Dos fricciones crueles

- John Lennon - Sunday, 28 Sep 2025 14:53 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Los siguientes relatos pertenecen al libro ‘John Lennon in His Own Write’ (1964), primero de los dos que publicó en vida, y del cual existió una inconseguible traducción al argentino titulada ‘John Lennon en su tinta’, en Ediciones La Flor. El segundo, ‘A Spaniard in the Works’, apareció en 1965. No faltó quien lo comparara oportunistamente con James Joyce o Lewis Carroll, tal vez por lo chiflado de su prosa y lo famoso de su firma. Lejos de la futura rola yokoniana “Woman Is The Nigger Of The World”, el relato de Frank corre el riesgo de ser hoy considerado políticamente inco-rrecto, si uno olvida su intención paródica y bufonesca, cuya impronta literaria llega a Frank Zappa y Tom Waits. El beatle mayor cumpliría ochenta y cinco años este 9 de octubre. Y el 8 de diciembre se cumplirán cuarenta y cin-co años de su asesinato en Nueva York. En un estilo literaria y visualmente afín al Julio Cortázar de ‘La vuelta al día en ochenta mundos’, estos libros, ilus-trados por él mismo, resultan tempranos en su obra. Los Beatles aún no llegaban ni siquiera a ‘Revolver’ (1966), que lo vendría todo a revolver. Resulta prácticamente imposible trasladar a otro idioma lo desenfadado de su lenguaje, lleno de neologismos, juegos de palabras, bromas muy británicas y rimas increíbles. En algún ‘Inventario’ José Emilio Pacheco comentaba lo intraducible de los textos lennonianos. A tal juicio me remito, por si las moscas.

 

Nota y traducción de Hermann Bellinghausen

Frank sin moscas

ESA MAÑANA FRANK amaneció sin moscas. ¿Por qué no, después de todo? Era un ciudadano responsable con esposa y un hijo ¿o no? Aquella típica mañana de Frank y con agilidad que desafía cualquier descripción saltó al baño y una vez allí, sobre la báscula. Para su gran y mayúscula sorpresa se descubrió doce pulgadas más pesado. No podía creerlo, y su sangre le subió a la cabeza enrojeciéndolo muy rojo intenso.

“No puedo creer esta increíble evidencia acerca de mi propio cuerpo, que ya no había engordado desde que mi madre me procreó en la inflancia. Sí, aunque rolé como ayuda de cámara en su sombrío bohío, no comí normalidades. ¿Qué gran asquerosidad me ha tomado entonces para ponerme tan venado inflado?”

De nuevo Frank miró hacia abajo, donde la horrible visión le nubló los ojos con peso temeroso. “Doce pulgadas más pesado, ¡échate ésa! Pero no soy más gordo que mi hermano Godofredo, cuyo padre Alec vino a Kenneth a través de Lescuento, procreó a Arturo, hijo de Eric, junto a la casa de Rolando y Abril, guardianes de James de Newcastle, quien corrió la Medialínea a 2-1 por Flor Pateada (10-2) hasta Wot-ro-Wot, a cuatro tercios la libra.”

Abatido e imperfecto se desplazó escaleras abajo ‒con un gran peso en sus escombros‒ y ni siquiera el maltratado rostro de su esposa podía hacer sonreír la cabeza del pobre Frank, quien como sabemos carecía de moscas. Su mujer, otrora reina de belleza, lo miró con extraña aunque robusta mirada.

“¿Qué te aflige Frank?” preguntó estirando las arrugas. “Te ves descorazonado, si no es que informal”, agregó.

“Ocurre nada menos que hoy tengo doce pulgadas de peso más que ayer a esta mismísima hora. ¿No soy el más miserable de los hombres? Procura no hablarme, te advierto, o podría acomodarte un mortal sopapo. Debo sortear yo solo este trance.”

“Frank, me ha herido crudamente tu grave plática. ¿No he de reprocharte el daño que me haces?”

Frank miró tristemente hacia ella, olvidando de momento la causa de su miseria. Aproximándose lenta pero lentamente, la tomó de la cabeza y con unos cuantos ágiles puñetazos la clavó clemente y mente en el piso, muerta.

“No debió mirarme así” balbuceó. “No tan gordo y en su trigésimo segundo cumpleaños.”

Frank tuvo que prepararse el desayuno aquella y las siguientes mañanas.

Dos (¿serían tres?) semanas después, Frank despertó una mañana para corroborar que aún seguía sin moscas.

“No hay moscas sobre ti, buen chico” caviló, aunque para su deleite había muchísimas moscas sobre su mujer, quien aún yacía en la cocina.

“No puedo embucharme el pan y esas cosas con ella tirada enfrente” pensó, escribiendo conforme hablaba. “Debo enviarla a su casa, donde será bien recibida sin duda alguna.”

La empacó en un pequeño costal (ella era una mujer chiquita) y la condujo a su verdadero
hogar. Frank tocó la puerta de su suegra, y ésta salió a abrir.

“La traigo a Marian, señora Sutherskill” (nunca pudo decirle Mami). Abrió el costal y la depositiró en el zaguán.

“Ni creas que voy a meter todas esas moscas en mi casa” gritó la señora Sutherskill (mujer muy hacendosa y hogareña), cerrando la puerta en las narices de Frank.

“Siquiera pudo ofrecerme una taza de te” pensó éste mientras colocaba otra vez el problema sobre sus escombros.

Una sorpresa para Bobby

ERA EL CUMPLEAÑOS del pequeño Bobby y recibió una sorpresa. Su puño principal estaba anulado (La Guerra) y de cuelga recibió un garfio.

Toda su vida quiso ese garfio; y ahora en su año 39 sus plagiarias fueron respondidas. El único problema fue que le mandaron un garfio izquierdo y todo inmundo sabe que lo que falta en los hechos es el puño derecho de Bobby.

Quehacer no era su único pedo. De todas formas anuló la mano que le quedaba, y el garfio nuevo le vino como guante al dedo. Chance el año.

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