Anticolonialismo y humanismo: Frantz Fanon y los condenados de la tierra

- Miguel Ángel Adame Cerón - Monday, 24 Nov 2025 06:30 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
En estos tiempos del neocolonialismo de Estados Unidos e Israel, por sólo mencionar dos casos más que evidentes, las ideas sobre el anticolonialismo de Frantz Fanon (1925-1961) revolucionario, psiquiatra, filósofo y escritor francés/caribeño, y autor de ‘Los condenados de la tierra’, 1961 (que es el primer verso de “La internacional”), están más que vigentes. Este texto recuerda su pensamiento político y la importancia de releerlo.

 

Frantz Fanon y su vigencia en Gaza

Intrépido luchador social afrodescendiente, Frantz Omar Fanon, también conocido como Ibrahim Frantz Fanon, desde joven se enroló en las organizaciones internacionales que luchaban contra los apartheid y por los derechos humanos y políticos de los grupos “negros” y colonizados de los movimientos revolucionarios y de emancipación nacional y antiimperialistas de los años cincuenta del siglo XX. Su militancia y su pensamiento anticolonialista y humanista radical son hoy más vigentes que nunca.

Así, tenemos el dúo neocolonialista antihumanista Trump-Netanyahu y su militarismo racista y genocida contra los pueblos colonizados, especialmente contra palestinos (así como latinoamericanos y afrodescendientes), que es fatal y funesto, al grado de dejar a la fecha 68 mil muertos en dos años de arrasar la población de la franja de Gaza (la mayoría civiles, entre ellos 20 mil niños y 10 mil mujeres, además de 171 mil heridos, incluidos 41 mil niños y 19 mil 500 mujeres). La “tregua de paz” que Trump ha diseñado con fines de seguir haciendo negocios con la reconstrucción inmobiliaria, no se justifica ante la no participación del sufrido pueblo palestino, y ante la destrucción que ha sido total: hospitales, escuelas, servicios, viviendas; ha quedado todo en ruinas, desplomes, miles de escombros... Como ha dicho uno de los residentes: “todos los recuerdos no son más que polvo”.

 

Vida y obra-lucha de Fanon

Nacido negro de piel, pero de vocación antirracista y desenmascaradora de la opresión blanca-occidental, Frantz Fanon nació en Fort-de-France, en la isla Martinica en las Antillas Menores, el 26 de julio de 1925. Cuando tenía veintiún años (1946) se fue a Francia a estudiar filosofía y medicina en Lyon, y se graduó como psiquiatra con una tesis doctoral con visión social: Piel negra, máscaras blancas (Peau noire, masques blancs), en 1951. Posteriormente, durante los años cincuenta publicó textos que trataban cuestiones sociales y políticas de las luchas de independencia y liberación negra y nacional de los países tercermundistas, llegando al libro sobre la revolución argelina (L’an V de la révolution algérienne, 1959, reedición 1966: Sociologie d’une révolution, en español: Sociología de una revolución, 1968). Fue también escritor de obra teatral (un drama acerca de los obreros del puerto de Lyon: Les Mains Parallèles) y participó en reuniones de escritores y artistas afrodescendientes. Debido a sus ideas y su activismo radicales fue expulsado de varios países africanos; desde 1954 manifestó su adhesión y enrolamiento en la revolución argelina y adoptó esa nacionalidad. Antes de morir por leucemia, se publicó en la semiclandestinidad y con un prefacio de Jean Paul Sartre su obra magna, Los condenados de la tierra (Les Damnés de la Terre,1961, cuyo título proviene del primer verso de “La Internacional”); dicha obra fue prohibida en Francia porque atentaba contra la seguridad del Estado. Unos meses después de la muerte de Fanon, a los 36 años de edad (el 6 de diciembre de 1961 en, Maryland, Estados Unidos), Argelia consigue su independencia formal (Tratado de Evian, julio de 1962).

Fue, pues, Frantz Fanon un revolucionario, psiquiatra, filósofo y escritor francés-caribeño; su obra fue de gran influencia en los movimientos y pensadores revolucionarios de los años sesenta y setenta.

 

Colonizador y colonizado, colonización y descolonización

Frantz Fanon denuncia que hay una gran herida por la que sangra el mundo. La humanidad contemporánea se encuentra escindida en dos partes que se lastiman y odian: los colonizados y los colonizadores, pero quien ha hundido el cuchillo es el hombre colonizador, la Europa y Estados Unidos capitalistas; colonialistas, imperialistas poseídos por sus apetitos voraces, han usado las medidas más inhumanas para saquear y expoliar. El sujeto ultrajado y escindido es el colonizado, que durante todo este tiempo ha tratado de quitarse de encima al hombre del puñal. Sólo entonces curará su gran herida y con ello –dice Jean-Paul Sartre– podrá librar al colonizador de su “maldad”. Sólo así la humanidad podrá salvarse y los “condenados/malditos de la tierra” serán los hombres nuevos.

