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- Luis Tovar | @luistovars - Sunday, 16 Nov 2025 07:04 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
El documental de Juanga

 

Dividido en cuatro partes pero en definitiva un solo corpus narrativo, el documental Juan Gabriel: debo, puedo y quiero, dirigido por la cineasta mexicana María José Cuevas –autora del estupendo Bellas de noche (2016) así como de La dama del silencio: el caso mataviejitas (2023)– y producido por Netflix, tiene los suficientes atributos para ser considerado el filme más vasto, abarcador y comprehensivo de cuantos se han filmado.

Desde que el divo de Juárez saltó a la fama –para decirlo con una frase del medio farandulero del cual formó parte crucial–, no han faltado ejercicios audiovisuales, sobre todo concebidos y difundidos por televisión, en torno a la vida y obra del más que célebre autor de la balada “No tengo dinero”, pero ya fuese por la intención más bien aviesa de refocilarse en este o aquel detalles de su vida privada, particularmente los de índole sexual pero también pecuniaria y fiscal; ya fuese por despreciable vocación mercachifle, aprovechando la fama siempre indeclinable de quien compusiera “Costumbres”, o por simple y llana deficiencia profesional de quienes pergeñaron programas, reportajes y notas televisivas indebidamente concebidas como si se tratara de documentales, hasta la fecha siempre se había tratado de retazos, incompletudes, fragmentos que privilegiaban un aspecto y soslayaban muchos otros, sin los cuales la biografía del nacido en Parácuaro, Michoacán el 7 de enero de 1950, permanecía como un rompecabezas sin armar.

Lo que hizo Cuevas, también diseñadora y artista visual –quien por cierto alguna vez ha contado que se hizo cineasta de manera más bien inesperada–, es notable: reunió la vasta pedacería disponible y, más que eso, le dio coherencia narrativa, basada en los lineamientos formales del biopic documental, dotando a su filme de un concepto cinematográfico claro, a saber, precisamente el consistente en dar cuenta de su biografiado de la manera más abarcadora y completa posible, sin hacer que preponderara uno u otro detalle de una vida privada y profesional tan dilatada como repleta de pormenores insoslayables para lograr una auténtica visión de conjunto.

Asimismo, y hasta donde este juntapalabras conoce, Cuevas es quien por primera vez cuenta con un elemento de trabajo adicional, del que carecen todos los intentos anteriores: un profuso video póstumo grabado a lo largo del tiempo por el propio Alberto Aguilera Valadez, mejor conocido como Juan Gabriel, y concluido muy poco antes de su deceso. A ese material invaluable se suma una cantidad enorme de otros videos inéditos, así como muchos más que ya eran del conocimiento público, todo lo cual arroja como resultado ese (muy) largo documental convenientemente subtitulado Debo, puedo y quiero, en clara referencia a una pieza musical homónima del radicado en Ciudad Juárez en su juventud. Así pues, todo está en el filme: desde la célebre y en su momento polémica presencia en el Palacio de Bellas Artes, hasta la vida hogareña y cálida de quien se desprendía del personaje para ser persona y, en particular, padre de sus hijos, en un intramuros que lo revela dual: fuera de casa, en los escenarios, capaz de tener en un puño a un público que se contaba por decenas de miles, y dentro un ser juguetón, divertido, incluso se diría reservado.

Acierta Cuevas al poner en el centro del filme la doble condición antedicha: Juan Gabriel versus Alberto Aguilera, pues uno es incomprensible sin el otro, de lo cual el propio autor de “Pero qué necesidad” era absolutamente consciente, tal como lo prueba un video realizado por él mismo –incluido por supuesto en el documental–, en la última fase de su brillante carrera profesional, donde dialoga consigo mismo y, por decirlo de algún modo, hace las paces con su otro yo.

Icono incontesable de la cultura popular mexicana, e incluso más allá de nuestras fronteras, a nueve años de su desaparición física el muy querido Juanga ya tiene una película que le hace justicia. Bien por él, bien por quienes lo hicieron posible.

 

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