Bemol sostenido

- Alonso Arreola | @escribajista - Sunday, 17 Aug 2025 12:28 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Dear 'Flaco' Jiménez

 

Te decimos adiós recordando momentos que atesoramos. Nosotros y tú también. Lo sabemos porque nos lo dijiste personalmente, con lágrimas en los ojos, hace un cuarto de siglo. Entonces hacíamos la jefatura de prensa para Music Frontiers, encomiable proyecto del productor Julio Rivarola, con quien trabajamos en muchas aventuras que hoy sabemos heroicas. Era noviembre de 2001. Apenas habíamos organizado la visita del africano Baaba Maal cuando llegaste para sonar en México por primera vez. Pero stop... you know: permíteme transmitirle a nuestra lectora, a nuestro lector, quién eras. La relevancia de tu inspiración en la cultura fronteriza. Are you okay with that, dear Flaco?

Naciste como Leonardo Jiménez en San Antonio, Texas, un 11 de marzo de 1939. Te moriste el pasado 31 de julio de 2025, allí mismo, luego de prestar la huella de tu acordeón a cientos de discos, escenarios y sesiones trascendentales. Por años fuiste un estandarte del llamado Conjunto Tejano y del Tex Mex. Provenías de una dinastía musical: tu padre, Santiago Jiménez, fue pionero del sonido norteño, tanto como tu abuelo Patricio. Tocabas con ellos desde los siete años y debutaste grabando a los quince. A la par de tu carrera de solista formaste dos bandas icónicas, ambas de maravilloso nombre: Texas Tornados y Super Seven. En ellas participaron figuras como Doug Sahm, Freddy Fender y Augie Meyers. Tu idea era fusionar géneros tradicionales del norte mexicano con rock, country y blues. ¡Y vaya que lo lograste!

Tal fue tu repercusión que terminaste colaborando con Bob Dylan (“Across The Borderline”), Ry Cooder (“Prenda del Alma”) y los Rolling Stones (“Sweethearts Together”). Asimismo, ganaste cinco premios Grammy estadunidenses, incluyendo el de Trayectoria en 2015. También recibiste la Medalla Nacional de las Artes en 2022. Todo en Estados Unidos. Porque sí: aquí no supimos apreciarte. Pocos te conocimos. ¿Ejemplo doloroso?

No importó la pauta de publicidad. No importó la cantidad de entrevistas que organizamos. No importaron las alianzas con la radio. No importó la nutrida rueda de prensa, ni la expectativa de tantos periodistas especializados. No importó que te pusiéramos a alternar con Celso Piña, quien entonces vivía uno de sus mejores momentos. Nada importó. Tus presentaciones en el otrora Salón 21 de Polanco fueron un fracaso económico. Se nos achicaba el corazón. Pero tú te decías privilegiado. Saliste a darlo todo, humilde y agradecido, dejando en claro el nivel de tu persona.

Pasando esos dos conciertos, además, diste uno gratuito en el Zócalo capitalino (riesgo financiero mal calculado). Do you remember Flaco? Fue allí donde más conversamos. En tu camerino. Justo antes de salir confesaste llorando que estabas por cumplir un sueño. Hablaste de historia y tradiciones; del mundo precolombino; de lo que significaba para ti estar en esa plancha sagrada, frente a Catedral. Porque eras orgullosamente texano y orgullosamente mexicano.

Dear Flaco. Puente de esperanza; producto natural de una tierra herida, nacida entre dos países enfermizamente dependientes. Sonarás por siempre, distinto pero señero en uno y otro lado del río. Nosotros, por lo pronto, nos quedamos con una estampa familiar, construida tiempo después de conocernos: los abuelos bailando en su fiesta por cincuenta años de casados, con tu voz y acordeón de fondo: “Que un viejo amoooooooor… ni se olvida, ni se deja… que un viejo amoooooooor… de nuestra alma sí se aleja, pero nunca dice adiós.” Qué privilegio haberte tratado y escuchado. Rest in peace. Buen domingo. Buena semana.
Buenos sonidos.

 

Versión PDF