Volver a las historias sencillas
- Porfirio Miguel Hernández Cabrera - Monday, 24 Nov 2025 06:31
Con la premisa de que el pasado permanece en el presente de nuestras vidas más de lo que creemos, Luis G. Torres (Ciudad de México, 1961), acucioso cuentista, inaugura su tránsito a la narrativa de largo aliento. Como casi toda la literatura inicial, Volver a Chilapa es una ópera prima a medio camino entre la crónica y la novela autobiográfica.
El arco narrativo es sencillo: cuando Mauro era niño, Rufina, su madre, sale huyendo intempestivamente de Chilapa, Guerrero, rumbo a Cuernavaca con él y su hermana Flavia a causa de un misterioso rompimiento de la relación con Abilio, el esposo y padre del que no se vuelve a saber nada. La necesidad de entender esa parte oscura de su pasado, de la que Rufina nunca quiso hablar, marcan el retorno de Mauro a Chilapa para indagar el paradero de su padre y el motivo de su separación de la familia, pero también para continuar la búsqueda de su identidad personal.
Estructurada en quince capítulos con títulos de canciones de Agustín Lara y otros autores, interpretadas por Toña la Negra –y que cumplen una importante función simbólica de raigambre materna–, la novela se desarrolla en dos planos mediante apartados en donde el narrador cuenta la llegada de Mauro a Chilapa y los avances en sus pesquisas, ayudado por diversos personajes del entorno que le van revelando información importante para saber y así terminar de armar el rompecabezas de su historia. Mientras que en otros capítulos, entre averiguaciones acerca de los orígenes paternos y las verdades familiares ocultas durante décadas, se intercala el relato de Mauro en primera persona, en el que rememora su vida a lo largo de su infancia, adolescencia, juventud y madurez, y, con minuciosidad, se describen de una manera muy sensorial los lugares chilapeños más representativos, las tradiciones (la Tigrada), y los alimentos típicos de los sitios y los tiempos en que sucede la trama. Además, está muy presente la memoria musical como parte de la educación sentimental de Mauro, no sólo por la introducción de boleros antiguos, sino también de baladas de grupos y cantantes mexicanos y gringos, y música pop y disco de generaciones pasadas y recientes.
Volver a Chilapa es una narración de experiencias de vida aparentemente individuales pero,
en el fondo, con una gran resonancia colectiva sobre el descubrimiento de la homosexualidad, el amor a la madre, la amistad, la formación escolar, las relaciones de pareja y la introducción en el mundo laboral y el ambiente gay de los años ochenta en una Cuernavaca marcada todavía por el hotel Casino de la Selva.
De este modo, esta primera novela de Luis G. Torres es también un documento testimonial cuya relevancia estriba en que, por medio de personajes y situaciones trazados con sencillez y eficacia, da a conocer realidades y lugares de esa ciudad de la provincia mexicana en los que se construyeron como gays hombres que en la actualidad ya son adultos mayores, sobre cuyas vivencias y avatares se conoce poco en la literatura actual.
Literariamente, Volver a Chilapa es una novela con un refrescante estilo naive en dos sentidos: por su atractiva narración mediante una prosa franca y sin rebuscamientos; y por la sensibilidad de Mauro, cuya inocencia se deja sentir no sólo en el relato de sus años infantiles, sino en la etapa madura en que acomete la aventura de conocer la verdad relativa a su padre y al resquebrajamiento de su familia, durante la cual enfrentará diversos sucesos en los que constatará las limitaciones y las posibilidades del amor y del deseo homoerótico.
En un ámbito literario plagado de sofisticaciones y experimentaciones formales vacías de contenido, es alentador encontrar propuestas literarias frescas que nos permiten volver a las historias sencillas que reflejan los grandes temas universales de la condición humana, volver a recuperar el valor literario de los recuerdos y recrearlos en la imaginación, volver a la escritura diáfana de una novela acerca de los orígenes familiares y personales.