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- José Rivera Guadarrama - Sunday, 12 Oct 2025 09:05



Durante la llamada “cultura de masas”, en la que se hacía referencia a la serie de productos culturales consumidos por una audiencia diversa y a gran escala, como cine, música, televisión, cómics, entre otros, se les clasificaba de manera peyorativa como artículos de adquisición capitalista.
Uno de los movimientos estéticos más importantes del siglo XX es el pop art o arte pop, frente a las escuelas europeas previas y contemporáneas, que desarrolló sus propias dinámicas, con características muy distintas a lo que se tenía considerado como “arte elevado” o las Bellas Artes.
Uno de los precursores fundamentales de esa corriente creativa fue el neoyorquino Roy Lichtenstein (1923-1997), quien se interesaba por los acontecimientos sociales de su época, en las reproducciones técnicas y mecánicas de productos y servicios, en historietas, anuncios inmersos en productos de consumo, desechables la mayoría de ellos. Para él, lo instantáneo también podía ser material de perdurabilidad, porque su arte no era efímero, aunque contuviera muchos elementos de esta categoría.
Antes de lograr su estilo, Lichtenstein estaba muy influenciado por el expresionismo abstracto, además de tener una extensa trayectoria docente. Estos elementos le ayudaron a reforzar sus búsquedas intelectuales. Así, junto con Andy Warhol, se convirtió en uno de los precursores y representantes más importantes del pop art a principios de la década de los años sesenta.
La estética del pop art estuvo relacionada con el contexto social de aquellas décadas, en las que predominaba cierta prosperidad económica reflejada en el incremento del consumo, además del auge de los medios de comunicación como televisión, radio y prensa, junto con el liderazgo político-económico que comenzó a adquirir Estados Unidos después de la segunda guerra mundial. Esta corriente artística fue un estilo que en algunos casos llegó a producirse en serie, guardando una relación directa con la sociedad de consumo.
En términos generales, el pop art tiende a despersonalizar y descontextualizar las imágenes y los objetos que reproduce; los artistas de este estilo por lo general eliminan las características individuales de las personas retratadas y los objetos se presentan de manera uniforme y estandarizada. Esto refleja lo homogéneo de la cultura de masas. Los cuadros de Lichtenstein son agudos y precisos en cuanto a color y superficie, dotados de fuerza compositiva, marcando una distancia divertida, crítica pero sin llegar a ser cínica.
Dentro de sus obras más representativas y conocidas están Whaam! y Drowning Girl, mediante las cuales logró consolidar su reputación como artista pop. Estas pinturas no sólo mostraron su habilidad técnica para replicar el aspecto mecánico de los medios impresos, también son un testimonio de la influencia omnipresente de la mal llamada cultura de masas.
Lichtenstein realizaba sus cuadros utilizando la técnica de puntos Ben-Day, patrones que se convirtieron en un elemento característico de su estilo, empleando colores industriales, junto con el lenguaje del cómic, que incluía onomatopeyas y viñetas, con un fuerte predominio de líneas gruesas al borde de las imágenes de sus piezas, como se puede apreciar en su obra Mujer en el baño, de 1963, que se encuentra expuesta en el Museo Thyssen-Bornemisza; en ella incluyó los ingredientes principales de su obra: temas cotidianos y universales mostrados con fuerza emocional, representados de un modo impersonal y usando una técnica fría. Por lo general, sus creaciones retoman emociones básicas como el amor, el deseo, la tristeza y el miedo.