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- José Rivera Guadarrama - Sunday, 28 Sep 2025 14:45 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Toyen, la pintora que vestía como hombre

 

EN LOS INICIOS del surrealismo la libertad sexual se consideraba importante, el problema era que en esa especie de autonomía prevalecía una marcada exclusión o reclusión de las mujeres que hacían arte o se dedicaban a contribuir a la creación artística desde diversas disciplinas.

Una de ellas fue muy importante en el desarrollo de propuestas artísticas: Marie Čermínová (1902, Praga-1980, París), mejor conocida como Toyen, prolífica pintora que incorporó a sus piezas temas recurrentes como la sensualidad, actividad sexual propia de los años surrealistas, redimiendo la libertad y la exploración constante de ese instinto e impulso animal. Fue de las pocas mujeres consideradas como parte importante del círculo de surrealistas.

Desde lo femenino, Toyen contribuyó a plantearse interrogantes y contradicciones respecto a la condición que implicaba ser mujer. Como artista y conocedora de las corrientes previas a su época, sabía que la imagen femenina dentro del arte había sido distorsionada, que sus cuerpos los representaban en límites controversiales, que había un claro y notorio distanciamiento de lo que los hombres consideraban a lo que en realidad era el cuerpo de la mujer y lo femenino.

Toyen tenía claro que, durante buena parte de la historia del arte, las mujeres habían sido relegadas al despotismo de una libido que no encontraba forma de reivindicarse. Además, durante sus años de creación artística se dio cuenta de que también lo surrealistas, hombres, recreaban al sexo femenino desde su imaginación sexual feroz, pero en ningún momento participaban o citaban el verdadero sentir de la mujer, no retomaban sus planteamientos teóricos, no había cabida para ellas, a no ser desde planos secundarios o desde la minoría.

Poco se sabe de su historia personal. No le gustaba dar entrevistas, tampoco escribió respecto a sus obras o a la actividad artística de esos años. Esto podría deberse a que era una época dominada por el sexo masculino; buena parte de los sectores artísticos estaban representados por este género. Incluso, Toyen tuvo que recurrir a camuflarse de alguna manera para poder culminar sus creaciones artísticas; esto originó rumores
respecto a sus preferencias sexuales, ya que la mayoría del tiempo se vestía con ropa masculina, trajes, corbatas, moños, zapatos, etcétera.

Más allá de lo poco que se sabe de su vida personal y privada, es notorio que mediante sus obras privilegiaba un rotundo erotismo en sus propuestas desde lo femenino. Con sus aportaciones, las mujeres ya no sólo representaban la idea de musas, ya no se limitaban a brindar motivos de inspiradoras cartas de amor, de erotismo, aspectos exaltados por el surrealismo, en donde las situaban como centro inspirador del varón. Más bien, la aportación de Toyen fue desgarrar un poco esa imagen de ambos sexos para crear obras que ofrecieran otros aspectos de los géneros.

Esta pintora, que vestía de hombre y, al mismo tiempo, luchaba por los derechos de la mujer, prefirió ser llamada con un pseudónimo que estableciera una clara neutralidad de género; incluso solía referirse a sí misma como “él”, ya que la pronunciación de Toyen corresponde al checo “To je on”, que se podría traducir como “Es él”. De muy joven trabajó en una fábrica de jabones, pero se sabe poco de las primeras décadas de su vida, ya que evitaba en la medida de lo posible hablar de sí misma y de su vida. Buscaba la paridad de género de la mujer y el hombre, admiraba la belleza femenina plasmándola en sus obras. El erotismo, el sexo en grupo, la homosexualidad femenina, son temas frecuentes que aparecen en sus cuadros, junto con cargas de sentido del humor. Ilustró el libro Justine o los infortunios de la virtud, del Marqués de Sade. Murió en 1980 y está enterrada en Batignolles, en donde también están los surrealistas André Breton, Benjamin Péret y Jindrich Heisler.

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