Fanon reivindica la conquista de esa tierra; sin la gran madre, los hijos no podrán sanar; el territorio nacional es el escenario histórico-concreto donde se han acumulado los odios, la violencia y la pobreza que son los fermentos de energía que los países subdesarrollados y dominados están desplegando como lucha de descolonización.

Al proceso de colonización se le opone el proceso de descolonización, que tiene su propia dinámica. Por eso Fanon la analiza y la sintetiza. Como “médico”, se sitúa en una realidad que ha palpado: la colonización es la negación del ser, es su destazamiento; por ello, la descolonización es la liberación del ser, es su retotalización práctica. Ante la concepción práctica que los colonizadores han tenido hacia el sujeto colonizado como cosificado, irracional, animalizado, llenándolo de epítetos insultantes: “flojo”, “incapaz”, “estúpido”, “ignorante”... Fanon contrapone una concepción práctico-teórica del sujeto racional y generoso que aspira a ser un desalienado, dueño de su destino. Por el contrario, el colonialista se ha mostrado como un ser brutal y sanguinario: sus actos lo demuestran, ha sido egoísta y narcisista.
El colonizado, el sujeto de la liberación, tiene como contraste una vivencia y una práctica histórica comunitaria, colectivo-genérica.

 

Alienación y rehabilitación/liberación total

Frantz Fanon afirma que el colonialismo y sus formas de dominación se han refinado: sus prácticas explotadoras y enajenantes han sido más antihumanas: “porque el colonialismo no ha hecho sino despersonalizar al colonizado, esta despersonalización es resentida en el plano colectivo al nivel de las estructuras sociales”.

Asimismo, señala que para la mentalidad y el actuar colonialista, los Condenados de la Tierra son los “desquiciados de la tierra” y, en efecto, los miserables, los pobres, los humillados, los oprimidos y explotados sufren desquiciamientos corporales, ecológicos, culturales y mentales. La labor de liberación en estos dominios es la rehabilitación íntegra del hombre oprimido, y consiste en desarrollar un proceso de reintegración extremadamente fecundo y decisivo: “La liberación total es la que concierne a todos los sectores de la personalidad.” Su búsqueda profesional y su lucha política y moral trata de superar totalmente la colonización, es decir, la alienación del colonizado: la mental, la política, la ideológica, la cultural y la social. Pero son las condiciones materiales impuestas las que tienen que revolucionarse, pues es a través de la colonización económica como el colonialismo y el neocolonialismo se han empoderado en el mundo y se siguen empoderando, a través de políticas violentas desde los Estados burgueses imperialistas, militaristas y sionistas. La verdadera desalienación implica una forma de conciencia y praxis de las realidades económicas y sociales. Allí está la respuesta de por qué se interioriza y epidermiza la inferioridad de los colonizados. La opresión, el racismo, la esclavitud, etcétera, no son sólo del ámbito psicológico, sino que provienen del ámbito económico material, acompañada de la violencia de la colonización como sistema expoliador y alienador, e incluso, como lo constatamos ahora, genocida y etnocida: en resumen, deshumanizador.

 

Por un nuevo humanismo revolucionario

Así, dice Fanon que indigna el colonialismo/neocolonialismo por su esencia antihumana, su negación sistemática del otro: “una decisión furiosa de privar al otro de todo atributo de humanidad, el colonialismo empuja al pueblo dominado a plantearse constantemente la pregunta: ¿quién soy en realidad?” Y responde con firmeza: “soy un hombre, he sido enajenado y despersonalizado, he sido recortado”, pero yo –como oprimido, negro, alienado, expoliado– “quiero realizarme como hombre total”.

Fanon plantea que no bastan las reivindicaciones y los procesos de autoafirmación étnica o nacional si se quedan en los particularismos, si no se funden y confluyen en la lucha realmente emancipatoria y humanizadora, pues “la exigencia fundante de la humanidad es la de exigir al otro un comportamiento verdaderamente humano”, de un nuevo humanismo; pues todo colonialismo ha deshumanizado la relación social e intersubjetiva entre humanos, la ha convertido en esclavitud, en racismo, es discriminación, en opresión, en humillación, en alienación; la consigna, la finalidad y, por ende, la esencia de la liberación y de la libertad, es que cese para siempre el sometimiento del humano por el humano y que se conquiste y constituya un renacido ser genérico. La contra-violencia, la nación, la conciencia, la cultura, en fin, la lucha de liberación nacional, la misma revolución nacional/mundial, son mediaciones necesarias y suficientes en sí y para sí como formas de ser en la construcción de una conciencia/praxis humanista. No sólo para un europeo, un blanco, un negro, un amarillo, un indígena o un mestizo del sur, sino para el ser humano pleno y universal, dueño de su tierra, de su corporeidad eco-planetaria, de su vida futura.

 

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