Biblioteca fantasma
- Evelina Gil - Sunday, 16 Nov 2025 06:57
¿Quién ha escuchado hablar sobre hijos que terminan siendo padres de sus propios padres? Malacría, primera novela de la galardonada poeta Elisa Díaz Castelo (México, 1986) parte de dicha premisa, aunque no de manera explícita. Tenemos ante nosotros a tres mujeres: una abuela, una madre y una nieta, y las decisiones (atinadas o no) de las dos primeras han marcado de manera determinante a la joven Ele (que más adelante sabremos que se llama Elena) quien, en gran medida, cuida de ambas. La abuela Cecilia sufre de epilepsia, y la madre, Perla, de trastorno bipolar. Y si bien suena a una circunstancia injusta para la nieta/hija, la historia de esta convivencia, con todo y sus momentos angustiantes, en particular los que marcan gran parte de la novela, resulta apasionante desde el punto de vista de una muchacha colmada de curiosidad e imaginación, como también de bondad y resiliencia. Se trata de una familia conformada exclusivamente por mujeres, donde la ausencia del abuelo y el padre son apenas migajas a seguir para determinar un origen común o, como dice la propia Ele, refiriéndose a la imagen paterna, “su nombre se volvió sonido roto”: “Mi madre decía que papá no iba a volver, que nunca estuvo. Siempre fuimos nosotras. Nosotras y nuestra casa chica.”
La abuela Cecilia, para comenzar, guarda cuadernos colmados de un idioma que parece personal pero es, en realidad, un alemán defectuoso. Esto, aunado a unas intrigantes fotografías, hacen de Ele una especie de detective en permanente seguimiento de una madeja que podría conducirla hasta su mismísimo origen. La no menos enigmática Perla, por su parte, es una rutilante astrónoma para quien, dicho por Ele, no es la nostalgia la premisa de su existencia, sino la huida. Literalmente hablando. Pese a tratarse de una mujer fuera de lo común, con la que es posible establecer apasionadas conversaciones que estimulan el ingenio, el mundo de Ele se pone de cabeza cada vez que ingresa en una fase maníaca. Perla no es un dechado de madurez, en particular en lo tocante a la observancia de sus medicamentos, lo que da lugar a los llamados “episodios”: “Estaba harta de las visitas médicas, del planeta gemelo y los nombres impronunciables de los medicamentos.”
Perla, que vive en pareja con otra científica estadunidense de nombre Jeni (su vida sentimental ha sido tan errática como cabría esperar), una vez fallecida Cecilia, aunque el recuerdo de ella la asalte cada tanto por los enigmas que ha dejado atrás, huye de casa sin motivo aparente y su novia no tiene más remedio que recurrir a Ele en busca de respuestas, sin imaginar que la muchacha ha seguido cuidadosamente las huellas de su madre y de su abuela sin avanzar lo esperable en todos estos años. Ele y Jeni se unen para llevar a cabo una búsqueda que parece complicarse cada vez más, acompañadas de la entrañable e inteligente Valeriana, una perrita inválida cuyas patas traseras han sido reemplazadas por ruedas. Díaz Castelo posee una sensibilidad muy particular para diseñar personajes a un tiempo verosímiles y metafóricos que de paso capturan la simpatía/empatía del lector (a).
Malacría (Sexto Piso, México, 2025) es un poco (o no tan poco) novela de aventuras y thriller psicológico que navega diestramente en la mente de una mujer que otros llaman “enferma” que en realidad es una caja de sorpresas, desde el punto de vista de la persona que mejor la conoce en el mundo, su propia hija, por no mencionar, claro, la búsqueda física de Perla, experta en desapariciones. Es también un retrato muy contemporáneo de una suerte de matriarcado donde se ejercita una sororidad, si se quiere algo defectuosa, pero no por ello menos arrebatadora. Elisa Díaz Castelo es más conocida por su amplia obra poética que la ha hecho acreedora a múltiples premios, algunos tan importantes como el Aguascalientes 2020, autora de una decena de libros en este género, nos impacta gratamente con esta primera novela cargada de raptos poéticos.