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- José Rivera Guadarrama - Sunday, 06 Jul 2025 09:36



Durante cuatro décadas, las pinturas más abstractas de la artista sueca Hilma af Klint (1862-1944) se mantuvieron ocultas, porque ella así lo decidió, pero a estas alturas del siglo se tiene comprobado que ella fue una de las precursoras del abstraccionismo pictórico, años antes de que lo fueran Wassily Kandinsky, Piet Mondrian o Kazimir Malévich.
Tiempo antes de que ellos comenzar a desarrollar ese estilo, Hilma af Klint ya tenía toda una obra artística desarrollada, muy sólida, pero en vida sólo expuso sus trabajos más tempranos y figurativos. Esto se debió a que en su testamento pidió que su obra abstracta se expusiera en público veinte años después de su fallecimiento. Estaba convencida de que pocos o nadie podría valorar y comprender sus cuadros en toda su justa dimensión. Fue así que se dejó pasar ese tiempo y, en 1986, se comenzó a descubrir la totalidad de su obra.
Se tiene conocimiento de que Af Klint nació en Solna, Suecia, y estudió en la Real Academia Sueca de las Artes de Estocolmo, uno de los pocos centros de Europa que admitían mujeres. A partir de la década de los ochenta del siglo antepasado entró a la escuela ahora conocida como Konstfack, en donde tomó cursos de retrato clásico bajo la supervisión de la artista Kerstin Cardon. Por aquellos años comenzó a desarrollar un interés en lo espiritual y lo oculto, factores importantes en el desarrollo posterior de su estilo. Cuando cumplió veinte años de edad se graduó en la Real Academia de Bellas Artes de Estocolmo, fue una de las primeras mujeres en lograrlo, incluso con honores y, como resultado, obtuvo un estudio en el “Edificio Atelier” de la Academia, en el barrio de los artistas de Estocolmo.
Hay un cuadro que sirve de ejemplo para ilustrar el tipo de formas que predominaba durante aquellos años en los círculos artísticos. La obra se titula Paisaje estival (Sommarlandskap, 1888), que nada tiene que ver con sus posteriores desarrollos artísticos. Se trata de un cuadro naturalista que no tiene otro objetivo que el de mostrar una parte de la realidad; es un sujeto sobre un camino de tierra, rodeado de naturaleza, nada más. No transmite nada.
Fue a partir de 1906 que Hilma comenzó a dedicarse de tiempo completo en su proyecto más importante e innovador: la serie de cuadros Pinturas para el templo. A lo largo de casi una década realizó 193 obras pictóricas y dibujos que ya se alejaban de
las representaciones que predominaban durante esos años.
En 1896, Hilma y otras cuatro de sus amigas formaron un grupo llamado Las Cinco. Sus reuniones no sólo eran para hacer actividades espirituales u ocultistas, ya que además de eso practicaban e incursionaban en ejercicios de escritura y pintura automática, dejándose llevar por lo que sentían y percibían en esos momentos. Buscaban plasmar el impulso del instante, sin que los sentimientos o la reflexión profunda influyeran en el proceso creativo.
Como resultado, pintó más de mil cuadros que más adelante serían clasificados como abstractos, sin que ella los denominara de esa manera. Ella misma los editó, conservó y catalogó al detalle, con el objetivo de que pudieran llegar a una amplia audiencia en el futuro.
Se cuenta que, en enero de 1906, durante una de sus tantas sesiones místicas, Hilma recibió un encargo del ser espiritual Amaliel para que plasmara el mundo espiritual en sus cuadros. Fue cuando comenzó a crear la serie Pinturas para el templo. La primera serie de ese ciclo se titula Caos primigenio, en la que intenta abordar el origen de la creación, pero desde un planteamiento inspirado en la teosofía, creencia que practicaba junto con sus otras cuatro amigas.
A partir de esa serie de cuadros, Hilma comenzó a crear un nuevo estilo dentro del mundo artístico, alejándose del naturalismo y que influiría a muchos otros artistas durante toda la primera mitad del siglo XX, dando origen a lo que ahora conocemos como arte abstracto.