se mira todo.

Disparar menos

Tras medio siglo de dedicarse al oficio fotográfico y de capturar instantes del mundo, ¿qué hay al otro lado de la cámara?

‒Me gustaría que, al otro lado de la cámara, no hubiera encontrado pobreza, marginación ni enfermedades. En verdad, sí pensé que mis fotos en el periódico ayudarían a mejorar mi tierra, el país y este planeta. No dramatizo ni exagero, pero veo que mis imágenes no ayudaron en tal labor. ¿Me arrepiento de haberme dedicado a este oficio? No, sólo debo entender que así es el mundo.

 

¿En el fotógrafo existen pasajes de atasco o neblina que le impidan capturar fotografías de calidad idónea?

‒Ocurre igual que con quien escribe. No todo lo que haces es bueno, sino que debes trabajar mucho, disparar menos; aunque, a veces, las cosas no salen bien. Te comparto una historia: un día, tras una junta en el periódico unomásuno, el director Manuel Becerra Acosta me preguntó si determinadas fotos eran de mi autoría, y le respondí que sí. Entonces, él reviró: “Usted fue al evento; pero no estuvo allí.” Tenía razón, pues yo andaba distraído con algunos problemas míos y sabía que las fotos no estaban bien. En este trabajo debes estar mentalizado y listo porque, si no estás,
se nota.

 

No mentir

¿Cómo ha preservado dosis de libertad dentro de su quehacer profesional?

‒No es fácil. Soy un fotógrafo con suerte porque he trabajado en medios que siempre me permitieron hacer el trabajo que me interesa. Además, creé una empresa llamada Cuartoscuro, la cual se rige bajo esos principios de libertad. Soy afortunado porque hice una agencia preocupada por los temas sociales, pues pienso que el periodismo sí es negocio, pero también tiene una responsabilidad social. Nunca hemos colocado al interés económico por encima de los intereses periodísticos. Mis maestros fueron personas que hicieron periodismo y siempre estaban presentes en su deber social. Nuestra única línea, en Cuartoscuro, es contar lo que pasa y contarlo bien, es decir: no mentir.

 

 

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