La flor de la palabra
- Irma Pineda Santiago - Monday, 24 Nov 2025 06:39
Las células de la promesa es un poemario de Alba Magariño Saynes, una joven zapoteca originaria de Juchitán, Oaxaca. Escrito en español sin soltar el hilo de la cultura binnizá, es una colección de poemas que nacieron a partir de un episodio de salud de la autora, el cual refleja con imágenes, a veces dulces, con la ternura de lo cotidiano y la belleza de la metáfora, a veces terribles, profundamente dolorosas y violentas. Todas ellas se enlazan en este libro que se presenta a modo de diario, o quizá sea mejor decir, bitácora de un viaje no deseado.
Cuando llegó a mis manos el libro de Alba era de noche y me dije: “Leeré ahora un par de poemas y mañana continúo.” Sin embargo, uno me fue llevando a otro y a otro y sin darme cuenta lo leí todo; recorrí sus días en las camas de un hospital y las tardes de reposo en una amorosa casa junto a seres que, aunque no tienen que estar, han decidido quedarse y acompañar a la autora mientas explora y reflexiona acerca de la memoria, la identidad y la fragilidad de la mente y el cuerpo.
Mientras lo leía no pude evitar pensar en otras dos poetas: Margarita Paz Paredes en Memorias de hospital (1980) y la también juchiteca, Rocío González, en Neurología 211 (2013), libros en los que nos comparten cuestiones como el cuerpo, la memoria, la enfermedad y el tratamiento médico-quirúrgico, y que, como señala Gerardo Bustamante “aterrizan en una escritura del yo para mostrar el límite en el binomio vida/muerte. O que sólo cuentan con la poesía como medio de registro del dolor”. Así lo vemos en el poema “Día 12”, escrito por Alba Magariño: “Yo sólo conozco el hospital San José por dentro/ la habitación 210/ Ahí convulsioné 4 días seguidos./ Una de las convulsiones duró alrededor de 40 minutos. Dicen/ No puedo recordar ni la primera./ Me desvanecí frente a Tey o al lado de ella/ Quizás fue antes de que abriera la puerta/ Sólo recuerdo a los paramédicos/ preguntar mi nombre/ y decirles en LSM/ que me llamaba Alba.”
Alba, a través de los poemas, la mayoría numerados por días, nos va llevando por los entramados y callejones que conforman su mente, lo que la autora ha decidió llamar des/unión, para recordar que algo estuvo antes ahí, unido. Esas mentes, que en las clínicas llaman fragmentadas, pero que quienes escribimos sabemos que no es más que la exigencia del cuerpo de volver a la matriz poética, porque la poesía, en su esencia, es un reflejo de la condición humana, y no hay estado más complejo y elusivo que la fragmentación mental. Este concepto ha sido explorado por numerosos poetas que han encontrado en el verso el único medio para dar voz al caos interno.
Esto me lleva a vincular la poesía de Alba con poetas como Sylvia Plath y Anne Sexton, por ejemplo, quienes hicieron de la fragmentación el núcleo de su obra. Su estilo es conocido como poesía confesional y creo que la escritura de esta joven poeta entra en este estilo pues no teme mostrar la intimidad más dolorosa. Sus versos son como trozos de un espejo roto, cada uno reflejando un aspecto diferente: la desesperación y la lucha por mantenerse a flote en un mar de confusión.
La magia de la poesía es que es una diosa capaz de transformar el caos en la creación del universo, personal, íntimo, pero universo al fin, en el que la autora puede ser quien desea ser y contar las historias que decide compartir con sus lectores, desde la metáfora, como cuando titula su libro Las células de la promesa, lo que me hace pensar en esa unidad de organismos vivos, lo amorosos que la rodean y que como el bi do’ (aliento divino) de los binnizá, le soplan ese aliento sagrado para inspirarle vida, con la promesa de nunca soltarla. Ella lo sabe y les dedica poemas. Celebramos pues que, a pesar de los mares turbulentos por los que la poeta Alba ha tenido que navegar, se aferró a la poesía para continuar este viaje que seguramente, después de este su primer libro, será muy fructífer.