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- José Rivera Guadarrama - Monday, 24 Nov 2025 06:41
El camuflaje, mimetizarse, ocultarse, es una estrategia militar que sirve para evitar ser descubiertos por el enemigo. Por otro lado, esta misma acción dentro del arte resulta un recurso estético, pero va en otro sentido; aquí funciona para interrogar los modos en que estamos inmersos en esta cultura del que mira, y constituye un goce singular que no excluye a los otros, pero tampoco los obliga a observar.
En esta época de la imagen, trabajar sobre uno mismo adquiere mayor profundidad, no implica modificarse a voluntad, pero sí buscar las maneras de interrogar los modos en que nos constituimos como sujetos a determinadas relaciones de poder, de saber y cuidado, para encontrar los puntos donde pueden producirse desplazamientos y transformaciones de ese nudo irreductible que nos constituye como la sociedad más observada de todos los tiempos.
Al respecto, resultan interesantes las propuestas del artista chino Liu Bolin (1973), que tienen como objetivo interrogar sobre la tensa relación que se genera entre el individuo y la sociedad hiperdigitalizada. Mediante el performance y la fotografía, este autor se mimetiza en entornos controversiales o en disputa.
Una de sus propuestas más reconocidas es Hiding In The City, que se podría traducir como “escondido en la ciudad”, una especie de camuflaje o de mimetización en la ciudad, que tiene su origen en 2005, cuando se desempeñaba como escultor, pero en ese año el gobierno chino expropió y destruyó su taller; acto seguido, frente a esas ruinas, posó para una fotografía, se hizo un autorretrato. “Mi barrio de Suojiafen, que estaba lleno de talleres de artistas, fue demolido”, el 16 de noviembre de 2005, y recuerda que no le quedaba nada más que su cuerpo, “así que lo utilicé para protestar”, afirma Liu.
A partir de esa idea fue desarrollando la serie, a la cual considera como una “protesta silenciosa”, ya que para él desaparecer no es el punto principal de su trabajo, más bien es “el método que uso para transmitir un mensaje. Es mi manera de transmitir toda la ansiedad que siento por los seres humanos”.
En 2015, Liu fue seleccionado por la campaña Global Goals para realizar una imagen con el propósito de transmitir una serie de objetivos, entre ellos la manera en cómo se podría acabar con la pobreza y fomentar el uso sostenible de recursos. Como parte de su propuesta, elaboró una imagen en la que aparece oculto entre 193 banderas del mundo. El soporte final de su serie es la fotografía, mediante ella enriquece el discurso y su posición política, transitando por la escultura, el body painting o el performance, con el objetivo de exponer la tensa relación entre el individuo y la sociedad, situándose y eligiendo entornos en conflicto.
La propuesta estética de Lui Bolin deja en claro que lo visible es una presencia, pero al mismo tiempo lo invisible es una conducta ante algo, nos obliga a preguntarnos quién es el que en realidad observa, ¿el artista o el público? ¿Quién se esconde del otro? O, más bien, ¿es un encuentro? Las respuestas pueden variar, desde lo ontológico, lo estético, lo político y lo económico. Lo importante en Bolin es mantener el proceso de quienes nos interpelan, lo cual incluye un goce singular que integra a los otros, aquellos que miran su obra.
Muchas de sus imágenes aluden a demoliciones, otras abordan la seguridad alimentaria, la contaminación medioambiental o la desaparición de zonas verdes; “los que más me preocupan son los problemas derivados del desarrollo humano”, asegura Liu, destacando la relación problemática que hay entre los seres humanos y lo creado por ellos. La reflexión central de sus propuestas se construye a partir del carácter cultural de la visión humana, sobre todo porque lo visible no es una propiedad del objeto, más bien es de la cultura y condición de observación del que mira.