Biblioteca fantasma
- Evelina Gil - Sunday, 24 Aug 2025 06:44



No me cohibe afirmar que Dios no escucha el chillido de los cerdos, de Alfonso Orejel (Los Mochis, 1961), es de las mejores novelas mexicanas de venganza que he leído; de esas que, quizá, no te reciba con las mejores maneras (aterradora y repulsiva desde la primera página), pero una vez se ingresa al ámbito aquí propuesto, te costará mucho trabajo salir, y/o pausar la lectura. Todo comienza con el asesinato de la mascota de una niña, la que a su vez será secuestrada y devuelta a los angustiados padres sin condiciones de por medio. Lo verdaderamente horrible será el asesinato del padre de la niña a manos de un asesino muy afecto a disfrazar a su víctima y crear en torno a ésta una escenografía espeluznante. La historia se repetirá, idéntica, con otras dos familias. Lo primero que intenta la policía es establecer un vínculo entre las víctimas, pero son totalmente diferentes entre sí: Mario Soberanes, tras un despido tiene que sacar adelante a su familia con empleos temporales; Vicente Quiroz, alguien por el estilo aunque incurra en eventuales delitos y, para terminar, Ezequiel Rocha, un empresario porcino, hijo de un senador de la república. Es justo el último el que fuerza a la policía a resolver estos sangrientos casos.
Dios no escucha el chillido de los cerdos (Nitro Press/ ISIC/ 2024) no cuenta con un protagonista, un héroe. Lo que más se le aproxima, aunque se trate de un personaje roto y aparezca más bien poco, es un policía de nombre Gunter que ha sido acusado por su ya pronto ex esposa de haber abusado del hijo de ambos. La sola acusación hubiera bastado para terminar con la carrera del hombre, pero su parentesco con el jefe de la policía lo salva de perder también su empleo. El surgimiento de lo que a todas luces es un asesino serial, podría representar una oportunidad para Gunter, si bien la inseguridad lo domina. El amor por su hijo y la posibilidad de perderlo para siempre es lo que le aporta el valor que requiere para enfrentar a lo que pareciera un psicópata hambriento de sangre, aunque otros agentes de mayor jerarquía hablan y hablan de cómo atrapar a ese desgraciado, sin hacer gran cosa por poner en práctica sus ideas.
Tenemos también a Tadeo Manzanares, una especie de “incel”, antes de que los incels existieran pues ya cuenta cuarenta años, y si bien es incapaz de acercarse a una mujer, en su intimidad realiza ciertas prácticas que rozan lo criminal, como reunir fotos de niñas, aunque llega a rastrear pornografía infantil con el propietario de un videoclub (que, junto con la ausencia de celulares, nos hace ver que la historia transcurre en otra década) quien solo cuenta con símiles de adultas aniñadas. Tadeo ha sido criado por una madre que no hace sino recordarle que es un inútil, un estúpido, al tiempo que afirma que no le permitirá casarse con nadie que no elija y apruebe ella, y que no sea una mujer de esas que ya no son fáciles de encontrar, es decir, un ama de casa tradicional....pero tampoco parece muy apurada por contar con una nuera, y Tadeo no pretende renunciar a sus entretenimientos para convertirse en el Hombre de la Casa. La rareza de Tadeo lo vuelve firme candidato de los oficiales de mayor nivel para endilgarle los asesinatos de los tres hombres. Pero a Gunter le basta verlo para albergar dudas razonables respecto a que sea autor del triple homicidio.
Orejel no permite resuello, ni a sus personajes ni a sus lectores. Es experto en crear atmósferas pavorosas; de describir olores repugnantes, no nada más de nombrarlos, y se regodea en la crueldad de los crímenes. A Gunter no le bastará con armar el primer rompecabezas. Una vez encontrado el vínculo entre las víctimas habrá de localizar al monstruo...y sólo éste podrá explicar sus motivos para matarlos precisamente a ellos. Pero a Gunter, y a los lectores, le esperan muchas más sorpresas, entre otras, la triste historia detrás de tanta violencia y las horribles consecuencias de la misma.