Alejandro Aura: la ciudad como poema

- Roxana Cortés - Sunday, 06 Jul 2025 09:25 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
'Sección Aura', Alejandro Aura, (selección y prólogo de Eduardo Vázquez Martín), UNAM, México, 2024.

 

No aprendimos a amar en el jardín

sino en la calle.

Y el amor, en nosotros,

es protesta.

Alejandro Aura

 

 

La antología Sección Aura, publicada por la UNAM con prólogo y selección de Eduardo Vázquez Martín, representa no sólo un acto de justicia poética, sino una celebración póstuma de una de las voces más vitalistas y afectivas de la poesía mexicana de la segunda mitad del siglo XX: Alejandro Aura. Bajo la curaduría sensible y lúcida de Vázquez Martín, esta antología recupera la dimensión cívica, erótica y profundamente humana del autor.

Desde el inicio, Vázquez no se limita a presentar al poeta, sino que lo enmarca como una figura cercana: imaginamos a Aura desde adolescente, escapando de escuelas grises, descubriendo en la Casa del Lago ‒y bajo el influjo de Arreola‒ el poder escénico de la palabra. Su poética nace ahí: en el cuerpo y en la voz proyectada en el espacio público. Aura se fuga del “conservadurismo moral y autoritario de la época” y emerge como un poeta de la ciudad, no sólo en lo temático: la ciudad es su escenario vital, su amante, su espacio de lucha, deseo y pérdida. En palabras de Vázquez, “Aura no hizo suyas las críticas que le pedían moderación; su poesía mantiene una vocación oratoria que invita a ser dicha en voz alta, con Ciudad de México como protagonista”.

La antología está estructurada en tres secciones que, más que temáticas, son movimientos vitales. Vázquez Martín toma distancia de una cronología estricta y apuesta por una estructura dramatúrgica; busca un ritmo, una respiración propia que permita el diálogo entre textos distantes y potencie sus resonancias. La primera sección, La fiesta de la ciudad, recoge su voz política y afectiva, sus cantos desde la calle. Aura deviene poeta urbano, pero también poeta político sin caer en el panfleto: su “nosotros” no es dogma, es comunidad en construcción.

En Vida súbita leemos una faceta de Aura donde celebra la existencia con un lirismo festivo que desarma la solemnidad y evoca la vitalidad de Efraín Huerta, figura clave en su trayectoria. Se revela un costado sensual y cotidiano, poblado de viñetas eróticas, celebraciones del cuerpo, del amor y la calle. Vázquez Martín subraya que Aura no fue parte de los cenáculos del poder literario, “pero nada de eso ha impedido que su trabajo siga dando frutos y sea valorado y recordado”. Esta marginalidad fue elegida, con alegría y decisión política. Para Aura, el gozo era una forma de desobediencia.

Uno de los mayores aciertos de esta edición es el rescate del ciclo final del autor, reunido bajo el título Canto al cáncer. En esta serie ‒en gran parte inédita‒, Aura transforma la enfermedad en materia lírica y hace de su cuerpo vulnerable un campo de resonancia vitalista. Si en su etapa inicial gritaba: “Somos los dueños/ desde la segunda mitad/ de este siglo/ hasta la muerte”, en sus últimos versos parece responder con una madurez que no cede al desaliento: “Nos vamos, hago una caravana a las personas/ que estoy echando tanto de menos, y digo adiós.”

La despedida, sin embargo, no es amarga: es luminosa. Eduardo Vázquez, además de curador, es cómplice: lo acompañó en vida, en el duelo, y ahora en la edición de estos poemas. Por ello, Sección Aura es mucho más que una antología: es un gesto amoroso y necesario, una restitución de la voz de un poeta que supo fundir en sus versos lo íntimo con lo público, lo lírico con lo festivo, lo combativo con lo gozoso. Una obra que no envejece, porque está hecha de tambor y de carne, de ciudad y de calle.

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